23/06/2025
*El matrimonio ha destruido a más mujeres que el hambre, la guerra o los desastres naturales…*
A menudo encuentro en mis comentarios esa imagen que muestra el *“proceso de evolución inversa”* de la mujer casada. Y atribuyen todo esto a una frase que dijo la villana Cruella: que el matrimonio arruinó a más mujeres que el hambre, los desastres y demás.
Creo que pusieron esas palabras en boca de un personaje negativo a propósito. Querían mostrar que Cruella no tenía corazón. Pero lo que hicieron fue convertirla en un lema para quienes han sufrido matrimonios fallidos o le temen con todo su ser.
Mi opinión al respecto es doble. Por un lado, entiendo que en algunos matrimonios pasa exactamente así. Pero por otro, no me gusta culpar a cosas o situaciones. No es el matrimonio lo que destruye a una mujer, sino ciertas actitudes o circunstancias que se aprovechan dentro de él.
*1. Codependencia*
Por ejemplo, la maldita codependencia: es la razón número uno de los problemas en el matrimonio y del “look devastado” de la esposa. Seamos honestas: las mujeres de alcohólicos, jugadores o criminales suelen verse fatal. Las “salvadoras” eternas y las que sacan a sus parejas de líos casi nunca están cuidadas, exitosas o realizadas. Toda su energía, que podría destinarse a algo productivo, se va directo a un “agujero negro”.
El rol de rescatadora se pega como una máscara que ya no se puede quitar. Y todos los demás roles —la mujer plena, la profesional, la persona con intereses, la conversadora apasionada— desaparecen.
En nuestra cultura, la codependencia florece porque romantizamos el sacrificio, el deber, la culpa. Les ponemos brillantina a una realidad aterradora: la persona que se pierde a sí misma. No es asunto del matrimonio; muchas mujeres creen que el matrimonio equivale al sacrificio. Es la disposición a perdonar y a salvar lo que nos enseñaron desde chiquitas.
*2. Fusión*
Otra razón por la que una mujer puede descuidarse en un matrimonio es la fusión con el otro. Sucede cuando aparece un bebé, un familiar enfermo o alguien completamente vulnerable. El “yo” se transforma en “nosotros”, y dentro de ese nosotros, lo individual deja de tener importancia.
A veces esa fusión es necesaria y noble: para criar un bebé, cuidar de un enfermo, despedir a alguien querido. En esas familias, la carga es alta. No hay nada de malo en fusionarse temporalmente. De hecho, creo que las mujeres que cargan el mundo sobre sus hombros son la base de nuestra sociedad. Realmente admiro esa fortaleza.
*El problema viene cuando esa fusión no tiene fin.* Cuando la familia deja todo el cuidado de un bebé o una tía mayor sólo en ella, sin preguntarle cómo se siente, sin importar sus sueños o necesidades. Esas mujeres acaban sepultadas por una expectativa familiar que las silencia.
*3. Autoestima*
La tercera causa de infelicidad es la autoestima baja. Una mujer con poca autoestima anda parada en puntas de pies frente al esposo, buscando su aprobación constante, esforzándose por complacerlo. Si a él le importa su apariencia, quizá ella se arregle y todo bien. Pero si él valora la tranquilidad del hogar, entonces él premiará que ella se convierta en la responsable del hogar… y olvidará su cuidado personal para mantener la paz y su beneficio.
Una mujer con alta autoestima no permitirá eso, ni dentro de un matrimonio ni sola: se marchará. Pero una con autoestima baja buscará a alguien que la explote—en el trabajo, en su grupo de amigos… muchas veces se tardan años en encontrar el valor para decir *“soy valiosa, aunque no haga nada por ustedes”.*
*No lo olvidemos: no es el matrimonio lo que destruye, sino la codependencia, la fusión sin fin y la falta de autoestima*. Y nuestras niñas merecen crecer con la fuerza para amar sin perderse.
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