19/02/2019
Ante una gráfica como ésta, en la que aparecen los desórdenes de ansiedad como el principal padecimiento de los puertorriqueños, son muchas las preguntas que se pueden y deben hacerse. Entre ellas, si se le está dedicando la suficiente atención para atenderla ya sea tanto de parte de entidades privadas como gubernamentales. Esto dado el hecho de que hay una gran relación entre estos padecimientos y las particularidades sociales, políticas, culturales y económicas del tiempo en que nos ha tocado vivir. Atender este asunto conllevaría un esfuerzo desde todos estos otros ámbitos a los que estos malestares se vinculan.
En cuanto a lo propio de la práctica clínica esta gráfica también coincide con lo observado en el consultorio siendo ésta una de las principales razones que llevan a una persona a buscar ayuda psicológica. En estos llamados trastornos de ansiedad se juegan dos cosas. La primera, el vínculo de la ansiedad con el cuerpo, pues es allí donde se dan sus mayores manifestaciones: palpitaciones, falta de aire, mareos, etc. En segundo lugar, la dificultad para relacionar lo que le sucede y siente con una causa particular que explique lo que le pasa. Estas reacciones no están necesariamente ligadas a un miedo presente sino a algo que va más allá de lo inmediato interfiriendo en la vida cotidiana de la persona, por ejemplo, miedo a volar en aviones. Si el malestar fuese muy intenso la medicación pudiera ayudar en lo que pasa el momento más crítico. Sin embargo, resulta de gran ayuda hablar con un profesional de la salud mental. Generalmente se observa que el paciente va dando cuenta de muchos otros aspectos de su vida que pensaban no había porqué vincularlos y, sin embargo, salen. Esto va permitiendo atajar miedos, exigencias, experiencias dolorosas previas etc. que ayudan a llevar paciente a ir creando la posibilidad de construirse una calma y de encontrar otras maneras de atender lo que sucede no sintiéndose ya tan vulnerable.