Makicuna Terapias Alternativas

13/08/2025

24/07/2025

Mucho antes de que el mundo hablara de estrés postraumático, ya existían pueblos que entendían el peso invisible que deja una guerra.

En algunas culturas africanas, cuando un guerrero regresaba del campo de batalla, no era recibido de inmediato por su comunidad. Primero debía pasar un tiempo —a menudo tres lunas— bajo el cuidado de un chamán. No era castigo ni aislamiento. Era sanación.

Se creía que el alma regresaba herida, desequilibrada por el caos. Y para que pudiera reintegrarse en armonía con la tierra y con los suyos, debía ser purificada.

Uno de los rituales más antiguos consistía en aplicar cuernos sobre la piel para extraer la "sangre estancada", una forma ancestral de ventosas, que los colonizadores llamarían más tarde “la ventosa africana”. No era solo medicina. Era símbolo. Una manera de liberar no solo toxinas, sino también el dolor mudo que deja la violencia.

Hoy llamamos a eso trauma. Ellos lo llamaban desequilibrio espiritual.

👆Y quizás, en medio de tanta modernidad, algo de esa sabiduría antigua nos haría bien recordar.

DATOS HISTÓRICOS
🗣️🤩

02/07/2025

Esta imagen es una ventana al interior del cuerpo humano. Lo que ves aquí no es un modelo… es la musculatura real de la cara posterior de la escápula, esa lámina ósea que, sin hacer ruido, sostiene, estabiliza y da movimiento al complejo y versátil hombro humano.

🔍 ¿Qué estás viendo?

Esta estructura anatómica revela tres grandes protagonistas:

• El músculo infraespinoso, que ocupa la fosa inferior de la escápula y participa en la rotación externa del brazo.

• El músculo redondo menor, una cinta muscular que también ayuda a estabilizar la articulación glenohumeral.

• Y parcialmente visible, el trapecio y el deltoides posterior, guardianes del movimiento, la postura y la potencia.

Todo este entramado se conecta con precisión quirúrgica a la cabeza del húmero, formando parte del famoso manguito rotador, esa maquinaria compleja que permite levantar, girar y extender el brazo con una precisión casi artística.

El hombro no solo carga peso.
Es una obra maestra de la ingeniería biológica.
Flexibilidad, fuerza y control en perfecta sincronía.
Cada fibra, cada línea de tensión, cada inserción… tiene una razón de ser.

Y comprender esta arquitectura no es solo para médicos o estudiantes:
es para aprender a respetar y cuidar el cuerpo que habitamos.