
06/08/2025
Su rostro resplandece como el sol y sus vestiduras se vuelven blancas como la luz, anticipando su resurrección y mostrando que Él es el Hijo de Dios.
Nos recuerda que Jesús no es solo humano, sino también verdadero Dios. Su divinidad brilla incluso en medio del camino hacia la cruz.
La presencia de Dios no siempre es visible, pero se manifiesta de forma real en los momentos de oración, como en este monte.
También nosotros necesitamos subir “al monte” en la oración y el silencio para encontrarnos con Dios.