Leemos en promedio entre 100 y 220 palabras por minuto, pero es posible aumentar esos números si es que entrenamos nuestra lectura. Para lograrlo, debemos dejar atrás viejas costumbres lectoras y aprender nuevas formas que nos permiten no solo leer más rápido, también mejorar la comprensión.
¿Se imagina leyendo en un día lo que normalmente le toma una semana? Una persona promedio tiene una velocidad de lectura que oscila entre las 100 y 220 palabras por minuto. Sin embargo, esa cantidad se puede multiplicar varias veces si se entrena constantemente. Ese es el objetivo de las técnicas de lectura veloz, que también apuntan a una mayor comprensión de lo que leemos.
Para quien no ha desarrollado lectura rápida, esta habilidad parece una fantasía o una especie de truco, más que un talento real. De hecho, muchos asumen que leer rápido es algo que se hace a costa de saltarse palabras o comprender muy superficialmente lo que se lee. Sin embargo, es todo lo contrario.
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Los errores que cometemos como lectores
“tenemos malos hábitos de lectura, tales como el sueño al leer, la desconcentración por ruidos, pensar en otras cosas al momento de leer, releer varias veces lo leído, olvidamos rápidamente lo estudiado, entre otras. Todos estos vicios lectores nos hacen disminuir nuestro rendimiento lector”.
Es relativamente común que mientras se lee, el cerebro comienza a divagar y a dar vueltas en temas que nada tienen que ver con las palabras que pasan frente a nuestros ojos. Es algo casi involuntario, de hecho normalmente uno sigue recorriendo las letras con la vista, pero la mente ya está en otro lado. Cuando se detiene y piensa en lo que acaba de leer, se da cuenta que no retuvo nada. Bueno, este es uno de los errores más frecuentes que cometemos como lectores, nos desconcentramos fácilmente y perdemos mucho tiempo en relectura.
Otra cosa que hacemos cuando leemos es subvocalizar. Esto significa que escuchamos dentro de nuestra cabeza las palabras que vamos leyendo. Esto limita nuestra velocidad lectora, porque implica una repetición y hay un uso de las capacidades auditivas del cerebro. Lo cierto es que reconocemos las palabras mucho antes de "oirlas" en nuestro cerebro, por lo que, a través de la práctica de la lectura rápida, es posible eliminar esta costumbre.
También muchos tenemos una velocidad de lectura estándar para todo lo que leemos. Es decir, que no importa si se trata de una novela romántica, un texto técnico o si estudiamos, todo lo leemos a la misma velocidad. Esto es perjudicial, ya que ciertos textos necesitan de distintos ritmos y tiempos según sean sus características. La velocidad debe adaptarse al nivel de dificultad de lo que leemos.
En general, todos leemos palabra por palabra. Dirigimos nuestra atención a cada una de ellas. Esto nos vuelve lentos y poco eficientes. La forma correcta de leer (correcta en cuanto buscamos mayor comprensión y velocidad) sería leyendo grupos de palabras. Esto se logra centrando la vista en pocos puntos por línea, haciendo que nuestro cerebro capte entre tres y cuatro palabras por línea.
¿Qué buscan los cursos de lectura rápida?
“En sí, la lectura rápida ayuda a elevar las velocidades al percibir la información. Sin embargo, es necesario combinar las destrezas de velocidad con técnicas de concentración, retención, capacidad de razonar y, por supuesto, de comprensión lectora”, señala Mauricio Martínez.
Existen diversos métodos que buscan enseñar una lectura veloz. Los objetivos apuntan a entregar a los participantes las técnicas necesarias para lograr una lectura dinámica, que les permita asimilar contenidos de cualquier tipo a través de un notable incremento de la capacidad, velocidad y comprensión lectora.
Las técnicas para desarrollar este talento son múltiples y cada uno apunta a mejorar alguna destreza. Algunos de los métodos utilizados por quienes practican la lectura rápida son, por ejemplo, guiar la velocidad de lectura con un lápiz o el dedo para establecer un ritmo de lectura, con diversos tipos de movimientos. También se utiliza la técnica de marcar puntos de atención en los textos para centrar la vista en ellos, de esta forma uno se entrena a leer grupos de palabras y no una por una. Una de las formas, entre muchas que existen, para eliminar la subvocalización es silbar o cantar una canción mientras se lee, de esta manera ocupamos sólo la vista para retener las palabras y no otros sentidos.
Los métodos permiten desarrollar una lectura eficiente, además de eliminar todos los malos hábitos de lectura. “Los beneficios van desde que puedas leer un libro en minutos, a que puedas aumentar tu rendimiento en el colegio, universidad o trabajo”, asegura Martínez. Si se es constante y se aplican las técnicas, según Martínez se puede llegar a leer más de mil palabras por minuto, con una comprensión y retención cercana al 100% (el promedio de retención es de 40%).