17/08/2025
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Cuando lo que parece TDAH… no lo es
Un día te llaman del colegio:
—“Creo que tu hijo tiene déficit de atención”.
Y ahí empieza la preocupación.
Vas al médico, lo miran unos minutos, te hacen un par de preguntas y te dicen:
—“Sí, tiene TDAH”.
Te vas a casa con un diagnóstico… pero sin estudios, sin revisar el sueño, la vista, la audición, la nutrición, la historia clínica completa.
Solo con una etiqueta que parece definirlo todo.
Pero la realidad es que la falta de atención, la inquietud o la impulsividad no siempre son TDAH.
Pueden ser el idioma que el cuerpo usa para avisar que algo no está bien:
Un niño que no oye bien y se pierde las instrucciones.
Un cerebro que no descansa por las noches por apnea o epilepsia nocturna.
Un organismo con déficit de hierro, zinc o vitaminas que afecta la concentración.
Una tiroides que funciona mal.
Dolores crónicos que nadie ve.
O un corazón que late rápido porque vive en modo ansiedad.
Cada una de esas causas puede generar los mismos síntomas que llevan a un diagnóstico de TDAH.
La diferencia es que, si tratamos la causa, los síntomas muchas veces desaparecen… y no hace falta medicar para algo que nunca fue el problema real.
Por eso, cuando recibas un diagnóstico rápido, hacé una pregunta clave:
“¿Ya descartamos lo demás?”
Porque un diagnóstico serio no es ponerle un nombre a una conducta.
Es entender por qué está ocurriendo y actuar sobre la raíz, no solo sobre el síntoma.
💡 Recordá: El TDAH existe, pero tu hijo merece que se investigue si lo que parece… realmente lo es.
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