29/06/2025
La superación...
HISTORIA DE VIDA Y SUPERACIÓN
“Empecé vendiendo empanadas con una olla prestada… hoy tengo y ninguno es ni será de mis ”, afirmó doña Elvira Vargas.
Fui madre soltera y toda mi vida trabajé para mis 3 hijos, cada peso que ganaba era para ellos, para sus estudios porque yo soñaba con que los tres fueran profesionales ¡Y lo logré! pero a mis 58 años la pensión no alcanzaba, entre comida y medicinas. Mis hijos no aparecían, cada uno ya con sus familias, con sus títulos, con sus trabajos y siendo exitosos no me ayudaban. Y los vecinos ya se cansaban de prestarme, de fiarme, de cuidar a una vieja que no era ni de su familia mucho menos su responsabilidad. Un día agarré prestada una olla vieja, compré medio kilo de carne y empecé a preparar empanadas como me enseñó mi abuela. Salí a vender en la esquina con una canasta prestada. Nadie me conocía, pero cuando probaron la primera, un joven me dijo: “Señora, ¿mañana vuelve?” Esa frase… me salvó la vida.
Vendía 20 al principio. Luego 40. Después una señora me prestó una mesa y puse una sombrilla. Me decían “la abuela de las empanadas”. Llovía y yo seguía ahí. Un día, una mujer joven me grabó para TikTok sin yo saber. El video se volvió viral. A los dos días, tenía fila esperando las empanadas. Así nació “Doña Elvira Tradicional”, la marca que yo jamás imaginé tener.
Con la ayuda de una vecina contadora, legalicé todo. Abrí mi primer local chiquito solo con lo justo. Y cuando por fin empecé a contratar, no busqué chefs famosos… busqué madres solteras, abuelas, mujeres que sabían de sabor, de guerra, de sacrificio. Hoy tengo seis restaurantes, vendo empanadas congeladas al por mayor, y me invitan a ferias gastronómicas. Todo con la misma receta, el mismo cariño… y la misma olla colgada en la pared como trofeo.
Hace poco, uno de mis hijos me escribió. Me dijo que estaba pasando un mal momento y me preguntó si podía invertir en mi negocio. Le dije: “Lo siento, hijo… aquí no se invierte con dinero. Aquí se cocina con historia, con amor y resiliencia" No tengo rencor, porque son mis hijos y nacieron de mí, pero entendí que la familia a veces no nace… se cocina. Y la vida, cuando más te aprieta, te hace saborear lo que de verdad vale la pena”.
“Yo con mis hijos ya cumplí, los crecí, los eduqué, les di sus profesiones Y ahora casi al final de mi vida sé que mi misión es ayudar a otras mujeres de edad avanzada A quiénes sus hijos o sus familiares las abandonan por ya no considerarlas productivas o necesarias”. Indicó doña Elvira Vargas.
“No subestimes una empanada hecha con hambre… puede ser el comienzo de tu imperio.”