10/09/2024
Yo, que he andado por desiertos y montañas,
que he bebido del viento y me he perdido entre las sombras,
vengo a pedirte, mujer de tierra y cielo,
que me enseñes a honrar lo sagrado que vive en ti.
He dejado atrás las máscaras y la piel gastada
de tantos días sin luna,
ahora camino descalzo por tus mares,
y en cada ola, busco tu bendición,
tu guía, tu fuerza,
tu nombre escrito en el eco de la noche.
No soy más que barro moldeado por las manos del tiempo,
pero he sentido tu pulso en cada raíz,
en cada latido oculto bajo la tierra,
y sé que tu poder, mujer, es el poder de la vida misma.
Déjame cuidar de tu semilla,
de tus frutos, de tus aguas,
déjame proteger el silencio que guardas en tu vientre,
donde los sueños se gestan y el universo se vuelve real.
No tengo miedo a perderme en tu fragilidad,
en tu furia, en tu calma,
en la lluvia que arrastra memorias antiguas,
porque en ti reconozco la danza infinita del amor y la muerte.
Tómame en tus manos, hazme un guardián de tu fuego,
de tus ciclos, de tus ritmos sagrados,
que mis pies aprendan a caminar tu camino,
y mis ojos, a ver la luz que brota de tus entrañas.
En tu abrazo me rindo,
con el corazón desnudo, abierto,
como quien espera el amanecer tras largas noches de vigilia.
Dame el don de cuidarte,
de amarte, de respetarte,
porque en tu vientre vive el misterio de la creación
y yo quiero ser digno de tu verdad.
Tú eres la tierra, y yo, la semilla que espera.
Tú eres la sangre que fluye, y yo, el río que sigue tu curso.
Guíame, enséñame,
que mi ser encuentre en ti su razón, su destino, su fe.
A’hoo, mujer medicina,
madre de soles y lunas,
en tu nombre me postro,
y en tu sabiduría, confío.