01/11/2024
Hay niños que, aunque rodeados de adultos y personas, se están criando solos. Crecen en silencio, enfrentando sus batallas internas sin una mano que los guíe, sin una palabra que los consuele. Adultos que, aunque están ahí, miran al otro lado, no preguntan qué está pasando y no se detienen a ver más allá de lo superficial. Son niños que comen solos todos los días, no porque sus padres no estén en la casa, sino porque, aunque físicamente presentes, viven ausentes en lo más importante: el corazón y la mente de sus hijos.
Estos niños se refugian en sus cuartos, atrapados en sus aparatos electrónicos, intentando llenar vacíos emocionales que sus padres, distraídos, desenfocados o incluso deprimidos, no alcanzan a notar. Padres que, inmersos en sus propios problemas, han perdido de vista la conexión emocional que sus hijos tanto necesitan. Es urgente despertar, ser conscientes de lo que realmente importa. Nuestros hijos no solo necesitan nuestra presencia física, necesitan tiempo, cariño y, sobre todo, nuestra atención plena.
No dejemos que crezcan en soledad mientras estamos bajo el mismo techo. Escúchalos, míralos a los ojos, pregúntales cómo están, comparte con ellos momentos que les permitan sentir que no están solos. El tiempo que les dediques hoy construirá el puente para que no caminen solos en el futuro. Dejemos de mirar al otro lado y abramos los ojos al corazón de nuestros niños.
Dra Fermina L Roman - Psicóloga