Escribe Libros Electronicos

Escribe Libros Electronicos “SOBRE LAS NUBES” y "ALTO MAYO el paraíso escondido" dos libros, dos vivencias distintas.

Desde entonces y a partir de esa tarde que fue la primera vez, empezamos a caminar juntos por las calles de la ciudad, í...
25/07/2025

Desde entonces y a partir de esa tarde que fue la primera vez, empezamos a caminar juntos por las calles de la ciudad, íbamos cogidos de la mano perdiéndonos con dirección a la sala de cine frente a la plaza de armas del puerto. Todos los domingos por la tarde salíamos de paseo por la ciudad jugueteando a veces por el malecón, o corriendo y escondiéndose tras las palmeras, y otras veces, detrás las bancas dispersas frente a la bahía. En algunas ocasiones era solo para pasear juntos las tardes de verano por las calles, mirando negocios abiertos, o asistiendo a las salas de cine.
Los fines de semana la cita era en la playa de Santa en el vecino poblado frente al mar; esa tarde en tanto paseábamos por las orillas del mar y la laguna al atardecer, cansados de caminar nos fuimos a recostar los cuerpos bajo la planta de un fornido sauce, esperando llegue la hora de regresar a la ciudad. Descansando la tarde recostada mi cabeza en el robusto muslo de Sarango como almohada, ella entusiasmada por el momento y la tarde serena de verano, decidió contar una narración que le había relatado el hermano de su padre, cuando trabajaba juntando abono al otro lado de la isla blanca, entre cuentos y leyendas relató esa tarde: "una noche después que se apagó la fogata que habíamos hecho al otro lado de la isla, y los otros amigos dormían, la claridad de la luna en plenilunio invitaba salir a caminar por la orilla del mar, que en esa parte es transparente con solo pequeñas olas moviéndose en vaivén, hasta donde se acercaban los delfines después de pasear por la bahía.
Me sorprendió ver una sirena cabalgando un delfín, o tal vez solo lo acompañaba navegando juntos por entre las pequeñas olas jugueteando como jóvenes enamorados, haciendo piruetas a donde nadie los ve. Dijo el hermano de mi padre, que se quedó por largo rato mirando la escena mientras sus compañeros dormían, esperaba escuchar el canto de la sirena de la que le habían hablado, pero que eso no sucedió y después de un largo rato de juguetear por sobre de las pequeñas olas, se retiraron por el boquerón desapareciendo, dejando el mar tranquilo con la luna brillando en un cielo sin nubes.
Esa noche se fue a dormir y al día siguiente, sus amigos no lo creyeron su narración pensando que había soñado por dormir cansado de trabajar. Sin embargo, días antes de volver al puerto para no regresar a la isla, una noche esperó que se durmieran sus amigos y decidió volver aprovechar la luna llena alumbrando la inmensidad del mar y, vio aparecer otra vez la sirena dorada sobre las olas, esta vez; no venía con un solo delfín, lo acompañaban muchos delfines más jugueteando sobre las olas de un mar tranquilo y apacible, al otro lado de la isla blanca que hace guardia al puerto de la bahía, comprobó así, que no había sido un sueño lo anterior, decidiendo esta vez, no contar el suceso a sus amigos.
Al día siguiente regresó al puerto y de ahí, a su lejana tierra talareña que era el lugar de su procedencia, algunos años después volvió al puerto por negocios y una noche, decidió ir hasta el cerro colorado a observar el mar, encontrándolo a medio derribar, a pesar de ello, tomó asiento y se quedó largo rato mirando al mar. Era noche de luna llena y esperaba volver a ver a la linda sirena navegar junto a los delfines, pero no aparecieron más, durante el día, había trabajadores demoliendo el cerro para llevar el material con la intención de construir un terminal ganándole tierra al mar, pensó que tal vez fue eso que ahuyentó a los delfines y a la sirena dorada que, en las noches de plenilunio, salía a navegar por sobre las pequeñas olas del mar de la bahía.
¿Tú crees que la sirena dorada vuelva aparecer? Preguntó Sarango en el momento que decidíamos ponernos de pie bajo el verde sauce, cuando el sol se ocultaba tras el mar y los buses regresaban a la ciudad.

De: LA PERLA DEL PACÍFICO y la ciudad de la luna negra.

Después que pasaron algunos años y mi prima Rocío había crecido, mi abuela nos encargaba a los dos le consiguiéramos los...
25/07/2025

Después que pasaron algunos años y mi prima Rocío había crecido, mi abuela nos encargaba a los dos le consiguiéramos los ingredientes para sus curaciones: hierba del susto, pauilla, pachichar, paigosa, diente de león, pie de perro, churguis, pepa de palta, ortiga, ajenjo, azahares de todo tipo de árboles frutales, cardo santo; en fin, una serie de hierbas que encontrábamos en el campo.
Ella los guardaba en la shanga _que eran unos aros en forma circular tejidos y armados con cabuyas, y los colgaba de su techo para que secaran las yerbas sin ningún inconveniente. También tenía una mushca con una grabación de una cruz en la parte de abajo, y un ushco para moler las hierbas; “la piedra del rayo” que usaba en sus curaciones, era una pequeña piedra esférica pulida de color negro que le servía como instrumento para adivinar a los pacientes que lo requerían, siempre lo llevaba guardada y muy bien escondida en no se sabe que parte de ropa, además de un crucifijo de oro macizo que le había comprado mi abuelo en Cajabamba, y la había bendecido el cura del pueblo.
Ella era la única que sabía interpretar lo que sus amuletos decían, venían gentes de todas partes de los centros poblados vecinos en busca de hallar en ella, los consejos suficientes y necesarios para mejorar su salud deteriorada, afirmaban que era muy curiosa mi abuela. Mi abuela me quería mucho, o digo nos quería a los dos con mi prima, por ese motivo; aprovechando el cariño que nos tenía, le pedíamos de vez en cuando nos contara un cuento de los muchos que sabía: de pájaros, del duende, de cómo ir al cielo convertido en espíritu, de San Isidro Labrador y de otros cuentos que ella creo que los inventaba: ¿Abuela, y cómo fue que apareció el Chaurac? Una pregunta inocente por un pájaro que vivía en las huertas y su plumaje era como si vistiera de rayas, hacía tremendo ruido cuando nos veía cerca no permitiendo siquiera escucharnos entre nosotros; ante la pregunta, contestó como si hubiera estado esperando le preguntáramos.
El chaurac antes de ser pájaro, era un joven que no callaba nada, era un chismoso; todo lo que veía lo contaba a toda la gente como el Paucar macho hace en la selva, un día lo denunciaron por calumnia y lo enviaron a la cárcel con su traje a rayas, mientras dormía en su celda se le apareció un ángel enviado por el dios ataguju, el ángel le dijo que todo había sido un mal entendido y que debería de vivir en libertad, para evitar venganzas en el mundo humano al verlo libre lo convertiría en pájaro.
Una vez convertido en pájaro con su plumaje a rayas tal como había sido su uniforme en la cárcel, se dedicó a pasar la voz a los otros pájaros con gritos fuertes cada vez que veía a un depredador cerca, los pájaros alertados por su gritos volaban en distintas direcciones, no permitiendo ser presa de cazadores furtivos; recordaba su vida de humano que siempre le gustaba vivir bien, decidiendo hacer uso del Don que le dio el ángel pensó en hacer uso de la inteligencia otorgada, para construirse un hermoso nido por dentro; lo exterior no le importó para nada y centro su esfuerzo en decorar su interior, tapizando su nido con lana y algodón que se lo robaba a las señoras que lo denunciaron para enviarlo a la cárcel, y evitarse la competencia en el chisme. Por ese motivo, cuando se les pierde la lana a las señoras, de seguro que ese pájaro los ha robado.
Para mi abuela todo era medicina, ella sabía ver en la naturaleza todo lo que le podía servir, aseguraba que el nido del chaurac servía para quemarlo sahumando la casa para ahuyentar a los malos espíritus, y curar a los que estaban medio locos por el aire del enemigo que les suele suceder a los campesinos de la aldea, pero; lo que a nosotros nos interesaba era que ella nos siga contando cuentos de los muchos que sabía.

De: TUNGUYAM brisas del valle.

Mi hermana era modista por eso hacía vestidos que la gente necesitaba, compraban su retazo de tela en el pueblo de un me...
14/04/2025

Mi hermana era modista por eso hacía vestidos que la gente necesitaba, compraban su retazo de tela en el pueblo de un mercachifle que llegaba los domingos de cada semana, y lo llevaban a poder mi hermana para que los transforme en vestidos; a la vez que se encargaba de sus costuras, tenía por encargo de mi madre: ver las reces y hacer el almuerzo. Esa tarde antes de dormir preparó hierba luisa con leche y cachanga con chicharrón como cena. Me gustó la cena consiguiendo repetir una taza más con la aceptación de mi hermana, así con la barriga bien llena y el corazón contento nos fuimos a dormir.
Era media noche supongo porque no cantaba ningún gallo, me desperté con unas inmensas ganas de orinar como no solía costumbrar, puesto que siempre era costumbre amanecer el día para realizar mis necesidades biológicas debido a que internamente no estaba preparado el dormitorio para ese tipo de necesidades; mi hermana decidió acompañarme hasta la parte de afuera, a falta de baños internos que no tenía el dormitorio; estaba obligado hacer mis necesidades biológicas pasando el camino ancho que pasaba por frente de la casa, mientras mi hermana me acompañaba desde el corredor para que no tuviera miedo a la noche oscura.
Cuando regresamos al dormitorio, dijo mi herma: ¿No sé qué es lo que sucede, pero por primera vez he sentido miedo mientras te esperaba, sentía como si mis cabellos se estuvieran suspendiendo en el aire y un escalofrío recorría todo mi cuerpo? ¿tú no has sentido lo mismo? ¡No! ¡terminé y me regresé sin mirar para otro lado! Le conteste.
Al día siguiente amaneció un pequeño charco de sangre coagulado en unos eucaliptos que crecen al costado del camino real, cerca de la pequeña colina por donde aparece la luna en plenilunio. La sangre derramada en la tierra bajo los eucaliptos se estaba secando, seguía gotas de ella por todo el camino que pasaba por frente de la casa y giraba a la derecha por el camino que va a la playa de río grande, a donde lo siguieron algunos jóvenes por curiosidad llegando a verificar después, que había rastros en las gramas que crecen al costado del camino en las huertas, prosiguiendo con rumbo al chiflón del diablo.
Nunca conseguimos averiguar de que se trataba, sin embargo, la gente comentaba que eran las huellas de la peste; nombre con el que se conocía a un espíritu de la noche que bajaba desde el pueblo, y se perdía en el chiflón del diablo, el mismo tropel que mató de impresión a Mauricio Sigüenza por salir de su cama a media noche para mirar cual era el ruido que asustó a su perro, y murió de pie mirando para el camino, aferrándose con fuerzas a una mesa que tenía en el corredor de su casa; estaba con los ojos desorbitados y abiertos por la impresión recibida.
Por ese camino real que se decían eran de tiempos de los gentiles, contaban los mayores que cada luna nueva aprovechando la oscuridad de la noche, bajaba un espíritu desde la parte alta, al parecer con un tropel de caballos que años más tarde me volvió a sorprender cuando ya era un adolescente, sin embargo; al enfrentar a su perro que iba delante del tropel, se me apareció la virgencita o al menos eso pensé al día siguiente cuando recordaba el episodio de la noche, y fue quien me dio el tiempo suficiente para poder llegar a mi casa a ponerme a buen recaudo.
De: TUNGUYAMA brisas del valle.
Publicado en Amazon, solo en e-book.

La agonía física, biológica, natural de un cuerpo, por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma ...
13/02/2025

La agonía física, biológica, natural de un cuerpo, por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida. (Federico García Lorca)
Me encantaba escribir en cualquier momento aprovechando que mi nieta duerme, pero; hoy, no tengo ganas de nada, hasta respirar duele, tal vez habría que vomitar esta terrible nostalgia que hoy me acompaña justo en vísperas del día del amor, no se que pasará mañana, o pasado maña, o esta noche de caluroso verano esperando las sorpresas que te da la vida. Mañana es el día del amor, de San Valentín, el santo casadero. Celebren si pueden, no cuesta nada un abrazo.

SECRETOS REVELADOS.𝐈𝐦𝐚𝐠𝐢𝐧𝐚𝐭𝐞 𝐬𝐞𝐫 𝐞𝐥 𝐂𝐚𝐥 𝐞𝐥 𝐝𝐞 𝐓𝐢𝐭𝐚𝐧𝐢𝐜: el hombre que lo dio todo, absolutamente todo, y terminó viendo c...
29/10/2024

SECRETOS REVELADOS.
𝐈𝐦𝐚𝐠𝐢𝐧𝐚𝐭𝐞 𝐬𝐞𝐫 𝐞𝐥 𝐂𝐚𝐥 𝐞𝐥 𝐝𝐞 𝐓𝐢𝐭𝐚𝐧𝐢𝐜: el hombre que lo dio todo, absolutamente todo, y terminó viendo cómo el amor de su vida se fue con el 𝐩𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫 "𝐣𝐨𝐯𝐞𝐧 𝐚𝐫𝐭𝐢𝐬𝐭𝐚 𝐩𝐨𝐛𝐫𝐞" que le mostró una "aventura diferente".
Vemos el caso histórico mas grande de 𝐇𝐈𝐏𝐄𝐑𝐆𝐀𝐌𝐈𝐀.
𝐏𝐚𝐠𝐨 𝐮𝐧 𝐯𝐢𝐚𝐣𝐞 𝐝𝐞 𝐥𝐮𝐣𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐲 𝐬𝐮 𝐦𝐚𝐦á; 𝐜𝐚𝐦𝐚𝐫𝐨𝐭𝐞 𝐩𝐫𝐢𝐯𝐚𝐝𝐨, 𝐬𝐞𝐠𝐮𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚𝐥, 𝐝𝐢𝐚𝐦𝐚𝐧𝐭𝐞𝐬, 𝐚𝐫𝐭𝐞, 𝐚𝐭𝐞𝐧𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐞𝐱𝐜𝐥𝐮𝐬𝐢𝐯𝐚𝐬...
Toda una vida de esfuerzo y éxitos resumida en un viaje que costó más de lo que la mayoría verá en toda su vida. ¿Y qué pasó? Bastó un tipo cualquiera, el vago de la colonia sin un centavo, para que ella dejara todo eso atrás. ¿La razón? “Es que él sí me entiende.”
𝐀𝐥 𝐭𝐞𝐫𝐜𝐞𝐫 𝐝í𝐚, 𝐬𝐢𝐧 𝐝𝐮𝐝𝐚𝐫𝐥𝐨, 𝐬𝐞 𝐝𝐞𝐣𝐚 𝐝𝐢𝐛𝐮𝐣𝐚𝐫 𝐩𝐨𝐫 é𝐥 𝐞𝐧 𝐮𝐧𝐚 𝐞𝐬𝐜𝐞𝐧𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐝𝐞𝐣𝐚 𝐧𝐚𝐝𝐚 𝐚 𝐥𝐚 𝐢𝐦𝐚𝐠𝐢𝐧𝐚𝐜𝐢ó𝐧, 𝐨𝐥𝐯𝐢𝐝𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐥𝐞𝐭𝐨 𝐚𝐥 𝐡𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐡𝐚 𝐭𝐫𝐚𝐛𝐚𝐣𝐚𝐝𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐲 𝐥𝐚 𝐡𝐚 𝐩𝐫𝐨𝐭𝐞𝐠𝐢𝐝𝐨.
Y aquí va el dato que lo hace aún más surrealista: esta historia, esta deslealtad disfrazada de “romance verdadero,”𝐞𝐬 𝐜𝐨𝐧𝐬𝐢𝐝𝐞𝐫𝐚𝐝𝐚 𝐩𝐨𝐫 𝐦𝐮𝐜𝐡𝐚𝐬 𝐦𝐮𝐣𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐋𝐀 𝐌𝐄𝐉𝐎𝐑 𝐇𝐈𝐒𝐓𝐎𝐑𝐈𝐀 𝐃𝐄 𝐀𝐌𝐎𝐑 𝐃𝐄 𝐓𝐎𝐃𝐎𝐒 𝐋𝐎𝐒 𝐓𝐈𝐄𝐌𝐏𝐎𝐒.
Sí, el mejor romance, donde el hombre que dio todo es visto como un villano por no ser lo suficientemente “emocionante.”
Lo que queda claro aquí no es amor, sino la cruda hipergamia: la atracción por el drama, por la emoción pasajera, por el escape hacia algo que rompa la monotonía, sin importar a quién se deja atrás.
𝐋𝐚 𝐢𝐫𝐨𝐧í𝐚 𝐞𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐫𝐚𝐬 𝐦𝐮𝐜𝐡𝐨𝐬 𝐬𝐞 𝐫𝐨𝐦𝐩𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐥𝐨𝐦𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐨𝐟𝐫𝐞𝐜𝐞𝐫 𝐥𝐨 𝐦𝐞𝐣𝐨𝐫, 𝐛𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐮𝐧𝐚 𝐟𝐚𝐧𝐭𝐚𝐬í𝐚 𝐛𝐫𝐞𝐯𝐞 𝐲 𝐬𝐢𝐧 𝐬𝐮𝐬𝐭𝐚𝐧𝐜𝐢𝐚 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐚𝐥𝐠𝐮𝐧𝐨𝐬 𝐥𝐨 𝐝𝐞𝐣𝐞𝐧 𝐭𝐨𝐝𝐨.
Así que sí, es otro recordatorio de lo que realmente valoran algunos: 𝐞𝐥 𝐦𝐨𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐟𝐮𝐠𝐚𝐳, 𝐥𝐚 𝐞𝐦𝐨𝐜𝐢ó𝐧 𝐢𝐦𝐩𝐫𝐨𝐯𝐢𝐬𝐚𝐝𝐚, 𝐚𝐮𝐧𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐥 𝐩𝐫𝐞𝐜𝐢𝐨 𝐬𝐞𝐚 𝐭𝐫𝐚𝐢𝐜𝐢𝐨𝐧𝐚𝐫 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞 𝐜𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐲ó 𝐞𝐧 𝐚ñ𝐨𝐬....
Copiado de la Web.

CAPÍTULO IX       Habían pasado veinte años y quince días, desde aquella mañana de verano que llegué temprano a las inst...
26/09/2024

CAPÍTULO IX

Habían pasado veinte años y quince días, desde aquella mañana de verano que llegué temprano a las instalaciones de la planta industrial. Esa mañana, en las radios de la localidad se escuchaba las notas de boleros cantineros: “Marabú”, “Camino del puente” y otros temas que los jóvenes le ponían volúmenes altos a sus grabadoras de cinta magnetofónica, para escuchar la música de su preferencia: “África setenta”, “Hotel California” y “Europa”, en la interpretación de la guitarra de Santana… veinte años después de aquella mañana, salí sonriendo de casa y también eran las primeras horas de la mañana, mi esposa quedaba un tanto mal humorada por mis ausencias que algunas veces duraban días enteros; mi responsabilidad con el sindicato era parte de mi vida, ese día era el aniversario de fundación y había que celebrarlo de la mejor manera posible, por lo tanto; para mayor comodidad, me llevé conmigo el auto escarabajo que me acompañaba hacía diez largos años.
En algunas ocasiones me servía para conseguir algo de dinero fresco y poder compensar los gastos familiares; esta vez, algunos pasajeros encontré por el camino a medida que avanzaba en la ruta a “La ciudad de la luna negra”. Personas puestas de pie a orillas de la calle solicitaban mis servicios de taxi, y me fui quedando entretenido por el camino hasta el mediodía. En un local previamente acondicionado, celebrábamos el aniversario del sindicato con almuerzo y bebida, junto a los compañeros sindicalistas invitados, conocidos, y amigos que habían venido desde Israel y las repúblicas socialistas europeas, con novedosos planteamientos sociales que se sumaron a los dirigentes en sus celebraciones, mientras las botellas de licor iban quedando vacías.
Pasó la tarde y empezó la noche cuando algunos dirigentes se fueron despidiendo, ebrios de licor y alegría. Los otros se fueron quedando con la esperanza se ser conducidos a sus domicilios en el auto que, hasta entonces, lucía estacionado cerca al local de las celebraciones. Nueve de la noche, hora de despedirse dijeron los amigos, algunos subieron al auto que se hallaba estacionado afuera del edificio, y otros se fueron por su propia cuenta; empezó el recorrido de despedida quedando un dirigente dentro, no bajó porque venía en la misma dirección de mi destino.
El escarabajo de color azul ginebra que piloteaba esa noche, se alineó en la ruta de regreso al pueblo de las garzas. Cuando cruzaba los espejos de agua que separan las ciudades; por un momento me entretuve sintonizando la radio que perdía señal en el camino, intentando hallar una emisora musical que trasmitiera con mayor nitidez y alegría… mientras hacía eso, descuidé por algunos segundos la mirada fija en el sendero y, como un relámpago, una luz en sentido contrario encandilo mis ojos… ya era tarde, de nada sirvió la maniobra temeraria…
Primero a la derecha saliendo a la berma de la carretera, asustándome el pantano con sus aguas serenas, tranquilas, y claras, después a la izquierda, regresando a mi carril preferencial para encontrarme con las luces de la hilera de vehículos en sentido contrario, otra vez a la derecha, y fui directo a coalicionar frontalmente con mi oponente en sentido contrario al costado derecho de la carretera.
Treinta minutos más tarde, la policía y los bomberos intentaban retirar de entre los escombros a mi amigo que se retorcía de dolor en el asiento trasero, dejando para más tarde al conductor creyéndome mu**to. Con palancas, cizallas y hasta con la propia fuerza, fueron sacando al pasajero en el asiento posterior de la movilidad; dejando al conductor para retirarlo más tarde con la presencia del Ministerio Público… y, conseguí despertar haciéndoles saber a los curiosos que no estaba mu**to, saliendo del auto en escombros después que los bomberos hicieron su trabajo.
Salí caminando ofuscado y maltrecho buscando al culpable para escarmentarlo, limpiando con mis propias manos desnudas la sangre esparcida por entre la cara, el cuello, y parte de la camisa. Para suerte mía, se apareció de la nada una samaritana desconocida señora, que me alcanzó para beber una jarra de leche fresca, informando a la vez que horas antes se había estacionado frente a su casa un auto de color blanco, en espera del auto de color celeste en donde venían dirigentes sindicales, que ella no consiguió entender de qué se trataba o cual era el motivo de la espera.
Después del incidente, fui llevado directo a la comisaría por los encargados del orden público, y por detrás de mí, la grúa remolcaba lo que quedó del auto nuevo:
_ ¡Análisis etílico a los dos culpables! _ordenó el policía que intervino a los accidentados_. ¡Esto pasa por andar manejando borrachos! _ resondró en voz alta el molesto policía_, para que lo escucharan los mirones y yo mismo.
Al día siguiente, me acerqué a la dependencia policial en las primeras horas de la mañana, con la intención de averiguar las consecuencias de lo ocurrido; pregunté por el policía que me había intervenido, el mismo que salió al paso en forma amigable, informando de las ocurrencias y posibles consecuencias de mi descuido:
_ ¡Estas fregado, amigo! _informó el policía_. El que te sacó las muestras anoche para el análisis de laboratorio, ha informado que tienes un alto grado de alcohol en la sangre y por lo tanto, perderás cualquier acción judicial que te inicien por daños a terceras personas, como verás; el dueño del otro vehículo con quien coalicionaste, tiene su billete; es dueño de algunas lanchas y fábricas de harina de pescado en el puerto… te estoy informando que tiene el dinero suficiente para iniciarte una acción judicial y de ser posible, embargarte tu casa por daños ocurridos. Si quieres, tal vez yo pueda ayudarte como amigo… porque a mí me revientan los abusos y atropellos que cometen los que tienen dinero, ya estoy harto de esa gente, cuando tengo la oportunidad, cobro venganza, se ofreció el policía:
_ ¿Y qué puedo hacer en estas circunstancias? _consulté un tanto entristecido_. ¡Fácil amigo! _contestó sugiriendo_. El encargado del laboratorio es mi amigo, si te vas en este momento de parte mía, él puede sacarte otra muestra de sangre y apuesto que saldrá menos comprometedora, ha pasado toda la noche y estamos medio día… solo tienes que dejarme un sencillo y el resto le entregas mañana a mi amigo personalmente. ¿Qué dices?
_ ¡Trato hecho! ¡Acá tienes la tuya y en este momento me voy para entregarle la nueva muestra!
_ ¡Muy bien amigo, así se hace! ¡En este momento le llamo al del laboratorio para que te espere por la nueva muestra!
¡Amigo, creo que no te había contado! _volvió a llamar el policía que de pronto se había convertido en mi aliado_.
Esto es solo para tu información, el conductor del vehículo con el que coalicionaste frontalmente, no es el que pasó el examen etílico; el conductor del auto blanco, en este momento se encuentra en una clínica particular. Me lo contó un contacto que tengo… el conductor titular en el momento de la coalición, estaba drogado y fuera de control físico, así que ya sabes con quien vas a enfrentarte, su auto está asegurado y lo que quieren es un auto nuevo. La corrupción está a la orden del día amigo, así que no vayas a sentirte mal por lo que acabamos de convenir, aconsejó el uniformado.
Salí en ese mismo instante con dirección a la Ciudad de la Luna Negra, el laboratorista me estaba esperando en la puerta de la comisaria en donde se encontraba el laboratorio. Me sacó la nueva muestra desapareciendo la anterior, haciendo el compromiso que para el día siguiente a primera hora sería entregado el resto del dinero pendiente por el trabajito realizado, el dinero para el soborno lo pondría la secretaria del sindicato, y el encargado de la entrega, era un amigo en el que había puesto mi confianza _no podía hacerlo en persona_, debido a que tenía una cita a la misma hora con el oficial de la comisaría en el distrito de las garzas, al otro lado de la ciudad de la luna negra.
Al día siguiente cuando llegué al sindicato que a su vez era mi ámbito laboral, el conductor de la movilidad sindical me invitó saliéramos a dar una vuelta en tanto llegaba el amigo del encargo y, conversando, interesándose por lo ocurrido, nos fuimos alejando del centro de la ciudad y llegamos cerca de la comisaría, en donde quedaba el laboratorio.
Por un momento pensé que tal vez era para confirmar la entrega, pero grande fue mi sorpresa cuando desde el interior de la comisaría, por la puerta lateral del laboratorio a donde llegué con el amigo conductor. Apareció un oficial jefe de la policía, con sus cinco galones metálicos dorados y se dirigió directo hasta donde nos encontrábamos. En tono sonriente y amigable el militar, nos preguntó algunas generalidades fijándose especialmente en mí persona, haciendo la introducción al tema de fondo acerca del soborno. Luego exclamó colérico:
_ ¡En mis narices están haciendo arreglos! ¡Todo el mundo lo sabe menos yo, estoy haciendo el papel de id**ta siendo el último en enterarme! _se expresó en tono amargo el de los galones dorados_, después de agotar el dialogo de persuasión iniciado por él mismo sin conseguir los resultados que se propuso, fustigó molesto por ello mirándome fijamente a los ojos, amenazando con el dedo índice de la mano derecha. _Gritó:
_ ¡Si no me das el nombre del oficial sobornado! ¡En este mismo momento te meto preso y no vas a salir en mucho tiempo; si es que sales! _Amenazó el de los galones dorados_, denotando molestia en sus palabras subidas de tono. ¡Si a mí me da la gana, te desaparezco en este momento! ¡Tenemos el gobierno de nuestro lado y un sindicalista menos, hasta un ascenso me gano! _volvió a amenazar_, pero lo que no contaba el oficial de la ley; era que su coaccionado tenía fama de ser duro, de los que no se dejaban intimidar por nadie, y haciendo gala de mis atributos me negué rotundamente dar el nombre de personas que no conocía, y hablar de sobornos que supuestamente solo estaban en la mente del oficial, sosteniendo en ese momento; una condicionada verdad en mi mente, devolviendo la amenaza con tono enérgico:
_ ¡Si quieres puedes desaparecerme! ¡Pero será por ser dirigente sindical como se han acostumbrado a hacerlo, esto es solo un ardid para consumar sus abusos! ¡Pero yo, he tomado mis precauciones! _amenacé también_. ¡Ves aquella señora que está en su ventana de su segundo piso! ¡Es mi conocida, se llama Rocío y su esposo Miguel, pregunta si quieres, que ya vio quien me está amenazando! _murmuré seguro de mí mismo_, en tanto levantaba la mano a la señora, saludándole con su nombre que por su puesto ella ignoraba.
_ ¡Estos sindicalistas son una mi**da! _renegó el de los galones dorados_. ¡Se parecen a las ratas… están por todos lados! ¡Váyanse al in****no si quieren! ¡No quiero nunca más volverlos a ver, ni que se crucen en mi camino! _maldijo_, instantes antes de retirarse a su cuartel, el de los galones metálicos dorados.
El conductor de la unidad del sindicato un tanto nervioso, arrancó el motor de la movilidad y se retiró también del lugar. Por el camino de regreso al sindicato, increpé enérgicamente su actitud del conductor, de llevarme directo a un problema del que hubiera preferido no afrontar. Pero el conductor que era mi amigo, se disculpó argumentando que el amigo de confianza que tenía, le sugirió que podrían disponer del dinero destinado al soborno, haciendo uso de la buena amistad que le unía al de los galones metálicos dorados que lo consideraba su amigo; pero que las cosas les habían salido mal y les salieron de control, que no era su intensión haberme puesto en tremendo problema, y que para el futuro serían más cuidadosos.
Tres días después de comparecencias, gestiones, cóleras y sonambulismos; desperté en la mañana con la sensación de haber llegado de un largo viaje, los pajarillos cantaban alegres en el árbol de guayaba en el jardín de la casa; era la primera vez que los escuchaba cantar, salté desde mi cama, avancé hasta la ventana en el segundo nivel de la casa, miré hacia afuera a donde estaba el jardín, y de pie frente a la ventana expresé: “Ayer terminó el pasado, hoy empezamos una nueva vida; gracias Dios de la creación por permitir despertar una vez más”
De: LA PERLA DEL PACÍFICO
y la ciudad de la luna negra.

CAPÍTULO XVIIEmpezar de nuevo         Había pasado veinticinco años desde aquel sábado por la noche del mes de julio que...
26/09/2024

CAPÍTULO XVII

Empezar de nuevo
Había pasado veinticinco años desde aquel sábado por la noche del mes de julio que, haciendo uso de las sombras de la noche arrojaron al jardín exterior del lugar de mi residencia, una carta notarial de despido de la Empresa Industrial en donde trabajaba como Supervisor de Maestranza, la carta notarial de despido tenía otras copias de ella dejadas por debajo de la puerta del local sindical, junto a otras tantas dirigidas a cada uno de los diferentes dirigentes del Sindicato de Empleados de la planta siderúrgica, notificando que el vínculo laboral con la Empresa que tenía un contrato a tiempo indefinido, había terminado.
Cuatro meses antes había perdido mi auto nuevo en un trágico accidente del que por suerte salí vivo. El tiempo fue pasando y la recesión económica no tenía visos de solucionarse. Cuando me hallaba en condiciones de volver a reiniciar mi vida laboral en la Empresa de la luz en la localidad, falleció mi madre víctima de un accidente, al año siguiente falleció mi anciano padre mediante un paro cardiorrespiratorio causado por la pena y dolor de los acontecimientos recientes.
Quedaba sólo en este mundo con mi esposa y mis dos hijos aún menores de edad, como únicos compañeros de vida; cuando pensé que lo peor había pasado, falleció el padre de mi esposa; tiempo después le sobrevino una conmoción cerebro vascular isquémica a la madre ella que, la dejó imposibilitada de valerse por sí misma. Ante tal situación, mi esposa decidió apoyar a su madre en sus necesidades más básicas, en esas circunstancias enfermó de estrés y me vi obligado a renunciar del “Proyecto Misti” al que supervisaba allá en la lejana Arequipa, para dedicar mi apoyo a tiempo completo a la familia. Sin embargo, eso no fue suficiente castigo debido a que meses después, mi esposa enfermó de cáncer por el estrés… un mieloma múltiple ocasionado por hipoteroidismo pretendía acabarlo.
Estaba acabado y perdido, fueron mis dos hijos el motor y motivo de seguir adelante, ellos ya habían crecido, los dos eran excelentes profesionales y podían trabajar. Con la medicina moderna del momento sumado a los médicos especialistas en hospitales de última generación, mandados a construir en el segundo gobierno aprista, y después que Dios escuchara mis ruegos por la salud de mi esposa; ella consiguió recuperar de un seguro desenlace. Un año y medio después cuando se hallaba recuperando en familia, falleció la madre de ella; de esa manera, quedábamos los dos como los más viejos del hogar que había formado.
Los años habían pasado sin darme cuenta, me sentía joven y lleno de vida; sin embargo, pensé que tal vez debería dejar de interesarme en lo que sucediera en La Ciudad de la Luna Negra, para que sean otros los ciudadanos quienes se hicieran cargo de ello y, por lo tanto, decidí: “vivir y dejar vivir a los demás en lo que fuera que les gustara hacer”, se tiene que ser tolerantes con uno mismo y con el resto _le manifesté uno de esos días a mi esposa_, antes de ir a dar una vuelta por la ciudad que estaba dejando de interesarme.
La tarde terminaba dejando paso a la noche con sus luces y sus sombras, cuando mis pasos me llevaron por cinco esquinas cerca de uno de esos bares que conocía desde los años de mi juventud; ahí dentro se dejaba escuchar la música de aquellos años maravillosos que aún seguía vigente en la cantina: en esta noche, me desespero, con los recuerdos no puedo ya dormir /Estoy tan solo, sin sus caricias, sin su ternura, no puedo ya vivir/ Por compañera, de mis tristezas, una botella tengo conmigo…/ Es fiel testigo, de mis angustias y mi sufrir… La botella parece que tiene dos ojos que miran…/ Y con mudo lenguaje me dice el frágil cristal…/ Que no vale la pena sufrir y llorar en la vida…/ Por amores que un día se fueron y no volverán…
En ese momento no sé porque o de como por esas cosas de la vida, me vino al recuerdo aquellos años primeros de mi juventud cuando espiaba a Elena, y me enamoré de ella sin llegar a concretar ese viejo amor. Recordaba haberlo visto caminando sola por el hospital del Seguro Social, hacía unos cinco años atrás cuando el padre de mi esposa había enfermado del corazón y falleció días después. Mientras tanto dentro del bar, seguía emitiéndose las notas de esa ya vieja canción del recuerdo… he bebido el licor que tenía aquella botella…/ y la he visto muy triste y muy sola queriendo llorar/ Se ha quedado vacía, vacía igual que mi vida…/ Desde que ella se fue aquel día para no regresar…
Lo escuché por un momento de pie al costado de la ventana, perdido en mis recuerdos del pasado cuando “María Bonita” era parte de mi vida, y seguía ahí, cerca de la puerta indeciso sin saber si seguir mi camino, o asomar la vista hacia adentro para ver que bohemio era el que escuchaba la canción; la curiosidad venció mi resistencia asomando con sigilo a la puerta:
_ ¡Habla viejo, entra para bebernos un par de tragos! _habló Ramiro_, un buen amigo de años pasados que no había vuelto a ver hacía más de cuarenta años. Había llegado del Alto Mayo en donde fijó su residencia, y estaba en la ciudad por negocios _según manifestó_. Conversando y bebiendo cerveza pasamos un poco más de dos horas en los recuerdos del pasado. Cuando decidí retirarme, lo invité me visitara por mi casa al día siguiente, invitación que no aceptó, puesto que en ese mismo instante partía de regreso a La Ciudad de las Palmeras, ciudad de su residencia y centro de sus negocios de café y cacao.

"La Perla del Pacífico y la ciudad de la luna negra"

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