03/05/2024
A continuación, presento mis reflexiones sobre el éxito, recogidas de otras pequeñas publicaciones variadas de superación personal y otras tan recicladas que ya se perdió el origen y que he ido juntando y ordenando a lo largo del tiempo y hoy quiero compartirlas con ustedes a modo de reflexión.
El éxito, para el ego, es el impulso por ganar. Pero para el alma, es una lección, es aprender. Por lo tanto, el fracaso dependerá también de qué significa para cada uno esta palabra en su vida.
Culturalmente estamos criados para la inmediatez, la comodidad, el gozo, el menor esfuerzo y lo fácil. Educados para evitar el camino del sufrimiento y la incertidumbre. En este contexto, el error o la sensación de fracaso, puede significar para algunos algo doloroso o incómodo, pues recalca “lo perdido”. Significa cruzar a la zona del malestar, la crítica o auto crítica, al señalamiento o a la desilusión. Para otros, la necesidad de ganar es una exigencia aún más fuerte pues perder sería imperdonable. E incluso, puede ser algo paralizante. Algunos abandonan sus sueños de éxito cuando lo hacen desde el ego; un ego que impone sus expectativas, un ego que exige y podría decir: “deberías ganar a la primera, ganar de determinada manera, ganar fácil y rápidamente”, etc. Entonces por miedo a no cumplir estas expectativas y percibirse como “posible perdedor” y finalmente caer en la desilusión, se prefiere ni siquiera intentar. Esta cultura a la que me refiero impide ver la cara completa del camino que cruzamos para lograr aprender. Y es que elegir el camino del aprendizaje es tomar conciencia plena de que también se elige un tramo de frustraciones, de intentos fallidos y de sensación de malestar (quizas miedo o vergüenza).
Una habilidad para llegar al éxito y no morir en el intento es que el ser “exitoso” desde el alma de buen aprendiz, tiene un tipo de actitud especial, pues logra ver lo que se gana incluso cuando pierde, lo que se obtiene o lo que le queda en vez de fijarse en lo que perdió y en lo que le falta. Por otra parte, otros prefieren “aprender”, y esperar preparados para el momento más adecuado de intentarlo. Esta capacidad de prepararse, planificar y contemplar la posibilidad de fallar como una realidad es una habilidad que empodera. Desde este cambio de actitud se llega al entendimiento del significado del éxito, como aprendizaje; el “aprendiz” deja de lado las expectativas del ego y cambia su dialogo interior dejando de decirse cosas hirientes cada vez que falla. Palabras de desprecio que tal vez oyó decir de otro cuando fallaba, o que otro le dijo y lo convirtió en parte de su autoconcepto de "perdedor".
Entonces cabe preguntarse, ¿qué es una actitud exitosa? Entre otras cosas es la capacidad para mejorar el autoconcepto, cambiando aquellas frases que la persona se dice de sí mismo ante un error. Una persona que se siente fracasada es aquella persona que falla y se dice: “me rindo”, “no puedo”, “no soy lo suficientemente bueno”, etc., y luego se justifica, se autocompadece, se auto lamenta, no analiza, no abraza el momento, elije sufrir y finalmente sabotea la posibilidad de aprender.
Entonces, el éxito involucra varias dimensiones, viene a ser un esfuerzo constante centrado en las propias habilidades y el propósito de ganar un aprendizaje y de obtener un resultado; es decir, es un acto de conciencia plena sobre el desafío que se nos presenta; no es solo el necesario impulso de ganar. Para una persona de actitud exitosa, digamos “un buen aprendiz”, tener un “mal día” es una bendición, pues todo lo que le pasa son enseñanzas y todas las personas con las que se encuentra son maestros. La vida, las experiencias, los desafíos permanentes son verdaderos maestros. Caer y recaer es parte del tratamiento, parte del camino para tener éxito. Actitud es repetir este acto de toma de conciencia todas las veces que sea necesario hasta interiorizarlo y asumirlo. Entonces, cada vez que se equivoca sentirá que, a pesar de la falla, está en el camino correcto. Y cada vez que falle se dará a si mismo ánimos para analizar dónde está el error y lo tomará como una oportunidad de mejorar y de acercarse al éxito que busca.
Querido lector, sepa usted que podemos justificar nuestro fracaso desde nuestras carencias, nuestro pasado o defectos. Todo ello es válido y con ese pesar, aún estamos aquí en el presente, y la actitud correcta puede poner todo eso de lado si nos lo proponemos. La idea no es “no equivocarse”, si no, aprender de la experiencia del error, tomar las ganancias dentro de la equivocación y aceptarlo como parte del proceso. Armar una nueva estrategia correctiva y, si es necesario, aprender alguna nueva habilidad y con eso, volver al campo de acción para experimentar nuevamente pretendiendo no volver a cometer el mismo error. Que los sentimientos de culpa o el desprecio, que se enseña culturalmente ante un error, no le quiten la libertad de soñar e intentar. Que tampoco el cansancio de intentar e intentar le lleven a bajar sus energías ni sus ganas, ni le hagan quedarse en la misma línea de mediocridad, dentro de su zona de confort.
Recuerde, lo pasado no nos representa. La sensación de fracaso dura tanto como dura el éxito: un instante. Lo importante es la actitud de decir: ¡Ok, Ahora qué sigue!
Todo triunfador abraza el proceso completo, pues es un "fracasado" el 99% de sus intentos. Y está a gusto fuera de su zona de confort, porque el fracaso es el entorno el 99% de las veces. Sabe que así debe ser y que no está mal. Hoy usted se tiene a usted mismo, entonces vea qué habilidades le hacen falta, practique, aprenda, prepárese y salga de su zona de confort con las ganas de ser quien tanto quiere ser a partir de hoy. Y recuerde, todo triunfador fue un fracasado que no se dio por vencido.