10/08/2025
Hace unas semanas, alguien me compartió su molestia por lo ocurrido con un video en TikTok. Unas chicas —a las que él no conocía personalmente— habían subido un video bailando música urbana, y algunas personas comenzaron a burlarse de ellas en los comentarios. Le pareció muy cruel y me preguntó cómo hacen las mujeres para manejar ese tipo de situaciones.
Le respondí que, en primer lugar, no hay que tomarlo como algo personal. Cuando somos empáticos corremos el riesgo de pasar todo el día cargando con el dolor ajeno y eso no es sano. Es fundamental aprender a proteger nuestra energía.
En segundo lugar, le recordé una verdad sencilla pero profunda: las personas heridas, hieren. Una persona que tiene buena autoestima y se siente satisfecha con su vida no dedica tiempo a maltratar a los demás. El complejo de superioridad suele ser solo la máscara de un profundo miedo a la inferioridad.
Por último, le expliqué que al usar redes sociales para mostrar aspectos de nuestra vida, firmamos un “contrato imaginario” en el que aceptamos que nos estamos exponiendo a críticas, insultos y escrutinio público. Esto no significa que los abusadores tengan derecho a ofender; significa que la búsqueda de seguidores y el deseo de crear contenido viral inevitablemente abren la puerta para que cualquiera opine y critique. Si no puedes lidiar con eso, lo más saludable es evitar publicar.
La triste realidad es que cuando vives para ser visto, tu vida deja de ser tuya y se convierte en consumo público.