Maribel Briceño D Maestre Psicóloga

Maribel Briceño D Maestre Psicóloga Psicóloga Clínica, Psicoterapeuta de Orientación Psicoanalítica, y Máster en Asesoría Familiar.

Todos necesitamos sentirnos sostenidos en un vínculo. No es un capricho ni una debilidad: es la forma en que nuestra men...
14/09/2025

Todos necesitamos sentirnos sostenidos en un vínculo. No es un capricho ni una debilidad: es la forma en que nuestra mente y nuestro corazón saben que no están solos en el mundo. Cuando alguien nos mira de verdad, cuando nos escucha sin juicio, cuando nos cuida con ternura, algo profundo en nosotros se ordena y respira.

Es normal que a veces las heridas nos hagan dudar o cerrarnos, pero recuerda: ningún dolor borra tu capacidad de confiar ni tu derecho a recibir amor. Los vínculos no se tratan de perfección, sino de presencia.

Atrévete a quedarte donde haya respeto, donde tu voz tenga lugar y tu esencia pueda descansar.

Muchas veces creemos que la fidelidad, la lealtad y la honestidad son pruebas de amor hacia los demás. Pensamos que se s...
10/09/2025

Muchas veces creemos que la fidelidad, la lealtad y la honestidad son pruebas de amor hacia los demás. Pensamos que se sostienen en lo que sentimos por la otra persona, pero en realidad, nacen del amor que cultivamos hacia nosotros mismos. Cuando eres fiel a alguien, cuando sostienes tu palabra o eliges la verdad, lo que en verdad estás haciendo es honrar tu propia integridad.

La integridad es esa brújula interior que nos guía aun cuando nadie nos observa. Es la coherencia entre lo que pensamos, sentimos y hacemos. Es respetarnos lo suficiente como para no traicionar nuestros valores, aunque a veces resulte difícil. Y es allí donde se sostiene la verdadera paz interior: en la certeza de vivir de acuerdo con lo que somos, no con lo que esperan los demás.

La fidelidad no es una cadena, es un compromiso que nace del respeto a uno mismo. La lealtad no se trata solo de permanecer, sino de ser auténtico incluso cuando algo cambia. Y la honestidad no es simplemente decir la verdad, sino atrevernos a mostrarnos sin máscaras, confiando en que nuestra esencia es suficiente.

Cuando aprendemos a respetarnos de esta manera, todo se transforma. Nuestras relaciones se vuelven más genuinas, más libres, más confiables. Porque solo quien se ama y se valora es capaz de ofrecer un amor sano, sólido y verdadero a los demás.

Cada vez que cumples una promesa contigo mismo, estás reforzando los cimientos de tu identidad. Cada vez que eliges la coherencia sobre la conveniencia, alimentas tu autoestima. No se trata de ser perfectos, sino de ser honestos con nuestra humanidad: reconocer los errores, aprender de ellos y seguir adelante con responsabilidad emocional.

La fidelidad, la lealtad y la honestidad no son pruebas de amor hacia otro, sino un reflejo del amor propio que has aprendido a cultivar. Y cuando ese amor florece dentro de ti, ilumina también tus vínculos, convirtiéndose en un faro que inspira confianza, serenidad y autenticidad.

“Hay momentos en que no podemos modificar lo que sucede fuera… y es justo entonces cuando nace la posibilidad de transfo...
06/09/2025

“Hay momentos en que no podemos modificar lo que sucede fuera… y es justo entonces cuando nace la posibilidad de transformarnos por dentro.”

“La tranquilidad nos baja el ritmo, la gratitud nos abre los ojos y la esperanza nos empuja hacia lo que viene. Juntas n...
04/09/2025

“La tranquilidad nos baja el ritmo, la gratitud nos abre los ojos y la esperanza nos empuja hacia lo que viene. Juntas nos sostienen, nos levantan y nos recuerdan que siempre hay un motivo para seguir creando vida”

Cómo acompañar a tu adolescente (y no morir en el intento)La adolescencia no es una tormenta pasajera, es un proceso pro...
04/09/2025

Cómo acompañar a tu adolescente (y no morir en el intento)

La adolescencia no es una tormenta pasajera, es un proceso profundo de transformación. En casa, muchas veces se percibe como si de pronto convivieras con alguien irreconocible, lleno de cambios de humor, silencios inesperados o respuestas que rozan la insolencia. Sin embargo, detrás de cada gesto hay algo más complejo: un cerebro en plena reconfiguración y una identidad que empieza a tomar forma propia.

La ciencia ha demostrado que la corteza prefrontal esa parte del cerebro que regula la reflexión, la planificación y la capacidad de pensar antes de actuar aún está en desarrollo durante la adolescencia. Eso explica por qué los impulsos se imponen, las emociones parecen desbordarse y la lógica se esconde justo cuando más se la necesita. Comprenderlo cambia por completo la mirada: no son simplemente rebeldes por gusto, están entrenando un cerebro que todavía no ha alcanzado la madurez.

En esta etapa todo se experimenta con intensidad. La alegría se convierte en euforia y la tristeza en un abismo sin fin. Pretender que razonen con calma en medio de esa montaña rusa emocional suele resultar inútil. Lo que realmente necesitan es alguien que contenga, que valide lo que sienten sin sobreactuar, que sea un referente sereno al que puedan volver cuando la confusión los abrume. La calma adulta es el mejor antídoto frente al caos adolescente, pero esa calma no puede ser distante: tiene que estar cargada de afecto. La presencia emocional de los padres es el verdadero sostén que evita que se sientan solos en medio del desorden interno.

Al mismo tiempo, el mundo social adquiere un protagonismo absoluto. Los amigos dejan de ser un complemento para convertirse en el centro de su universo, y el hogar pasa a un segundo plano. No es falta de amor, es parte natural de su evolución. El grupo de pares les da identidad y pertenencia, y el reto de los padres está en acompañar esa independencia con prudencia: ofrecer libertad sin soltar del todo la brújula que los protege. En esta dinámica también se incluyen las redes sociales y la tecnología, que son hoy el escenario de sus vínculos. Prohibirlas no es realista; lo que funciona es guiarlos en su uso, conversar con ellos y establecer límites firmes sin caer en el control asfixiante.

Los chicos y las chicas expresan de forma distinta lo que sienten. Muchas veces ellas encuentran más facilidad para hablar y compartir emociones, mientras que ellos tienden a mostrarse más reservados. Esto no significa que unos sientan más que otros, sino que cada uno necesita un lenguaje propio para expresarse. Crear un espacio donde tanto chicas como chicos puedan hablar sin temor al juicio es fundamental. A veces un simple “estoy aquí cuando quieras” abre más puertas que mil preguntas seguidas.

Acompañar adolescentes no significa dirigirlos como si aún fueran niños ni dejarlos a la deriva como si ya fueran adultos. Es ocupar un lugar de guía firme, paciente y afectivamente presente. No basta con dar normas, es imprescindible ofrecer cercanía emocional: un abrazo, una mirada que transmite seguridad, una escucha atenta que les recuerde que son importantes. La autoridad que se ejerce con claridad y respeto no genera distancia, genera confianza. Ellos necesitan saber que pueden apoyarse en ti, incluso cuando aparentan no querer hacerlo.

La adolescencia es una de las etapas más desafiantes, pero también una de las más fascinantes. Es el momento en que tus hijos empiezan a definir quiénes son y hacia dónde van, y aunque a veces parezca un caos, es el privilegio de los padres estar ahí, acompañando ese proceso de construcción. Si eliges la serenidad en lugar del enfrentamiento, la empatía en lugar del juicio y la presencia afectiva en lugar de la distancia, descubrirás que detrás de cada conflicto se esconde la oportunidad de fortalecer el vínculo y ser testigo de cómo tu hijo comienza a convertirse en sí mismo.

Maribel Briceño D Maestre Psicóloga & Fernando Maestre Poveda.Todos hablamos de la felicidad, la perseguimos como si fue...
01/09/2025

Maribel Briceño D Maestre Psicóloga & Fernando Maestre Poveda.

Todos hablamos de la felicidad, la perseguimos como si fuera un premio inalcanzable, pero pocas veces entendemos que no se trata de encontrarla sino de crearla diariamente. La felicidad no se recibe como un regalo: se entrena como un músculo, se afina como un arte, se construye con cada gesto diario.

Nuestro cuerpo nos da pistas: el bienestar está inscrito en nuestra biología. Cuando reímos, nos sentimos alegres, caminamos al sol, bailamos o compartimos un abrazo, se activan los mecanismos que nos devuelven la calma y la alegría. No es magia, es naturaleza recordándonos que estamos diseñados para vivir con plenitud.

La clave no está en esperar grandes logros, sino en aprender a reconocer la grandeza de lo sencillo. Un silencio que calma, una palabra amable, un paso dado con firmeza. La felicidad no se esconde en lo extraordinario, sino en lo que somos capaces de apreciar cada día.

Y, sobre todo, se nutre de la manera en que elegimos relacionarnos: rodearnos de quienes nos inspiran, alejarnos de quienes nos dañan, poner límites donde antes hubo heridas. No se trata de egoísmo, sino de auto cuidado.

Cada amanecer nos ofrece un lienzo en blanco. No podemos controlar todos los colores que llegarán, pero sí decidir cómo usarlos. A veces será luz, otras sombra, pero siempre podemos elegir pintar con intención de ser felices. Esa es la verdadera sabiduría: comprender que la felicidad no se persigue, se crea. Y en ese cultivo cotidiano está la obra más importante que podemos crear: nuestra propia vida.

Por: Fernando Maestre Poveda.Dejemos de romantizar a la familia consanguínea:En los últimos tiempos, hemos aprendido a c...
31/08/2025

Por: Fernando Maestre Poveda.

Dejemos de romantizar a la familia consanguínea:

En los últimos tiempos, hemos aprendido a cuestionar muchos mitos, pero hay uno que persiste con fuerza: la idea de que la familia, por el simple hecho de serlo, es siempre un pilar incondicional de amor y apoyo. Desde las columnas del New York Times, hemos visto una y otra vez cómo esta idea se desmorona ante las experiencias reales de tantas personas. La familia no es un concepto que se sostenga solo por la biología o por los lazos de sangre; la familia se define por la calidad del cuidado, por la reciprocidad, la generosidad, el amor, y por la capacidad de generar un entorno seguro.

En mi práctica clínica, como en las historias que tantas veces han llegado a la prensa, he escuchado relatos de familias donde el afecto se convierte en una moneda de cambio. En estos entornos, a menudo hay figuras narcisistas o manipuladoras que centran todo en torno a sus propias necesidades, relegando el bienestar de los demás a un segundo plano. Otras veces, se trata de parientes que se victimizan constantemente, haciendo que cualquier intento de poner límites parezca una traición imperdonable.

El New York Times ha publicado numerosos testimonios que reflejan esa otra cara de la familia. Historias de hijos que crecieron sintiéndose insuficientes porque nunca pudieron complacer a padres que sólo buscaban su propia validación. Relatos de adultos que descubrieron que su verdadero sentido de familia lo encontraron en amistades, en parejas o en comunidades elegidas, y no en aquellos con quienes compartían un apellido.

Por eso, como psicóloga y como observadora de estas realidades, insisto en que debemos dejar de romantizar la familia como una entidad sagrada por defecto. La sangre nos hace parientes, pero la familia la define el cuidado auténtico. Una familia no se mide por la obligación de soportar dinámicas tóxicas, sino por la capacidad de crear un espacio donde todos sus miembros puedan crecer sin miedo.

Al final, dejar de romantizar la familia no significa negarla, sino redefinirla. Significa tener la audacia de decir que la lealtad familiar no es sinónimo de aguantar lo inaguantable. Es entender que la verdadera familia es aquella que te permite ser tú mismo, sin tener que pagar un precio emocional a cambio.

Distancia física, y emocional mi mayor recomendación, únicamente ser cordial en caso de intento de comunicación por parte de los parientes. Cuidar la mente, y continuar rompiendo patrones de generación en generación.

“La motivación no es solo un impulso emocional: es una fuerza biológica que transforma tu cuerpo y tu mente. Diversos es...
26/08/2025

“La motivación no es solo un impulso emocional: es una fuerza biológica que transforma tu cuerpo y tu mente. Diversos estudios nos muestran que cuando cultivamos pensamientos positivos, establecemos metas y nos enfocamos en pequeños avances, nuestro organismo responde fortaleciendo el sistema inmunológico. El optimismo activa neurotransmisores que reducen el cortisol la hormona del estrés y, al mismo tiempo, potencia las defensas naturales del cuerpo. En otras palabras, cada vez que eliges creer en ti y das un paso hacia adelante, no solo mejoras tu ánimo: también le estás regalando salud a tu cuerpo. La motivación, entonces, no es un acto de magia, se trabaja en ella, es medicina preventiva y un acto de autocuidado profundo.”

“En la adolescencia, tener amigos no es un capricho: es sentirse visto, escuchado y acompañado en un momento en el que t...
25/08/2025

“En la adolescencia, tener amigos no es un capricho: es sentirse visto, escuchado y acompañado en un momento en el que todo cambia por dentro y por fuera. Cuando falta la vida social, aparece la soledad, y con ella la herida silenciosa que más tarde cuesta sanar. La psicología infanto-juvenil recuerda que las amistades en esta etapa funcionan como un factor protector clave para la autoestima, la identidad y la salud mental.”

Sabes cuidar como te vinculas? Cuidar un vínculo afectivo implica sostenerlo desde la responsabilidad emocional, entendi...
24/08/2025

Sabes cuidar como te vinculas?

Cuidar un vínculo afectivo implica sostenerlo desde la responsabilidad emocional, entendida como la capacidad de reconocer lo que sentimos, expresarlo de manera clara y asumir el impacto que nuestras conductas generan en el otro. No se trata de evitar el conflicto, sino de afrontarlo con madurez emocional, reparando con gestos honestos cuando la confianza se ha visto dañada. La solidez de una relación descansa en la coherencia emocional: la integración entre lo que pensamos, sentimos y hacemos. Esa congruencia se convierte en la base de la seguridad afectiva, imprescindible en la pareja, en la familia, compañeros de trabajo, estudios, o en la amistad.

Todo vínculo necesita también de límites claros. Desde la práctica clínica, poner distancia no es un acto de frialdad, sino de autocuidado emocional. Amar no significa sostener un lazo a cualquier costo; establecer un límite preserva la relación del desgaste y protege la dignidad de cada persona. En psicoterapia hablamos de diferenciación del self: la capacidad de mantener la cercanía sin perder la autonomía personal. Saber decir “no” sin culpa es tan esencial como saber decir “sí” con autenticidad. El apego saludable no surge de la fusión, sino de la posibilidad de compartir intimidad sin renunciar a la individualidad.

Otro aspecto decisivo en los vínculos es el modelado emocional. Un abrazo activa circuitos neurobiológicos de calma y refuerza la percepción de apoyo; pero más allá de la respuesta fisiológica, se convierte en un lenguaje de validación, y afecto. En el marco del desarrollo socioemocional hablamos de aprendizaje vicario: aquello que mostramos en la convivencia cotidiana se interioriza y se convierte en pauta relacional. Un hijo que observa a sus padres expresar tristeza sin miedo aprende que sentir es legítimo; una pareja que recibe gestos de gratitud cotidiana comprende que es vista y valorada. Estos microcomportamientos sostienen la confianza y permiten que los vínculos se mantengan flexibles frente a la incertidumbre, los desacuerdos y el paso del tiempo.

Más allá de encuentros y desencuentros siempre es posible sostener vínculos saludables que nos arropan el alma, y el 💜 evidentemente, sin madurez ello es mínimamente posible!

21/08/2025
🧿La vida también se mira con otros ojos:La vida no siempre es sencilla. A veces nos sorprende con un divorcio, con una e...
19/08/2025

🧿La vida también se mira con otros ojos:

La vida no siempre es sencilla. A veces nos sorprende con un divorcio, con una enfermedad que nos obliga a detenernos, o con cambios que rompen nuestras rutinas y nos invitan a empezar de nuevo. Son procesos que duelen, que incomodan, que nos obligan a adaptarnos cuando preferiríamos quedarnos en lo conocido. Y, sin embargo, también son oportunidades para descubrir de qué estamos hechos.

He aprendido que lo decisivo no es la adversidad en sí, sino la actitud con la que la atravesamos. Podemos caer en la tentación de agrandar los problemas hasta sentir que todo se derrumba, o podemos elegir mirar distinto: aceptar lo difícil, pero también abrir espacio para lo que sí sigue funcionando. Una práctica sencilla y poderosa es esta: ante cada experiencia negativa, proponernos encontrar al menos tres aspectos positivos que también estén presentes. No es negar el dolor, sino recordarnos que no es lo único que existe.

Este hábito, con el tiempo, se convierte en un gimnasio emocional. Al principio cuesta, parece artificial, pero luego se vuelve natural. Descubrimos que una enfermedad puede enseñarnos a valorar la pausa y el cuidado propio; que un divorcio, aunque doloroso, abre posibilidades de crecimiento y nuevos comienzos; que los cambios de rutina nos entrenan en flexibilidad. Así, la vida deja de sentirse como un peso insoportable y se transforma en un viaje más ligero, donde lo bueno y lo malo conviven sin que uno anule al otro.

Y aquí quiero detenerme en algo que me gusta especialmente: hay conceptos que se han vuelto casi clásicos porque describen con palabras sencillas lo que todos, de alguna manera, vivimos:
• Terribilitis 🤯: hacer un drama de cada problema.
• Necesititis 🛍️: creer que necesitamos mucho más de lo que en verdad requerimos para estar bien.
• Bastantidad ✨: darnos cuenta de que con lo justo ya tenemos suficiente.
• Y una de mis favoritas, dicha a mi manera: “La vida es un regalo”. Porque, a pesar de las dificultades, vivir sigue siendo una maravilla.

Al final, no se trata de negar la tristeza ni de evitar los tropiezos. Se trata de poner cada cosa en su lugar, de dar espacio a lo que duele pero también a lo que sostiene, de entrenarnos para mirar la vida con más equilibrio. Y cuando aprendemos a hacerlo, incluso en medio de los días grises, siempre encontramos motivos para agradecer, para sonreír, para seguir adelante.

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