Fragmento del ensayo: Colonia Flor Blanca: un tesoro cultural salvadoreño
José Alfredo Ramírez Fuentes1
Ensayo preparado para:
Asociación Comunal Pro Rescate de la Colonia Flor Blanca
12 de septiembre de 2020
La colonia Flor Blanca hacia mediados de siglo XX
Si los primeros 15 años de la colonia Flor Blanca marcaron el paisaje urbano de San Salvador
como nunca otro proyecto lo había hecho, la dé
cada de 1950 mostró lo importante que son los
arquitectos para darle vida a una ciudad. Los cambios introducidos por los nuevos materiales y
las tendencias internacionales, se pueden apreciar claramente en el conjunto de casas históricas
de la Flor Blanca. Para la década de 1950 los gobiernos del Partido Revolucionario de Unificación
Democrática (PRUD) plantearon cambios profundos en la sociedad salvadoreña, su proyecto era
ambicioso: el desarrollismo a través de la modernización de la sociedad. Si bien esa política
estatal modernizadora tuvo sus aciertos y fracasos, la Flor Blanca se benefició de uno de esos
aciertos. El Salvador por primera vez pudo hablar de un sector económico industrial, con el
aparecimiento de la industria constructora, la cual recibió mucha inversión, financiamiento y
desarrollo, especialmente en materiales de construcción para las obras de vivienda urbana que
desarrolló el gobierno del presidente Oscar Osorio. Muestra de estos proyectos fue el aparecimiento del Instituto de Vivienda Urbana y algunas colonias como la Centroamérica. Así
llegaron a El Salvador importantes novedades tecnológicas al alcance de los proyectos
residenciales, como por ejemplo Cementos de El Salvador (CESSA) en 1949, SALVANITE (más
tarde Eureka y hoy AMANCO) en 1948 y una década después Solaire, que se dedicaba a la
producción de aluminio, PVC y vidrio, en 1958.20
Estas innovaciones permitieron que los arquitectos de la colonia Flor Blanca, a quienes se habían
sumado muchos otros además de De Sola y Sol, por ejemplo: Noltenius, Choussy, Durán, Hidalgo,
Escobar, Alfaro y Suárez, entre otros, pudieran innovar en las construcciones residenciales que
elaboraron. Así surgen viviendas icónicas como el llamado “Castillo venturoso” de la familia
Morán-Guirola, construido en la década de 1950 con inspiración en los castillos medievales
europeos. Esta obra única en su tipo, realizada por encargo, marca una etapa de mayor mezcla
en los estilos de la Colonia Flor Blanca, pero está fue la excepción a la regla. La mayoría de la
colonia mantuvo líneas del estilo colonial moderno, pero con variantes interesantes que la
siguieron haciendo única: se incluyeron arcos neogóticos en algunas viviendas, también se
introdujeron motivos estéticos inspirados en la arquitectura de Antigua Guatemala, así como
balcones y puertas con trabajos de herrería y ebanistería de gran complejidad. En términos
generales, la simplicidad en la línea de diseño, las superficies lisas y de un solo color marcaron la
arquitectura salvadoreña de mediados de siglo. En la década de 1950, según el arquitecto Carlos Ferrufino, algunas construcciones solo fueron
posibles a partir de la experimentación técnica y constructiva, particularmente por las
propiedades plasticas del concreto estructural. Esas técnicas y visiones permitieron el
aparecimiento de nuevas espacialidades, propias de la arquitectura moderna. Una de esas
estructuras clave del periodo fue el Gimnasio Nacional “Adolfo Pineda” y sus icónicas taquillas
con sombrillas “sencillas pero poderosas”. Este edificio, construido entre 1950 y 1956, fue
diseñado por el arquitecto Rudolph Schultze y las taquillas por la pareja austriaca de arquitectos
Katstaller, todos estos extranjeros llegaron a trabajabar para el gobierno salvadoreño en la
década de 1950 y marcaron la arquitectura moderna salvadoreña en los edificios públicos.21 Esta
edificación llegó entonces a cerrar el círculo de edificaciones públicas que fomentan el deporte y
sano esparcimiento de la colonia Flor Blanca: El Hospital Rosales, el Estadio “Flor Blanca” y el
Parque Cuscatlán”.....