
23/02/2025
La trampa de la perfección
Vivimos en una sociedad que nos ha enseñado a admirar a la mujer que lo tiene todo bajo control: fuerte, inteligente, trabajadora, capaz de sostener el mundo sin titubear. Se le alaba por su resiliencia, su capacidad de resolver problemas sin una sola queja, por mantener la calma incluso cuando el caos la rodea.
Pero, ¿a qué costo?
La mujer perfecta es como una olla de presión, acumulando silenciosamente cada desafío, cada expectativa, cada sacrificio. Desde afuera, parece inquebrantable, pero por dentro, la presión sigue aumentando, sin escape, sin respiro. Y cuando explota, el mundo se sorprende, sin entender que la perfección era solo una ilusión frágil.
Por otro lado, está la mujer imperfecta, aquella que se permite ser humana. La que llora cuando algo duele, la que se queja cuando está agotada, la que reconoce sus límites sin vergüenza. Se le critica por no encajar en el molde de la “mujer ideal”, pero en su autenticidad hay una verdad poderosa: ella no necesita explotar, porque permite que sus emociones fluyan, que su vulnerabilidad sea parte de su fortaleza.
¿Y tú, cuál eres?
Tal vez la verdadera pregunta no es cuál deberías ser, sino si realmente quieres seguir cargando con una perfección que, al final, solo es una prisión.