09/07/2025
✨ Reflexión en voz alta ✨
Hace poco recibí un diagnóstico que no esperaba: Diabetes Gestacional. Es una condición temporal que puede surgir durante el embarazo, pero requiere atención rigurosa. No solo puede alterar el plan de parto, también puede tener consecuencias a largo plazo para mi salud y la de mi bebé.
Siempre supe que podía ocurrir. Me cuidé… aunque, lo admito, en un momento me descuidé. Recibir la noticia me llenó de frustración, coraje, dolor y, sobre todo, culpa. Sentí que le fallé a mi bebé incluso antes de nacer. Surgieron pensamientos autocríticos y desvalorizantes: “yo soy la responsable”, entre otros. Hasta me subió la presión al hablar del tema.
No quise hablar con nadie y me alejé. Por suerte, fue solo por un tiempo corto, porque tengo una familia presente que me sostiene, que se preocupa por mí y por la salud de nuestra bebé.
🌀 Aún estoy procesando emociones y ajustándome a los cambios. Sé que no es el fin del mundo, ni lo peor que puede pasar. Hay muchas cosas que pudieran salir mal y, de una manera u otra, debo agradecer que, de todas, esta es una que se puede manejar.
Aun así, me afecta. Pero decidí compartir esto porque, así como promuevo el autocuidado en todas sus dimensiones, es una realidad que es un reto. A veces hay cosas que se salen de nuestro control o que no están en nuestro control. Requiere mayor atención, educarse, buscar ayuda y tiempo para manejarlo. Lidiar con estas cosas requiere cambios en el estilo de vida, alimentación, eliminar patrones y, sobre todo y lo más complejo, trabajar con nuestra mente y emociones; mirarse con honestidad, romper patrones mentales y desarrollar una buena actitud ante esta dificultad.
Reconozco que este es el inicio de otros retos que voy a enfrentar como madre. Así que, a pesar de sentirme desanimada y decepcionada, sé que debo asumir otra actitud, ya que posiblemente las demás situaciones serán más retantes. Y es algo que asumí al tomar la decisión de ser madre: llega de manera inherente a este rol. Así que, reconociendo esto, esta no debe ser mi primera actitud ante esas dificultades.
Decido reconocer mis emociones y mi vulnerabilidad en este proceso, pero también tener el valor y la determinación de manejar toda adversidad. No es una aceptación pasiva y ya; es utilizar mis recursos, y si no los tengo, buscarlos y desarrollarlos. Porque lo que sí tengo claro es que amo a mi bebé y, ante todo, reconozco que tenerla es la más grande bendición. Así que lucharé siempre por su bienestar.
Hoy veo una realidad diferente a la que estaba acostumbrada. Ya no soy solo yo. Ahora somos dos. Y ella depende de mí.
Admiro ahora más que nunca a todas las madres que me rodean. Qué fácil es juzgar desde fuera, pero hay que vivirlo para entenderlo.
Tal vez este escrito no tenga una estructura perfecta, pero es la herramienta que utilizo para exteriorizar mis emociones, organizar mis ideas y honrar este proceso.
Gracias a mi familia. Y gracias, especialmente, a mi esposo, que está ahí incluso cuando ni yo sé cómo sostenerme.
Hoy no voy a romantizar el autocuidado. Es retante. Exige coraje, esfuerzo y autocompasión. Es un proceso de altas y bajas; no es perfecto. También implica mirarte sin juicio, dejar de exigirte perfección y aprender a decirte con amor: lo estás haciendo lo mejor que puedes.
Un día a la vez. Vamos con todo. Por mi bebé. Por mí. Por nosotras.