03/06/2025
UN ADOLESCENTE NO SE VUELVE ASESINO DE UN DÍA PARA OTRO.
Lo que ocurrió con María Fernanda.
Es una alarma social.
Y necesitamos dejar de mirar solo el horror para empezar a ver lo que lo está sucediendo en nuestra sociedad.
Porque un crimen así no surge de la nada.
Si seguimos abordando estas tragedias solo desde el castigo, vamos a seguir criando sin ver los vacíos que hay detrás de la violencia.
🧠 El cerebro adolescente no está terminado
A los 15 o 16 años, el sistema límbico (emociones) está hiperactivo.
Pero la corteza prefrontal (razón, consecuencias, empatía compleja) aún está en construcción.
Podemos decir o pensar muchas cosas pero en general si un cerebro nunca fue contenido emocionalmente en la infancia, si no aprende a regular el miedo, la ira, el rechazo, ni a ponerse en el lugar del otro, ese vacío puede volverse un abismo.
La empatía no es instintiva: se forma
La capacidad de “sentir al otro” surge del vínculo temprano.
Si nadie lo miró con amor, si su llanto fue ignorado, si creció entre pantallas más que entre abrazos, el otro deja de ser alguien y se convierte en cosa.
La moral tampoco es solo una norma
No basta con decir “eso está mal”.
La conciencia moral se construye desde la experiencia emocional de que el otro importa.
Y eso no se aprende con sermones. Se aprende con apego, con mirada, con presencia constante.
Entonces, ¿qué falló?
Probablemente fallaron los vínculos.
Probablemente falló el entorno que debió sostener, enseñar, regular.
Y definitivamente fallamos como sociedad al normalizar la desconexión, la cosificación, la idea de que todo es desechable —incluso las personas.
Horas y horas frente a una pantalla, sin contacto, sin escucha.
Adultos ausentes o emocionalmente fríos.
Una cultura que valora el rendimiento, pero no la humanidad.
Ese combo… desconecta al niño de su capacidad de sentir y al adolescente de su capacidad de elegir bien.
No. No es solo un monstruo.
Es el resultado de una crianza sin vínculo, de una infancia sin regulación, de un entorno que nunca le enseñó a ser humano.
Y eso no lo exime de su responsabilidad. Pero sí nos obliga a revisar la nuestra.
Si queremos prevenir más horrores así, no alcanza con indignarnos.
Necesitamos educar con ciencia, criar con presencia, mirar con amor. Necesitamos entender el cerebro infantil, y dar la suficiente importancia al apego seguro , la conexión y la validación emocional en la primera infancia..
Porque un adolescente no se vuelve asesino “porque sí”.
Se forma —o se deforma— en la ausencia.
En el abandono emocional que no duele a la vista, pero deja cicatrices invisibles.
Que la muerte de María Fernanda no sea solo dolor.
Que sea conciencia. Que sea transformación.
Que sea un llamado urgente a volver a mirar a los niños antes de que sea tarde.
Si sos madre, padre, docente:
Miralos. Escuchalos. Tocá su alma.
Los límites no se enseñan a gritos ni con premios.
La compasión no se forma con sermones, sino con presencia y con amor.
Criemos con CIENCIA🧠.