12/07/2025
—Papá, ¿me puedes prestar mil dólares para la boda? —le dijo el hijo.
El padre lo miró sorprendido y preguntó:
—¿Mil dólares? ¿Y cuánto va a costar la boda?
—Treinta y cinco mil. Ya pedimos un préstamo y usamos nuestros ahorros, pero aún nos falta. Dijiste que si un día necesitaba ayuda, podía venir contigo…
El papá se quedó en silencio un momento y luego dijo:
—Tráete a tu prometida. Los espero en mi estudio.
Al rato, los novios llegaron. El padre los saludó con cariño, les ofreció algo de tomar, y luego les dijo:
—Me dijeron que la boda costará treinta y cinco mil dólares. ¿Puedo preguntar por qué tanto?
—Es nuestro gran día —dijo el hijo—. Queremos una fiesta bonita, con mucha gente. Ella siempre soñó con eso.
El padre miró a la novia y le preguntó:
—¿Soñaste con una fiesta espectacular o con tener un buen matrimonio?
Ella dudó un segundo y respondió:
—Con un buen matrimonio, claro.
Entonces el padre les habló con calma:
—Miren, una boda dura una noche. El matrimonio dura toda la vida. No tiene sentido endeudarse solo para hacer una fiesta. La mayoría de los invitados ni siquiera van a estar en su vida en unos años.
—Yo también hice una boda grande —les contó—. Me endeudé, todos comieron, bailaron y la pasaron bien. Pero cuando se acabó la fiesta, solo quedábamos tu mamá y yo… con la deuda.
—Nadie vino a ayudarnos después. Nadie nos pagó la renta ni los recibos. Algunos hasta hablaban mal cuando las cosas se complicaron. Por eso les digo esto: he visto muchas parejas empezar su matrimonio con deudas, con estrés, y hasta con peleas por el dinero… todo por una fiesta.
El hijo se sintió incómodo:
—Si no puedes ayudarme, está bien. Pero no tenías que darme todo este discurso…
La novia lo interrumpió:
—No, espera. Creo que tu papá tiene razón. Podemos hacer algo más pequeño, más sencillo, y enfocarnos en lo que realmente importa.
El padre sonrió:
—No me estás pidiendo dinero para una emergencia o para empezar un negocio. Me estás pidiendo mil dólares para impresionar a gente. Pero no te juzgo. Solo quiero que pienses a largo plazo.
Abrió un cajón, sacó un cheque y se lo entregó.
—Aquí hay diez mil dólares. No son para la boda. Son para ustedes, para su vida juntos. Úsenlos para comenzar con el pie derecho: una casa, un viaje, un fondo para el futuro… algo que sí tenga valor duradero.
Y concluyó:
—Un hombre sabio elige bien a su compañera, y juntos construyen un hogar, no una noche de fotos. Lo importante no es cómo empieza el matrimonio, sino cómo se construye cada día.
Los dos se quedaron en silencio. Pero esta vez, el silencio no era de duda… era de gratitud.
Moraleja:
El valor de un matrimonio no se mide por la grandeza de la boda, sino por la solidez del compromiso. Empezar con deudas por aparentar puede poner en riesgo lo que realmente importa: la relación. Invierte en construir una vida juntos, no en impresionar a los demás.
—Susana Rangel 👰🏻♀️☕️✍️💬