02/07/2025
El sándwich que olvidé... y lo que me enseñó sobre las emociones y los hábitos
En mi año de internado, todos los días, a la misma hora, me esperaba el mismo ritual: un sándwich sencillo, hecho de pan, palta, tomate, huevo, lechuga y mayonesa. Era mi merienda, mi pequeño respiro en medio de las jornadas largas. Hasta que un día, por una celebración, no lo comí. Al día siguiente lo olvidé. Y luego un día más. Y después una semana. Y así, sin darme cuenta, dos semanas.
El sándwich quedó ahí, escondido en un rincón de mi locker. Un día, al abrirlo para buscar un libro, vi una pequeña cucaracha caminando entre las paredes de madera. Me subí a una banca (mi locker era el más alto y no veía lo que había dentro) y, al asomarme, descubrí la bolsa; lo que antes fue un alimento, era ahora una masa verde, marrón y negra, invadida de insectos. Mi sándwich se había podrido en silencio.
Ese día entendí algo que nunca olvidé: lo que no expresamos, lo que guardamos y postergamos, se descompone dentro de nosotros. Lo mismo pasa con nuestras emociones. Las que no dejamos salir, las que no escuchamos ni atendemos, se pudren, nos hacen daño o terminan saliendo de formas que no esperamos, muchas veces de manera destructiva.
Hoy, cuando facilito talleres y acompaño a personas a transformar sus hábitos, veo lo mismo, cuántas cosas guardamos en nuestro "locker" interior, esperando el momento perfecto para enfrentarlas... y ese momento nunca llega. Postergamos expresar lo que sentimos, postergamos actuar, postergamos cambiar. Y sin darnos cuenta, lo que debía nutrirnos se convierte en lo que nos envenena.
No dejes que tus emociones y tus deseos de cambio se pudran en un rincón.
Exprésate. Da un primer paso. Un hábito pequeño, una acción mínima, puede abrir esa puerta y empezar a limpiar lo que duele.
Hoy, en cada taller que facilito, busco eso: ayudar a sacar lo que se lleva dentro, a dejar de procrastinar el bienestar, y a construir desde lo pequeño un cambio que de verdad transforme.
Si algo de esta historia resonó contigo, cuéntame: ¿qué sándwich has dejado olvidado en tu locker interior?