19/11/2025
“El matrimonio no siempre es compañía… a veces es soledad compartida”
Nadie lo dice, pero muchas lo piensan cuando ya están en la última etapa de la vida: el matrimonio no siempre envejece con amor… a veces envejece con costumbre. Hay parejas que duermen juntas, pero viven separadas desde hace años. No hay proyecto, no hay conversación, no hay caricias… solo rutinas, cuentas, hijos grandes y silencio.
Hay mujeres que después de los 50 se dan cuenta de que criaron hijos, sostuvieron casas, cuidaron familias completas… pero nadie cuidó su alma. Y ahora, cuando pensaban que venía la calma, aparece la realidad: un compañero distante, un matrimonio apagado, una cama llena de recuerdos pero vacía de presencia.
Y duele más porque a esta edad ya no está el “empiezo de cero” como opción fácil. Está el “ahora quién soy yo sin él”, el miedo a la soledad, las deudas, la salud, los nietos, la dependencia económica o emocional. Nadie habla de eso… pero todas lo sienten en silencio.
El problema no es cumplir años dentro de un matrimonio. El problema es cumplir años sintiéndote invisible al lado de alguien que se olvidó de mirarte.
Y aquí viene lo que nadie se atreve a decir:
A esta edad no se busca pasión adolescente… se busca paz emocional, respeto, compañía honesta, manos que abracen y no solo cuerpos que convivan.
No es tarde para hacer ajustes. No es tarde para hablar. No es tarde para decir “esto me duele”. Lo que sí es tarde… es para seguir fingiendo que estás bien cuando por dentro te estás apagando.
El miedo a la soledad nunca debe ser más grande que el miedo a morir en silencio dentro de una relación vacía. Aún a los 50, 60 o 70… tu vida también merece amor, dignidad y alegría.