06/07/2025
La falsa promesa de la certificación...
En el tatuaje en México, y me atrevo a decir que en muchos otros lugares también, existe una ilusión peligrosa: la idea de que hay papeles, licencias o certificaciones que validan el trabajo de un tatuador y esto no es así, no existe, en nuestro país, ninguna institución oficial, ética ni artística, que respalde o certifique verdaderamente la trayectoria o la calidad del trabajo de alguien que tatúa. No hay un documento que diga: “Este tatuador es bueno”, eso no existe.
Y sin embargo, cada vez más aparecen por ahí “certificaciones” de dudosa procedencia, vendidas como si fueran boletos VIP hacia la legitimidad. Algunos se aprovechan de la necesidad de profesionalización del gremio, otros, simplemente lo creen, y el más afectado, como casi siempre, es el cliente: el que no sabe, el que confía, el que se deja guiar por un diploma enmarcado en la pared... aunque el trabajo diga otra cosa.
Lo único que realmente existe en términos legales es una licencia sanitaria emitida por COFEPRIS. Este tarjetón es simplemente un trámite que avala, en teoría, que el tatuador cumple con ciertas normas mínimas de salubridad, pero incluso esa licencia es fácil de obtener, no hay un examen riguroso, no hay verificación real de habilidades, no hay ningún proceso serio que filtre o garantice absolutamente nada.
Más allá de eso, hay reconocimientos que se otorgan por asistir a seminarios o congresos, lo cual, si bien es positivo en términos de aprendizaje, no valida automáticamente a alguien como tatuador profesional. Aprender no es lo mismo que saber ejecutar. Y mucho menos garantiza ética, visión artística o experiencia.
Entonces, ¿qué respalda realmente a un tatuador en México? Su trabajo, su portafolio, su trayectoria, sus clientes, su ética. Lo que ha construido con las manos, la piel y el tiempo. Eso, y nada más, es lo que lo avala.
En este oficio, los diplomas se ven en la piel, no en un marco colgado en la pared.
www.TATUARTEMAGAZINE.com