19/06/2025
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🔴 La CIRROSIS HEPÁTICA
Es una enfermedad crónica y progresiva del hígado que se caracteriza por la sustitución del tejido hepático sano por fibrosis y nódulos de regeneración, lo que conduce a una pérdida gradual de la función hepática. Es el resultado de una lesión hepática prolongada y suele estar asociada a diversas causas como el consumo excesivo de alcohol, infecciones virales como la hepatitis B y C, enfermedades autoinmunes, trastornos metabólicos y el hígado graso no alcohólico.
En las primeras etapas, la cirrosis puede ser asintomática o presentar síntomas inespecíficos como fatiga, debilidad, pérdida de apetito y molestias en el área abdominal. A medida que la enfermedad avanza, los síntomas se hacen más evidentes e incluyen ictericia (coloración amarillenta de la piel y mucosas), ascitis (acumulación de líquido en el abdomen), edemas en las extremidades, hematomas espontáneos, confusión mental (encefalopatía hepática) y sangrado digestivo por várices esofágicas.
El diagnóstico de la cirrosis se basa en la historia clínica del paciente, exploración física y estudios complementarios. Los análisis de sangre pueden mostrar elevaciones en las enzimas hepáticas, disminución de la albúmina y alteraciones en la coagulación. Las pruebas de imagen como la ecografía, la tomografía computarizada (TC) o la resonancia magnética (RM) pueden revelar cambios estructurales en el hígado. En algunos casos, se requiere una biopsia hepática para confirmar la enfermedad y determinar su causa.
El tratamiento de la cirrosis depende de su causa y del grado de afectación hepática. En el caso de la cirrosis alcohólica, es fundamental la abstinencia total del alcohol. Si la causa es una hepatitis viral, se utilizan antivirales específicos. En la cirrosis por hígado graso, se recomienda la pérdida de peso y el control metabólico. Además, se emplean medicamentos para manejar las complicaciones, como diuréticos para la ascitis, lactulosa para la encefalopatía hepática y betabloqueantes para prevenir el sangrado de las várices esofágicas.
En las etapas avanzadas, cuando el hígado ya no puede cumplir sus funciones, el trasplante hepático se convierte en la única opción terapéutica. Los pacientes candidatos deben someterse a una evaluación integral y ser incluidos en una lista de espera para recibir un órgano compatible. Sin embargo, el trasplante no está exento de riesgos y requiere un seguimiento médico de por vida.
La prevención de la cirrosis se basa en evitar factores de riesgo, como el consumo excesivo de alcohol, la obesidad y las infecciones virales. La vacunación contra la hepatitis B, el uso de pr********vo en relaciones sexuales de riesgo, la higiene adecuada en el uso de agujas y jeringas, y un estilo de vida saludable son fundamentales para reducir la incidencia de esta enfermedad. Además, los chequeos médicos regulares permiten detectar precozmente alteraciones hepáticas y prevenir su progresión a cirrosis.