04/09/2025
En 2004, Jeanna Giese asistió a un encuentro de su iglesia en el estado de Wisconsin, Estados Unidos, cuando un murciélago entró al lugar. Al ver el caos que causó su presencia, esta amante de los animales decidió tomarlo con un trapo y liberarlo en el exterior, pero, antes de lograrlo, el murciélago alcanzó a darle una pequeña mordida.
La madre de la joven limpió la herida superficial con agua oxigenada; sin embargo, 37 días después, Giese comenzó a tener visión doble, fiebre y dificultades para caminar. Los doctores no entendían el motivo de los síntomas hasta que la familia recordó el hecho, y las pruebas lo confirmaron: era rabia.
Al haber pasado más de un mes sin tratamiento, el pronóstico no era alentador. Ninguna persona había sobrevivido al fatal virus, pero el médico de cabecera ofreció una alternativa nunca antes probada: inducir el coma de la joven para que tuviera tiempo de crear anticuerpos y así evitar la disfunción cerebral temporal, que termina siendo mortal.
Estuvo en coma durante una semana, y luego fue monitoreada por 31 días de cuarentena, hasta que se dejaron de detectar rastros del virus. De esta forma, Jeanna Giese se convirtió en la primera persona en sobrevivir a la rabia.