09/05/2025
El reflejo del sanador contaminado
Bajo la luz tenue de la luna, en un rincón del mundo donde los susurros del viento aún guardan la memoria de los antiguos, vivió un sanador llamado Aureon. Su presencia era un bálsamo, su toque, un alivio. Pero en las sombras de su propia alma, algo insidioso crecía sin que él lo advirtiera.
La negación de la propia herida
Cada vez que Aureon sanaba, sentía el desgaste, pero lo ignoraba. Su fuerza menguaba, su espíritu se fragmentaba, pero la soberbia le hacía creer que su don lo volvía invulnerable. La admiración de otros reforzaba su orgullo, la riqueza alimentaba su avaricia, y la necesidad de ser deseado convertía la sanación en una danza de sombras.
Hasta que una noche, acosado por el vacío que no lograba explicar, buscó respuestas en el Bosque de los Ancestros. Allí, bajo la mirada de un árbol milenario, vio su reflejo verdadero. Una entidad envuelta en sombras y estrellas lo observaba con paciencia infinita.
— Aureon, has confundido la sanación con el poder. Te alimentas de lo que das. Tomas lo que no te pertenece. Tu esencia se contamina cada vez que tocas sin haber limpiado primero tu espíritu.
Los nueve sellos del sanador corrompido
Ante sus ojos apareció un círculo con nueve sellos, cada uno revelando los venenos ocultos en su práctica:
1. Arrogancia – Creía que su poder lo hacía superior a los demás.
2. Soberbia – Pensaba que su sanación era incuestionable, negando sus propias sombras.
3. Orgullo – Rechazaba pedir ayuda, convencido de que él solo podía sostenerlo todo.
4. Ego – Buscaba reconocimiento más que transformación.
5. Avaricia – Permitía que la acumulación de riqueza desviara su propósito.
6. Lujuria – Confundía la sanación con posesión, manipulando la energía de quienes acudían a él.
7. Gula – Absorbía más de lo que podía sostener, agotando su esencia.
8. Desconexión – Perdió el sentido de su camino, dejando que otros lo definieran.
9. Negación – Se resistía a admitir que necesitaba sanar primero.
La entidad lo miró con gravedad y susurró:
— Cada sello es una herida. Si no las sanas, no solo caerás tú, sino que arrastrarás a aquellos que confían en tus manos.
La energía sexual y la corrupción del vínculo
Aureon comprendió entonces que la energía sexual es una de las fuerzas más profundas del ser humano, no solo en el plano físico, sino en el energético. La sexualidad es fuego, es creación, es transformación. Si el sanador no ha trabajado su relación con su propia energía sexual, puede contaminar su práctica.
El poder de la sanación es íntimo, es una apertura energética que puede confundirse con una entrega profunda. Aquí yace el peligro: cuando el sanador no ha equilibrado su deseo, puede generar vínculos indebidos, donde el intercambio energético se distorsiona. Se vuelve seductor, magnético, pero no desde la pureza, sino desde la necesidad de recibir algo más que sanación.
Una sanación contaminada por una energía sexual no trabajada puede:
1. Confundir a quienes buscan ayuda, haciéndolos sentir una atracción inexplicable.
2. Viciar la intención del sanador, que empieza a usar su energía para llenar vacíos personales.
3. Generar dependencia entre sanador y paciente, distorsionando el propósito de la sanación.
4. Abrir puertas energéticas inapropiadas, donde la conexión deja de ser espiritual y se convierte en intercambio de poder.
La purificación del vínculo
Aureon supo que no podía seguir sanando sin enfrentarse primero a sí mismo. Se alejó del mundo, se miró al espejo sin la máscara del sanador ilustre. Reconoció sus sombras, rompió su ego, purificó su intención y trabajó su energía sexual con disciplina y consciencia.
Entendió que la sanación es entrega, pero no invasión. Es apertura, pero no apropiación. Es canalización, pero nunca posesión.
Cuando finalmente regresó, su energía era distinta. Su toque no solo aliviaba, sino que traía consigo la paz de un espíritu limpio. No buscaba la admiración, ni el aplauso, ni la acumulación. Sanaba porque su alma había aprendido el equilibrio.
Moraleja
El verdadero sanador no es aquel que acumula conocimiento, fama o seguidores. Es quien primero enfrenta su propia oscuridad, quien aprende a limpiar su alma antes de tocar a otros. Porque sanar sin sanarse primero no es sanación, sino contagio. Y las sombras que no se reconocen terminan devorando la luz que creemos poseer.
Nelson Enrique Zamora
Escuela de sanación "Inti en Ti - Madre Luna"
2025