
08/08/2025
🔴 La GASTRITIS es una inflamación del revestimiento del estómago que puede ser aguda o crónica, dependiendo del tiempo de evolución y la severidad de la lesión. Esta afección puede comprometer desde una capa superficial hasta provocar erosiones o úlceras más profundas en la mucosa gástrica. Su origen es multifactorial y abarca causas infecciosas, químicas, autoinmunes, mecánicas y relacionadas con el estilo de vida. La causa más común de GASTRITIS a nivel mundial es la infección por *Helicobacter pylori*, una bacteria que coloniza la mucosa gástrica y desencadena una respuesta inflamatoria crónica. Otra causa importante es el uso prolongado de antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) como el ibuprofeno o la aspirina, que deterioran la barrera mucosa del estómago. También puede deberse al consumo excesivo de alcohol, tabaquismo, estrés fisiológico severo (como en pacientes hospitalizados en UCI), reflujo biliar, trastornos autoinmunes como la anemia perniciosa, o exposición prolongada a sustancias corrosivas.
La sintomatología de la GASTRITIS es variable e incluso puede ser asintomática en algunos casos. Cuando hay síntomas, los más comunes son dolor epigástrico (ardor o molestia en la parte superior del abdomen), sensación de plenitud después de comer, náuseas, vómitos, pérdida del apetito, eructos frecuentes y en casos más graves, vómitos con sangre o heces negras (melena), lo que indica sangrado digestivo. En la GASTRITIS crónica autoinmune puede aparecer también anemia megaloblástica por deficiencia de vitamina B12, debido a la destrucción de las células parietales responsables de su absorción.
El diagnóstico de GASTRITIS se basa en la historia clínica, el examen físico y pruebas complementarias. La endoscopía digestiva alta es el estudio de elección, ya que permite observar directamente la mucosa gástrica, identificar inflamación, erosiones o úlceras, y tomar biopsias para confirmar la presencia de *Helicobacter pylori* o detectar cambios precancerosos como la metaplasia intestinal. También se pueden solicitar pruebas de antígenos en heces, test del aliento con urea marcada o serologías para la detección de *H. pylori*. En casos sospechosos de GASTRITIS autoinmune, se solicitan anticuerpos antiparietales y niveles de vitamina B12.
El tratamiento de la GASTRITIS depende de la causa subyacente. En casos relacionados con *H. pylori*, se emplea una terapia erradicadora triple o cuádruple, que incluye inhibidores de la bomba de protones (como omeprazol, esomeprazol, pantoprazol), combinados con antibióticos como claritromicina, amoxicilina o metronidazol durante 10 a 14 días. Para la GASTRITIS inducida por AINEs, se debe suspender el fármaco causante y administrar inhibidores de la bomba de protones para promover la curación de la mucosa. En GASTRITIS por estrés, se utilizan protectores gástricos como ranitidina o famotidina (antagonistas H2) o inhibidores de bomba de protones, y se maneja la causa del estrés fisiológico. Para casos leves o funcionales, se recomienda una dieta fraccionada, evitar alcohol, cafeína, tabaco, comidas picantes o ácidas, y reducir el estrés. En GASTRITIS autoinmune, se suplementa la vitamina B12 por vía intramuscular y se realiza seguimiento endoscópico para descartar atrofia severa o neoplasias gástricas.
Entre los medicamentos más utilizados para la GASTRITIS están los inhibidores de la bomba de protones (omeprazol, lansoprazol, pantoprazol, esomeprazol), los antagonistas de los receptores H2 de histamina (ranitidina, famotidina), antibióticos para erradicar *H. pylori* (amoxicilina, claritromicina, metronidazol, levofloxacina), agentes protectores de la mucosa gástrica como el sucralfato, y antiácidos en casos de síntomas leves. La duración del tratamiento varía entre 2 a 8 semanas, y en algunos casos puede requerirse tratamiento de mantenimiento si hay riesgo de recaída o persistencia del factor causal.
La GASTRITIS, cuando se trata adecuadamente y se eliminan sus causas, suele tener un buen pronóstico. Sin embargo, si se ignora o se vuelve crónica, puede evolucionar a complicaciones como úlceras gástricas, hemorragias, atrofia gástrica o incluso cáncer gástrico, especialmente en presencia de infección crónica por *Helicobacter pylori*. Por eso es fundamental el seguimiento médico, la modificación del estilo de vida y la adherencia al tratamiento completo para garantizar la recuperación y prevenir recaídas.