
06/09/2025
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EL MOMENTO CONGELADO (Experiencia que comparto)
Habían pasado dos semanas desde la primera sesión de Nolan con el Terapeuta.
Durante unos días, se había sentido ligero y casi animado. Había escrito un diario y releído las afirmaciones. Incluso había vuelto a ver el vídeo que le había llevado hasta ella, con los auriculares ajustados a las orejas, como si fuera un hilo invisible que le unía a una versión más tranquila de sí mismo.
Pero ahora estaba allí. Delante de la computadora. La pantalla blanca le miraba como un juez silencioso. La luz azul le escocía los ojos. La temperatura era agradable, pero un sudor frío se deslizaba por la espalda, como un escalofrío de duda.
La pesadez había vuelto. Aburrimiento. Insistente. Como una niebla pegajosa en el pecho. Intentó mover los dedos, pero seguían entumecidos. Incluso el familiar sonido del teclado le resultaba demasiado fuerte, demasiado agudo, casi agresivo. Cerró la computadora portátil con un suspiro ahogado. Una vez más.
Se levantó y dio unos pasos por la habitación. El suelo de madera crujió bajo sus pies descalzos. Se detuvo frente a la ventana abierta y respiró hondo, esperando que eso le ayudara a despejarse. Fuera, el aire era fresco y olía a musgo húmedo y a hojas en descomposición. Inhaló, esperando que eso le despejara.
—«No puedo hacerlo», murmuró, con el sabor metálico de la decepción en la boca.
Esa noche me envió un mensaje. Sus dedos temblaban ligeramente sobre la pantalla del teléfono. «Creo que ya he fracasado en tu terapia».
Su respuesta llegó a los pocos minutos. Simple. Presente.
«Hablemos de ello».
Durante la siguiente sesión, lo confesó todo. La página en blanco. El peso. La niebla. Sentía como si su motivación se hubiera apagado como una vela olvidada. Describió esa sensación: una mezcla de vacío y tensión, como si su cuerpo quisiera huir, pero no supiera adónde.
Como Terapeuta no me inmuté. Permaneci erguido, con la mirada tranquila y fija en el suelo. Escuchó con todo su ser. «No has fracasado», dije. «Solo te has encontrado con tu primer bloqueo emocional».
Hablé de lo que ella llamaba «congelación de patrones», el momento en que el inconsciente de los Esquemas pisa el freno de emergencia para evitar una amenaza percibida. Para Nolan, no hacer nada era más seguro que hacerlo mal.
Recordaba esa voz crítica interior interior que le decía: «Si cometes un error, serás juzgado. Rechazado. Humillado».
—«Tu mente no está intentando sabotearte», expliqué, inclinándome ligeramente hacia delante, «está intentando proteger la versión de ti que resultó herida». Sugerí un ritual sencillo y concreto. El cuerpo antes que la mente.
• Ponte de pie.
• Respira profundo.
• Di en voz alta: Lo que siento no es un hecho.
• A continuación, emprende una micro acción: escribe una frase, abre el documento, mueve el cuerpo.
Esa noche, Nolan lo intentó. Se levantó. Sus pies tocaron el frío suelo. Levantó los brazos hacia el cielo, inspiró y dijo suavemente:
Lo que siento no es un hecho.
Luego se sentó.
Sus dedos teclearon una frase:
«No necesito escribir perfectamente. Sólo necesito empezar».
No era una genialidad. Pero era movimiento. Y a veces, un movimiento es suficiente para romper la congelación.
Ejercicio:
Crea tu propio ritual para romper el congelamiento:
• Un movimiento (levantarse, estirarse, sacudirse).
• Una frase de apoyo.
• Una micro acción.
Úsalo siempre que te sientas atrapado por la duda o el miedo.
Afirmaciones:
• «La quietud no es fracaso».
• «Un paso es suficiente».
• «Este sentimiento no es lo que soy».
¿Qué Esquemas puedes identificar en esta experiencia?
Dr. Edgar Rodríguez V.
Director de ITEP