16/07/2023
A PROPÓSITO DE CELEBRARSE EL DÍA DEL POLLO A LA BRASA
Esta es la verdadera historia del inventor de la máquina para producir pollo a la brasa, una inventiva fecunda de un suizo con corazón peruano y espíritu oriental.
Franz Ulrich Weber, jamás pensó que sus máquinas para hacer pollos a la brasa llevarían su nombre alrededor del mundo y con merecido éxito.
Este hombre de gran empuje, perseverancia y decisión nació en Arth, cantón Suizo. Cuando empezó a trabajar para ganar dinero y contribuir con la economía de su hogar compuesto por sus padres y cuatro hermanos, tenía sólo 15 años de edad. Trabajó como mecánico en la empresa de ascensores Schindler de su ciudad natal. Luego de cuatro años, lo envían a Ginebra donde gana experiencia y aprende el francés, idioma que lo llevaría a trabajar durante cinco años en la sucursal de esta en Paris. Años más tarde, empresas diversas, entre ellas Schindler, cierra sus puertas. La crisis financiera en la ciudad luz hacía imposible seguir adelante con los negocios. Ulrich Weber regreso a su casa tras este infortunio, sin mucho dinero en el bolsillo. Permaneció en Suiza buscando empleo. Disgustado por no poder continuar asistiendo lo precaria economía familiar, envió documentos de solicitud de trabajo a varios consulados suizos. El único que le contestó, fue el peruano.
Con grandes esfuerzos, pero con la firme convicción de lograr un trabajo que lo ayude a salir adelante, reúne lo suficiente para su pasaje. Llega al Perú en el año 1936, acompañado de un coterráneo que también mantenía el mismo propósito.
Instalado en el país y sin conocer el idioma, Franz Ulrich recurre al club Suizo. Allí conoce a Bruno Tshudi, hijo político de la familia Oeschle (conocidos por sus grandes almacenes) y dueño de una mina. Al conocer la situación por la que atraviesa el joven, decide ayudarlo. Lo envía a su mina de oro Julcani, situada en Huancavelica a 4.300 m.s.n.m., como jefe de maestranza (responsable de todas las maquinarias).
Al venderse la mina en 1941, viaja a Huancayo donde establece su propio negocio y nace su segunda hija. Tiempo después, una terrible tifoidea lo postra en una clínica de Lima por un largo periodo. Pero los esposos Bruno y Edit Tshudi, permanecieron al lado de ellos brindándoles todo su cariño y afecto.
Totalmente repuesto, la casa Oeschle lo contrata en sus talleres como mecánico. Tiempo después, sin dejar de lado ese trabajo, resuelve crear su propio negocio de metal mecánica. En el lugar, es contactado por la empresa Schlinder solicitándole un pedido de cajas para ascensores, realizándolo durante un año. Inmediatamente, la firma Otis lo contrata para que les fabrique la parte interior de los ascensores, puertas, rieles y otros implementos. Vendiendo su taller veinte años después a esta última.
Mientras tanto, Franz Ulrich seguía produciendo parrillas, bombas y otras maquinarias a pedido. De pronto apareció en su vida algo fortuito. Trabajaba en la construcción de unas jaulas y comederos para Roger Schuller, que había llegado con 500 pollitos bebés de Estados Unidos para formar una granja. Pero el negocio no resultó según lo esperado. Optó entonces por tentar venderlos cocinados y baratos, en un nuevo negocio que lo llamó “La Granja Azul”, pero la tarea era complicada. Dorar muchos al mismo tiempo se hada muy difícil.
Así, Schuller le cuenta a Ulrich el problema presentado, y le solicita la confección de un artefacto que cumpla los requerimientos necesarios para lograr tal fin. Esta nueva experiencia llama su total atención e inmediatamente vuelca todo su genio creativo en esta inventiva. «La idea original partió del tradicional anticucho» nos indica. Después de un ritmo de trabajo. agitado ensamblando fierros, Franz Ulrich, logró concebir el prototipo de máquina.
«Lo primero imagen que tuve fue una parrilla cociendo varios palos que atravesaban el pollo, pero se hacía necesario una parrilla muy grande, lo cual no sería útil para una gran cantidad. Luego, pensé en una máquina que diera vueltas con una serie de fierros. Resultó poco práctico. Los fierros no quedaban parejos y había que resolver el problema de lo relación entre los engranajes pero que en 20 vueltas, cada lado del pollo hubiera pasado por los brasas; además del problema de cómo retirar los fierros calientes si estos se encontraban entornillados. Con filosofía oriental, seguí adelante con el proyecto que yo se había convertido en todo un reto para mí e ideé uno mejor manera. Forme un gancho con formo de espiral, de manera que los fierros giraron sin caer y se pudieran retirar con un simple movimiento. Después de tres intentos logramos lo construcción de un instrumento apropiado para producir el efecto dado. Este, estaba compuesto por 6 fierros en lo que cada uno podía contener hasta 6 pollos lo vez, haciendo un total de 36, y cuyo tiempo de cocción era de 20 minutos. Como ve, le dimos la forma más apropiada para producir el efecto determinado. Es decir, cumplimos con la obra a plenitud», enfatizó ellas, alguna de las cuales dieron la vuelta al mundo con su nombre.
Franz Ulrich Weber y su invento, han brindado al mercado nacional e internacional un valiosísimo aporte, tanto en el plano económico como en el gastronómico, convirtiéndose en el más popular y fecundo de los negocios.