26/08/2025
Carta abierta al país: cuando la salud se convierte en botín
Puerto Rico está enfermo. No solo por los diagnósticos clínicos que llenan nuestras salas de emergencia, sino por la corrupción sistémica que carcome nuestras instituciones de salud. El caso del Hospital del Maestro es solo el más reciente síntoma de una enfermedad más profunda: la impunidad.
Un hospital no acumula una deuda de casi $40 millones por error administrativo. Esa cifra revela algo más grave: saqueo institucional. Y mientras el gobierno protege a los intereses que dominan su junta de directores, los pacientes esperan, los médicos se frustran, y el país se desangra.
Lo que corresponde no es silencio ni complicidad. Lo que corresponde es una investigación seria, adjudicación de culpas criminales y consecuencias reales. Porque esta historia no es única. Se repite en hospitales quebrados, en otros que están al borde del colapso, y en cada rincón donde la salud se ha convertido en negocio para unos pocos.
Llevo más de 30 años en el negocio de la salud. Ninguna de mis corporaciones ha quebrado. Ninguna ha dejado de pagar a sus acreedores. Ninguna ha fallado en cumplir con sus obligaciones contributivas. Y sin embargo, he sido testigo de cómo, en hospitales vecinos, se escatima en servicios esenciales mientras los accionistas se reparten dividendos y vacían las arcas.
La excusa de que Medicare no paga lo justo ya no convence. Es una cortina de humo. La verdadera causa de la quiebra es la mala administración, el despilfarro, el lujo innecesario y la codicia institucionalizada.
¿Quién paga el precio? El paciente que espera. El médico que lucha. La enfermera que se desvela. Puerto Rico entero, que ve cómo se desmorona otro pilar de su dignidad.
Y lo más indignante: nada pasa. Como ocurrió con el país, se quiebran los hospitales y nadie responde. Se quiebra Puerto Rico, y nadie tuvo culpa. Se quiebra la esperanza, y nadie es responsable.
La solución no es la estadidad ni el partidismo. La solución es ética, es justicia, es responsabilidad compartida. Es trabajar por el bien común, no por el beneficio personal.
Hoy levanto la voz porque el silencio también enferma. Y porque si no exigimos responsabilidad, lo que se quiebra no es solo el sistema: es la fe en que Puerto Rico puede sanar.