
02/08/2025
La raíz de la violencia de género sigue siendo una sociedad machista. Una sociedad que en lo cotidiano alimenta y normaliza la violencia.
En los chistes.
En los celos que llamamos amor.
En los “ella sabía en lo que se metía”.
En el silencio cuando vemos señales.
En los comentarios que minimizan el dolor de la víctima y justifican al agresor.
Hoy, esa violencia se cobró la vida de Keyshla Rivera. Colega. Psicóloga. Mujer. Ser humano.
Murió a manos de su pareja. Algunos la describen como una relación “tóxica”… pero no. Se llama violencia. Y la violencia mata.
Hace poco, el país entero se conmovió con la noticia de Don Miguel, un padre que tomó una decisión desesperada tras ver a su hija vivir el in****no del maltrato. Hoy, Keyshla no tuvo escapatoria. Y la pregunta vuelve a doler:
¿Hasta cuándo vamos a seguir permitiendo esto?
La violencia de género no puede seguir dependiendo del azar. No puede depender de si alguien llega a tiempo a protegernos. No puede depender de si tenemos suerte.
Como sociedad No podemos seguir normalizando la violencia. Ni los celos. Ni la posesividad. Ni los insultos . Ni los golpes. De ninguna de las partes. Una vez se cruza la línea de la violencia, esa relación ya no es sana. No se trata de arreglarla. No se trata de perdonar , o de salvarla y volver a empezar. Se trata de sobrevivir.
La violencia no se trabaja en terapia de pareja.
La violencia se termina. Cada persona puede sanar en terapia individual, sí… pero esa relación, una vez quebrada por la violencia, no debe continuar.
Ninguna mujer muere por amor. Muere porque aún vivimos en una sociedad que permite que la violencia pase como una “discusión acalorada” o como “cosas de pareja” o “trapos sucios que se lavan en casa”.
No te quedes. No lo normalices. No lo justifiques. ¡Vete !
La violencia no tiene espacio en el amor.
Y el amor, el verdadero, nunca hiere así.
Que la muerte de Keyshla nos despierte. Que no sea una noticia más. Que sea un grito de conciencia colectiva. Que nos una en la urgencia de cambiar lo que tanto daño nos ha hecho por generaciones.
Dra Fermina L Román – Psicóloga