07/09/2025
por : Fernando Cabanillas
En el ámbito de la salud, lo que le pasó no solo a Hawai, sino a todo Estados Unidos, parece estar relacionado con un parásito cerebral.
Entre el año 1990 y el 2000, Robert F. Kennedy Jr. (RFK Jr.) realizó viajes a Ecuador, México y el sudeste asiático. Poco después comenzó a declarar públicamente que el timerosal, una sustancia utilizada en algunas vacunas, causaba autismo. Esta afirmación ha sido refutada de forma contundente por la comunidad científica, que ha demostrado su falta de fundamento, pero RFK Jr. ha seguido defendiendo esa teoría desacreditada por décadas.
Ahora bien, uno podría preguntarse qué relación tienen esos viajes con sus conocidas posturas antivacunas. La conexión podría ser más que circunstancial. En 2010, RFK Jr. fue diagnosticado con neurocisticercosis, una infección cerebral causada por Taenia solium, parásito transmitido por la carne de cerdo. La enfermedad suele adquirirse en regiones endémicas como las que él visitó, y se caracteriza por su desarrollo lento, manifestándose abiertamente muchos años después de la infección inicial. Según él mismo relató, este gusano llegó a comerle parte de su cerebro.
La neurocisticercosis, puede provocar una amplia gama de síntomas dependiendo de qué parte del cerebro ataque. Si bien la paranoia y los pensamientos delirantes no son los síntomas más comunes, se han documentado en varios casos, especialmente cuando el daño cerebral afecta regiones vinculadas al juicio, como el lóbulo frontal. Poco tiempo después de sus viajes, RFK Jr. comenzó con sus teorías conspirativas y empezó a ver en las vacunas no una solución, sino una amenaza. La enfermedad puede dar lugar a alucinaciones y delirios, y favorecer la adopción de teorías paranoides, como la idea de que las vacunas causan autismo. La secuencia de eventos no demuestra causalidad, pero resulta difícil ignorar el orden: primero los viajes, luego el parásito cerebral y, más tarde, la cruzada contra las vacunas. No es prueba, pero sí una coincidencia que invita a la reflexión.
A esto se suma un historial de consumo de dr**as iniciado en la adolescencia, una adicción que se prolongó durante unos catorce años e incluyó sustancias como la he***na, la co***na, el L*D y las metanfetaminas. Estas tres últimas tienen un alto potencial para inducir paranoia. Su efecto neurotóxico puede alterar circuitos cerebrales claves, predisponiendo a algunas personas a desarrollar pensamientos persecutorios, distorsiones cognitivas y patrones que favorecen la adopción de creencias conspirativas.
Como actual Secretario de Salud de Estados Unidos, RFK Jr. está a cargo de trece agencias federales, incluyendo los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), los Institutos Nacionales de Salud (NIH) y los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid. El CDC, históricamente reconocido por su rigor científico, fue clave en la identificación de numerosas enfermedades complejas como el síndrome de shock tóxico y la enfermedad del legionario, logrando salvar vidas y modificar políticas sanitarias mediante investigaciones basadas en evidencia. Resulta especialmente alarmante que una persona con un historial de difundir falsedades médicas supervise el CDC, y que, además, impulse recortes presupuestarios que podrían socavar la capacidad de esta agencia tan crucial para la salud.
Como si eso fuera poco, RFK Jr. removió de su cargo a la Dra. Susan Monarez, directora del CDC y experta en salud pública con una trayectoria impecable. RFK Jr. despidió a Monarez apenas unos días después de haberla nombrado él mismo. La removió por hacer lo que se espera de un funcionario público responsable: defender la vacunación basándose en evidencia científica. Como consecuencia de su despido, varios altos funcionarios renunciaron y otros cien fueron despedidos, creando un caos en el CDC. Jim O’Neill es ahora director interino del CDC. No tiene formación médica ni en disciplinas asociadas. Su formación académica consiste en una maestría en Humanidades. Quedó claro que la evidencia científica ya no es el idioma oficial de la salud pública en Estados Unidos.
Para colmo de males, en medio del peor brote de sarampión, RFK Jr., en lugar de promover la inmunización con la triple vacuna MMR, recomendó públicamente el uso de aceite de hígado de bacalao. Desde el año 2000 hasta 2023, la vacunación ha logrado evitar más de 60 millones de muertes por esta enfermedad. No obstante, en 2023 ocurrieron aproximadamente 107,500 muertes por sarampión en todo el mundo, principalmente en niños menores de cinco años no vacunados. La vacunación con MMR, altamente efectiva y con un perfil de seguridad excepcional, habría prevenido por completo esa tragedia.
Aunque la ciencia lo ha desmentido una y otra vez, RFK Jr. insiste en vincular las vacunas con el autismo. Él ha ganado más de 2.4 millones de dólares como consultor, al referir casos legales relacionados a supuestas toxicidades de vacunas a un bufete de abogados que ha estado involucrado en litigios contra compañías farmacéuticas.
Sus creencias lo han llevado a recortar 500 millones de dólares en investigación sobre vacunas con ARN mensajero, una decisión no basada en ciencia sino en ideología. Eliminar 500 millones de dólares en investigación no solo es un problema nacional, sino mundial: frena el desarrollo de vacunas que podrían prevenir futuras pandemias. Son numerosos los estudios que han demostrado la eficacia de esas vacunas en prevenir enfermedades como el COVID19, especialmente al principio de la pandemia. Entre diciembre de 2020 y diciembre de 2021, se calcula que estas vacunas evitaron entre 14.4 y 19.8 millones de muertes por COVID en 185 países.
El discurso de RFK Jr., saturado de teorías conspirativas, no surge de la nada: detrás de esto hay un gusano y un largo historial de consumo de dr**as ilícitas. La ciencia no lo respalda, pero su pasado ayuda a entender su presente. No es su culpa el haber contraído un parásito cerebral, pero lo que sí necesita explicación es el hecho de que una persona con ese perfil haya sido designada para liderar la salud pública en Estados Unidos.
En estos tiempos, la mayor amenaza para la salud no proviene de un virus, sino de la ignorancia que se infiltra en las decisiones políticas. Varios senadores republicanos y el propio Trump están preocupados por las decisiones de RFK Jr., pero no encuentran cómo meterle mano al problema.
En resumen, es francamente alarmante que el responsable de la salud pública de un país que solía liderar el mundo en ciencia, recomiende aceite de hígado de bacalao para tratar sarampión en lugar de una vacuna preventiva. Aparentemente, RFK Jr. ha convertido los remedios caseros de su abuela en ciencia médica. Si esto sigue así, no nos debiera extrañar que para la prevención del cáncer de mama recomiende frotarse los senos con agua bendita… y rezar un rosario.