28/05/2025
LA INFANTILIZACIÓN DEL BUSCADOR ESPIRITUAL -
Muchas personas emprenden el camino espiritual buscando luz, paz y protección. Y esto es legítimo. Pero, con el tiempo, es necesario reconocer un patrón sutil que dificulta la maduración: la infantilización del camino espiritual.
Esta infantilización ocurre cuando el buscador continúa esperando que fuerzas superiores hagan por él lo que él mismo no quiere afrontar. Es entonces cuando la persona se refugia en el Padre Celestial, en los guías, en los maestros o en las técnicas como una forma de evadir su propia responsabilidad.
Vea ejemplos claros de este patrón:
Una persona discute con alguien en el trabajo y, en lugar de reflexionar sobre su comportamiento, dice:
“La energía en el ambiente está muy cargada. Creo que alguien me lanzó algo”.
• Esto evita el autocuestionamiento. A veces, el campo es denso porque él mismo alimenta la ira o el juicio, sin darse cuenta.
Alguien atraviesa una crisis en una relación y dice:
“La espiritualidad debe estar queriendo que me separe”. • Pero no te preguntas: "¿Me estoy comunicando con claridad? ¿Estoy asumiendo la responsabilidad de mis emociones o esperando que alguien más me salve?".
Sientes una serie de frustraciones y dices:
"Creo que es karma. Voy a hacer una limpieza energética".
• La limpieza puede ayudar, por supuesto, pero si sigues repitiendo los mismos patrones emocionales, nada cambia realmente.
Participas en un curso o iniciación y esperas que tu vida cambie por sí sola:
"Ahora que he hecho esta activación, todo saldrá bien".
• Pero no cambias tus hábitos ni actitudes, ni realizas la reforma interior que requiere un verdadero esfuerzo.
Sigues preguntando a tus guías todo el tiempo:
"¿Debería hacer esto? ¿Debería salir de casa hoy? ¿Debería tomar este té?".
• Esto no es una conexión espiritual; es miedo a elegir y a cometer errores. Los guías espirituales no son niñeras. Son conciencias que te recuerdan que debes desarrollar tu discernimiento.
La persona reza, toma cursos, se conecta con egregores, enciende velas, pide señales... pero no se compromete con verdaderas actitudes de transformación. Quiere que el Universo lo resuelva, que el mentor le diga qué hacer, que lo espiritual le quite el dolor. Y entonces, sin darse cuenta, adopta una postura similar a la de un niño malcriado: «Si me va a doler, no lo quiero. Si no es mágico, no sirve. Si va en mi contra, entonces no es luz». Este patrón puede provenir de muchas fuentes: traumas no procesados, sentimientos de abandono, experiencias de injusticia o incluso adicciones emocionales de dependencia y victimismo. Pero en el fondo, el mayor obstáculo es la negativa a crecer internamente. Mientras la persona se identifique con este rol de «hija pequeña del Universo» o «protegida por la espiritualidad», evitará la incomodidad de tomar decisiones conscientes, de afrontar lo que debe afrontarse, de asumir su propia luz y poder. Es más fácil decir "me arruinaron espiritualmente" que admitir que no quería ver. Es más cómodo pedir protección que desarrollar autoridad vibratoria. Es más tentador llamar "prueba" a lo que, de hecho, es el resultado de la propia omisión. Y el problema no es pedir ayuda. Es esperar que la ayuda reemplace tu crecimiento.
Los verdaderos guías espirituales no vinieron a llevarte de la mano para siempre. Vinieron a señalarte la dirección correcta y a recordarte que tú también eres luz, que tú también puedes alinearte con amor, valentía y claridad, incluso frente al dolor.
Crecer espiritualmente significa dejar atrás a alguien y empezar a caminar con un corazón firme.
Es aprender a escucharte, a observarte, a posicionarte, sin necesitar que el mundo te diga quién eres o qué debes hacer.
Esta transición duele porque requiere salir de tu zona de confort espiritual, soltar las peticiones mágicas y entrar en un proceso más honesto: el de la autoeducación del alma. La espiritualidad madura no es un lugar donde todo fluye fácil y milagrosamente. Es donde te conviertes en un canal lúcido de lo que ya es divino, incluso en los días difíciles. Es donde dejas de huir de ti mismo y empiezas a practicar todo lo que antes solo leías y repetías.
Cuando decides crecer, el Universo entero se reorganiza para apoyar este movimiento. Pero esto solo ocurre cuando dejas de esperar el rescate... y eliges asumir la responsabilidad.