17/04/2020
NUTRICION Y EMOCIONES
Hola, siempre he estado atenta a que pasa entre mi pasión: la alimentación y mis emociones. Esta cuarentena, ha sido y continúa siendo un curso intensivo de observación, consciencia e
investigación entre la alimentación y mi mundo emocional
En muchas ocasiones he entrado en conflicto entre la calidad y cantidad de alimentos que escojo, y mis verdaderas necesidades, pues entre uno y otro no existía correspondencia, y en
muchísimas ocasiones, incluso siendo consciente de ello, decidía escoger lo que no correspondía
a mi necesidad, es decir, he comido alimentos en mayor cantidad y de menor calidad de los que necesitaba y eso después me generaba una sensación de pesadez, mezclada con culpa…, lo que me
indicaba una desconexión total, (además de un intento de autosabotaje intencional).
Pero, por qué hacía esto?
Observé, investigué y me miré...
Durante gran parte de mi vida me he dedicado a leer y estudiar mucho sobre toda clase de
dietas.
Estas siempre pendulan entre extremos, que hoy van desde la crudi-vegana pasando por un vasto abanico de combinaciones y planes llenos de restricciones, hasta la cetogénica; o desde comer cada 3 horas versus no comer por 18 horas; o desayuno obligatorio versus no comer nada antes del mediodía; e innumerables etc.
Todas estas instrucciones y son agotadoras y generan un estrés innecesario, porque cada ser es distinto y solo conectándote con tus necesidades tendrás la sabiduría que necesitas
La dificultad más grande que yo afronte, es que muchas veces aun sabiendo que no necesitaba comer, ni beber ciertas cosas, igualmente sentía el impulso y las elegía. Sólo cuando busqué
dentro de mí, entendí que esto respondía más a una necesidad emocional:aburrimiento, vacío, acumulación de emociones no expresadas, frustración, ansiedad, angustia o algún otro monstruo interior, y en mi cabeza por alguna razón creía que si tapaba ese hueco comiendo o bebiendo algo, llenaría ese espacio y todo volvería a la calma, pero,…luego venía lo siguiente: la
culpa!!!
Lo primero que tuve que aprender es a estar en contacto conmigo, con mi vida, y a identificar
que en esos momentos en que atacan los monstruos mentales, donde aparece la niña interior que se siente abandonada, no querida, angustiada o sin control, no sirve de nada buscar algo
para llenar ese hueco con cosas o alimentos. Conforme fui despertando, fui siendo más consciente, me fui acercando más a mi vida y a hacerme cargo de mis emociones, honrándolas, aceptándolas tal y como son, sin juzgarlas, ni tratando de taparlas, En momentos de
vulnerabilidad o cuando aparecían estos episodios, empecé a abrazar a mi niña interior, a sostenerla y calmarla amablemente y esto me permitió empezar a sentirme más plena y completa.
Entendí que cuanto más integrada con mi mundo interior estaba, eran menores los ataques de ansiedad y menores los desquites con las comidas. Esto se tradujo en ser menos impulsiva con los alimentos, y ahora me doy el tiempo de preguntarme antes de comer algo, si realmente lo necesito, y si lo que voy a ingerir me nutre
Reaprendí a escucharme, al estar más conectada con mis emociones lo estoy con mis necesidades reales.
Yo hace un tiempo lo entendí y lo aplico en mi vida: escucho a mi cuerpo y confío. Él me dice cuáles son mis necesidades alimenticias según como me siento. Esto me ha hecho libre y me ha liberado de culpas.
Vivo más ligera y disfruto más!!!…
Cuando somos más conscientes, la comida también encuentra su verdadero lugar.