03/06/2025
#55° Años del sismo alud de 1970
DEL DOMINGO 31 DE MAYO DE 1970
Cortesia: Walter Tamayo Alegre
Empezando el mes de mayo de 1970 se había inaugurado el primer campeonato de futbol (Categoría sub-14), de la Liga Provincial de Yungay, participando todos los equipos de la provincia, por Mancos estaban el tradicional HDC y el Huracán (mi equipo) entre los niños de aquella época era el tema de todos los días, y pasábamos preparando y pensando en el juego del fin de semana siguiente, ese 31 de Mayo nos tocaba enfrentar al CUR (Ranrahirca) a las 10:00 a.m., en el Estadio Fernández de Yungay.
Salimos de Mancos temprano con anticipación bastante entusiasmados, pues estábamos invictos en las 4 primeras fechas, después de un disputado juego el resultado fue CUR (5) Huracán (3), bastantes tristes por nuestra primera derrota retornamos a Mancos, ya enfocados en la Inauguración del Mundial de Futbol México 70, que a la 1:00 p.m. darían inicio a dicho torneo: México Vs URSS (Rusia), durante el almuerzo mi papá Ishaco Alegre y mi persona prendidos de la radio Philips de la casa muy atentos a los comentarios de Pocho Rospigliosi y la narración de Lucho IsusKi, por “Ovación” de Radio El Sol de Lima, ya casi al finalizar el partido (quedo 0-0) me acordé que el Lunes a primera hora, me tocaba Instrucción Premilitar (IPM) con el Sub-oficial Mejía (muy famoso por su estricto apego a la disciplina en el colegio), como tenía el cabello un poco largo, mi abuelo (papá) me mandó a Yungay a buscar a Ludio Torres (peluquería LUX) y Salí por la plaza hacia el paradero al pasar por la esquina entre la plaza y Dos de Mayo, en esa esquina tenía una tiendita mi tío Víctor Alegre (Sota), en ese momento iba Saliendo de su casa el señor Miguel Ángeles Mejía en su camioneta Ford azul, con sus hijos Walter (14), Roque (12) y Leonel (11) quienes iban con su papá a ayudarle a empaquetar azúcar para vender en la semana en su tienda en la plaza de Yungay, al llamado de Roque me subí al carro y partimos, al llegar a la pista se subieron 4 amigos más, los hermanos Villafranca: Ronan (12) y Hugo (11), hijos de Huachino y los hermanos Vega: Armando (12) y Carlos (10) hijos de la señora América, quienes iban a Matacoto, a estas alturas de mi relato debo indicarles que fui el único sobreviviente de ese grupo que salimos de Mancos en ese vehículo, pare entonces a los 12 años de edad, nuestros días discurrían llenos de alegría y entusiasmo junto a mis amigos, en el transcurrir del viaje hablamos muy animadamente en la parte trasera de la camioneta, apasionados como éramos todos nosotros por el futbol y por el debut de nuestra Selección Nacional el próximo Martes 02 de Junio frente a Bulgaria. Al llegar a Huarascucho en la entrada hacia Matacoto se bajaron los 4 amigos (serían como las 3:00 p.m.) y nosotros proseguimos nuestro viaje, al llegar a la Plaza de Armas de Yungay, frente a su tienda (Bodega la confianza) nos despedimos especialmente de Roque mi amigo y compañero de estudios desde el Jardín de Infancia, Transición y toda la primaria, me comentó que el sábado anterior ellos habían ido al Circo y me recomendó que fuera a verlo, empecé a caminar en dirección sur por el jirón 2 de mayo hacia la peluquería LUX y me encontré con (Ñango) Hernán Márquez Alegre (16) mi tío y además compañero del primer año de secundaria “Hola Waty que haces” le conté y me acompañó, conseguimos cerrado el negocio, caminamos hacia la esquina y al doblar frente al negocio de telas del Judío Hubel estaba otra peluquería, me dije a mi mismo “aquí es Waty”, pensando así evitar el regaño de mi abuelo y sobre todo los golpes y regaños del Sub Oficial incluida su famosa lustrada que dejaba los pantalones del uniforme pintado de negro, encontramos al señor que atendía a otro niño y muy apurado trataba de terminar su trabajo, luego como le dije que solo yo me iba a cortar el cabello, me hizo sentar y me coloco el protector, entró a su casa y volvió a salir y me dijo “tienes que esperar niño porque voy a almorzar” está bien, encogí los hombros y me dije no te queda otra, agarré el Diario Expreso que estaba sobre la mesa de trabajo del señor y me disponía a leerlo, fué cuando Ñango me dijo: Vamos a la plaza y regresamos en 10 minutos cuando el señor se haya desocupado (serían las 3:10 p.m.), está bien, me quite el protector y bajé, ya venimos señor, almuerce tranquilo vamos a la plaza y regresamos, está bien me contestó con la boca llena, llegamos a la plaza a paso rápido y Ñango me dice vamos al circo Waty yo sé cómo podemos entrar sin pagar, me acordé lo que me había comentado Roque y me animé, vamos pues y ya estábamos en camino hacia el estadio (3:15 p.m.),por el Jr. Dos de Mayo en dirección norte, cuando pasamos por el nuevo Cine Huascarán, ví mucha gente sobre todo niños, alistándose para ingresar seguimos nuestro paso presuroso antes de que empiece la función de matiné, llegamos al portón del Estadio y mientras caminábamos hacia la piscina y veíamos que hacer regresamos al portón, había muchos niños apresurados por entrar, la música con un fuerte sonido por los parlantes que colgaban del portón metálico del Estadio (3,25 p.m.) ¡¡¡ TEMBLORRR !!! GRITOS Y DESESPERACIÓN, la tierra empezó a temblar cada vez con mayor intensidad, por instinto pensé en ir a la plaza para regresar a Mancos, corriendo llegue hasta el Cine, en frente en una casa antigua me llamó la atención unos gritos de unas señoras, me acerqué y eran unas monjitas desesperadas tras el portón principal pedían ayuda para poder salir, hicimos lo posible ese portón se descuadró con el sismo y no pudimos abrirlo, en medio de la calle ví hacia la plaza y estaba llena de escombros, y en eso mi tío Juan Sifuentes Bazán (Fanshillico) venia corriendo con su hija Vilma, en medio de toda esa gente desesperada me reconoció “Sobrino adónde vas”, “ vente vamos al cerro que viene el Aluvión”, “corre carajo” y de un solo carajazo me hizo girar y empecé a correr sin mirar atrás, antes de llegar al estadio miré hacia el Huascarán y llegue a ver la masa de lodo cual una ola gigante se nos venía encima sacando chispas y fuego al golpe de las rocas, ví también salir del circo a los payasos listos y vestidos para la función, a mis tías Julia María, Betty Ortega Violeta con sus hijos corrían desesperadamente hacia el cerro Atma, más adelante alcance a Freddy Domínguez (el gordo), con su papá y hermanas, también a Sixto Hidalgo con todos sus hermanitos menores, cargaba en brazos a Ítalo que tenía el rostro ensangrentado, también Oscar y Charo y a Ketty y Lincoln Alegre Figueroa también con sus hermanos menores Martha y Jesús, en ese trajín de saltar Sequias y sortear grietas que se abrieron con el sismo sentí el estruendoso ruido del Aluvión, que a su paso traía, lodo, rocas y ese olor a pólvora tan intenso por el tronar de los mismos, en ese instante me paralicé y giré hacía atrás alcancé a ver como la carpa del circo se iba cual un inmenso barco y de pronto desapareció, seguía el ruido cada vez más intenso, me recobré y seguí trepando el cerro, corría y corría, púes el ruido intenso que les decía era del Rio Santa, el Alud que arrasó Ranrahirca chocó en la Cordillera Negra y seguía su paso hacía Caraz, parecía que se había represado y que regresaba hacía nosotros así que a seguir trepando, en eso me conseguí nuevamente con Ñango, nos asomamos al borde del cerro y alcanzamos a ver al costado izquierdo el inmenso aviso en el cerro: YUNGAY HERMOSURA y al volver la mirada las cuatro palmeras que quedaron en pie y el paisaje desolado de nuestro Yungay hermosura, arrasado por la fuerza incólume de la naturaleza, seguimos nuestro ascenso entre grietas cada vez más largas profundas y numerosas, entre 4:30 y 5:00 p.m , empezó a oscurecer intensamente en esas alturas del cerro ATMA, alcanzamos a ver una casita de campo cuya familia nos abrazaron y nos brindaron su ayuda, su casa solamente la parte de la entrada cayó a medias, iban llegando más gente todos niños, en total fuimos 13 que esa noche estuvimos protegidos por esa familia, entre ellos un bebé de unos 4 añitos, ya dentro de la casa nos acurrucamos entre todos y aun así no pudimos dormir por los constantes temblores y derrumbes del Huascarán, hasta que decidimos salir de la casa y junto a las vacas, ovejas y demás animales en el patio bajo un árbol pudimos conciliar el sueño.
Amaneció y luego de las atenciones de nuestros amigos anfitriones con un exquisito papakashki que parecía un manjar del cielo empezamos a bajar, no se distinguía muy bien hacia abajo por la polvareda que se originó el día anterior, nos conseguimos con un campamento formado por los sobrevivientes, en una extensa chacra donde hacía poco habían cosechado maíz y habían rumas y rumas de pancas, me conseguí con los amigos y familiares de Mancos y armamos nuestra choza con las pancas, también la gente bajaba hacia las orillas del alud, porque en la noche se escucharon desgarradores gritos de los heridos pidiendo auxilio, iban llegando los heridos, entre ellos un señor que le decían el chino Suárez que se encontraba inconsciente y semidesnudo con heridas en el rostro y todo el cuerpo, literalmente destrozado por los golpes al ser arrastrado por el lodo hacia la orilla, gracias a Dios y con la ayuda de hierbas y remedios caseros poco a poco el señor se fue recuperando, también el bebé de 4 años fue encontrado por sus familiares.
La gente en el improvisado campamento se fue organizando, el señor Hurtado (cariñosamente llamado Characato) junto a otros ciudadanos iban dirigiendo acciones para contrarrestar la situación de emergencia del momento, consiguieron un inmenso perol y lo llenamos de agua que pasaba por las acequias que rodeaban el lugar, por cierto agua turbia por el lodo del alud, al cual se le añadían cactus y sábilas cortadas en trozos para potabilizarla y cada grupo se acercaba para proveerse del vital líquido, también consiguieron un toro y lo sacrificaron para distribuir la carne entre toda la gente.
Por mi parte junto a Sixto Hidalgo y Lincoln Alegre, salimos a evaluar la Zona, caminando conseguimos una casa con su huerta (abandonada) claro que regresamos con nuestra gallina bajo el brazo, y con suficiente fruta (lima, manzana y naranja) para el grupo, pasamos la tarde noche entre fogatas y como yo era el mayor de los varones me toco dormir en la puerta de la choza (vigilando al grupo).
Amaneció el martes 02 de Junio y nos despertó el sobre vuelo de helicópteros en la zona, sin embargo no los veíamos por la intensa polvareda que aún cubría el cielo de Yungay, transcurrió la mañana con esa novedad, de cómo llamar la atención de los pilotos para que nos ubicaran, y nos pudieran ayudar, ya por la tarde nos congregamos al centro del campamento alrededor de una radio que uno de los sobrevivientes rescató; con banderas blanquirojas imaginarias, alentábamos a nuestra selección con la popular canción del momento “Perú Campeón”, Lucho Isuski y Pocho Rospigliosi nos deleitaban con los comentarios de las filigranas y estupendas jugadas de nuestros ídolos de aquel esplendoroso equipo, hasta que de un momento a otro nos sorprendió el primer gol búlgaro, luego de unos minutos, el 9 búlgaro llamado Popov nos volvió a dar otro cachetazo con el segundo tanto, ya con el (0 – 2) en contra terminó el primer tiempo y del grupo se escuchó una voz “apaga esa mierda” y automáticamente la radio se apagó, con la ilusión por el piso y tragándonos la segura derrota nos pusimos a jugar una pichanguita, y así pasó aquella tarde, ya entrada la noche se escuchó en el noticiero PERU (3) BULGARIA (2) , una explosión de júbilo se escuchó en el campamento dentro de ese cuadro trágico en el cual estábamos inmersos.
El miércoles 3 de Junio otra vez los helicópteros, ahora sí los podíamos ver y lograron aterrizar en unas pampas en lo que actualmente es Yungay, contentos por la llegada de la ayuda se empezó a buscar a los niños huérfanos que eran la mayoría y por grupo los iban trasladando hacía Lima, (muchos de ellos retornaron después de años ya como profesionales desde España, Bélgica, Italia y diversos países europeos), así pasamos ese día con la ida y venida de los helicópteros especialmente a Huaraz, dando prioridad a los heridos, enfermos y personas con mayor necesidad.
Amaneció el Jueves 4 de junio y nos sorprendió la llegada de un grupo de rescate, personas que vinieron desde Mancos, con el tío Rafael Montañez a la cabeza, que venía a buscar a Liuba y también Juan Alegre (Ruso), inmediatamente nos preparamos y emprendimos la caminata de retorno por que el Rio Ranrahirca aumentaba su caudal después del mediodía, a pesar de ser un tramo relativamente corto, demoramos bastante en atravesar la parte alta de Yungay, pues entre rocas y lodo que pisábamos no nos permitía avanzar rápidamente llegamos a Aura casi al medio día, buscamos en una tienda pequeña donde tomar gaseosa pero no conseguimos por ningún lado, así que lo único que podíamos tomar era cerveza, fue el primer trago de cerveza en mi vida, salimos hacia Ranrahirca porque ya se hacía tarde, otra vez lodo y roca y se veía más largo el tramo avanzando poco a poco, llegamos al rio y solamente la mitad del grupo logramos pasar el improvisado puente (dos palos de eucalipto para pisar y sogas a los costados para agarrarse), que Cedió ante la crecida del rio, ellos retornaron hacía Aura y nosotros continuamos rumbo a Ranrahirca, entramos al pueblo poco después de la una de la tarde, en lo que es la actual plaza frente a la Alcaldía nos esperaba un grupo de residentes encabezados por el profesor Nicolás Montes, preparando una olla común entre lágrimas y prolongados abrazos nos brindaron su gran cariño, luego de almorzar proseguimos la caminata, entrando por Ayaurán, sentimos el calor de amigos y familiares que nos saludaban y abrazaban a ambos lados de la pista, casi todos íbamos hacía el Cerro Llusho donde se asentaba el campamento de muchos Mancosinos, cuando llegamos a la calle 2 de Mayo, vimos la calle a ambos lados de la pista totalmente cubierto de escombros y desolación, a la altura del grifo vi a alguien conocido me encontré con mi abuelo, me cargó y con un abrazo interminable lloramos en silencio sin decirnos nada, él no sabía de la gente que fue en nuestra búsqueda para rescatarnos, tampoco sabía nada de mí, me daba por fallecido, no pudimos entrar para la casa, era imposible por la cantidad de escombros en las calles, rodeamos el pueblo y subimos llegando al campamento de Llusho, luego más tarde rodeado de mis abuelos Ishaco y Delita, mis tíos Leonel y Lily, primos y amigos que se acercaron procedí a narrarles , mi abuelo me insistía en que debía escribir esa historia , lo que en éste momento después de 50 años estoy plasmando para ustedes.
Debo confesarles amigos, que en muchos pasajes de éste relato las lágrimas inconscientemente rodaban por mis mejillas y me brotaban desde el fondo del alma y no me permitía continuar, a pesar de haber pasado tanto tiempo los recuerdos de las imágenes de aquellos momentos aún los conservo tal cual como sucedió.