
08/06/2022
Lo que se sale de la norma, como es ya bien sabido, asusta, confunde, o simplemente disgusta porque va en contra de todo lo que nos enseñan. Las minorías remueven en el otro miedo y en algunos casos, existe una resistencia a aceptar que los tiempos cambian. Una resistencia a entender que lo “normal” es una construcción más, que evoluciona constantemente.
El sistema actual promueve la inmediatez, el individualismo, las jornadas laborales extensas, incluso cuando sean bajo condiciones precarias. Lo que importa es la tan famosa productividad, el sistema está hambriento y lo que quiere comer tiene un valor igualmente construido.
Entonces ¿Qué ocurre cuando un sujeto no satisface al sistema? ¿Cuándo no cumple con sus estándares? En ese caso, el sistema sabe muy bien como accionar: excluye, ataca, patologiza, te dice que tú eres un anormal, un desviado e intentará por todos los medios modificarte, para transformarte en un individuo funcional de la sociedad, es decir, en un sujeto “productivo”.
A los largos de los años las personas homosexuales, por ejemplo, han sido excluidas justamente por eso, por ir en contra del sistema, por quebrantar “la familia”. La pregunta acá es: ¿Qué familia? ¿Existe acaso un solo tipo de familia o es que las familias son multiplicidades únicas e irrepetibles? ¿Qué familia se está defendiendo?
¿Qué es lo que están protegiendo? ¿Por qué les fastidia tanto que alguien emplee lenguaje inclusivo? Cuando el lenguaje es en sí mismo un sistema en evolución constante que se adapta conforme sea necesario. Como bien dicen Celia Amorós: “Conceptualizar es politizar”. Lo que no se nombra, no existe. Y seguiremos nombrando con la finalidad de visibilizar otras realidades, de hacer entender que la mayoría de cosas establecidas son constructos sociales.
Aunque lo haremos sin ignorar que las codificaciones (que nos aportan) le sirven al sistema, así tienen todo siempre controlado. Para convertir lo genuino en una moda, para poner mil publicidades de parejas g**s o lesbianas con tal de aumentar sus ventas, porque al mercantilismo reinante, no se le escapa una sola.
Justamente es por eso que pase lo que pase, se debe festejar el orgullo cada año, por los que no están y por los que necesitan, por fin, estar completamente orgullosos de su identidad, orientación y expresión. Porque donde hay poder, como bien decía Foucault, hay resistencia.
“Las prácticas q***r reflejan la transgresión a la heterosexualidad institucionalizada que constriñe los deseos que intentan escapar de su norma” (Mérida, 2002).