
06/07/2025
Hoy nos visitaron en la consulta dos pacientes de origen alemán que no hablaban nada de español, solo inglés. Por la noche le comenté a mi esposa que estaba preocupado porque mi inglés no es muy bueno. No paso de "jaguar yú". Jajaja. Mi hija me dice: -"Si quieres voy para ayudarte"-.
Por la mañana de hoy sábado se levantó entusiasmada, ella usualmente los fines de semana se levanta más tarde, y nos dirigimos al consultorio. Pasamos a desayunar juntos, comencé las consultas a las 7 am y un poquito; y así fue transcurriendo la mañana.
Entre salvadoreños, vi a dos pacientes colombianas; pero con ellas la consulta fue fluida gracias a nuestro bello idioma español que compartimos.
Como a las 11 am se presentaron los pacientes alemanes. Dos esposos jóvenes con su hija de 5 años aproximadamente. Les comenté en mi inglés "champepiado" que mi hija me iba ayudar para poderles dar una consulta de calidad sin tantas barreras con el idioma. Y así fue, ellos le decían a ella lo que sentían en inglés, y ella me traducía al español, y viceversa. Fue una experiencia única. Por eso se las comparto.
La consulta fue muy amena y bonita. Se fueron contentos y satisfechos. El corazón estaba completamente sano. El dolor era torácico.
¿Y qué quiero transmitir?
De nuestros hijos debemos profetizar, pronosticar, solo cosas buenas. Solo debemos hablarles en grande. Veamos sus puntos fuertes, y potenciémoslo. No dejemos que se pierdan sin control ni supervisión alguna frente a las redes sociales (los nuevos ci*******os de este tiempo). Enseñemos con el ejemplo lo importante y enriquecedor que es la lectura impresa. Las varias vidas que se pueden vivir con buenos libros. No dejemos que pierdan el tiempo, ni que vivan una vida por debajo de su verdadero potencial.
Moises logró ver de lejos la tierra prometida, pero no pudo entrar. Entraron los más jóvenes. La tierra donde fluye leche y miel está destinada para ellos, y debemos enseñarles dónde queda. Debemos dejar que sueñen en grande, seamos los principales promotores de un estilo de vida mejor que el de nosotros. Y para eso debemos indicarles el camino, aunque nosotros no podamos verlo.
Hoy mi hija de 15 años fue mi traductora por primera vez. Y pensar que comenzó a los 10 años y ahora con esta edad es toda una bilingüe.