29/04/2025
Para manejar la fiebre de manera efectiva, el primer paso es confirmar su presencia. La medición de la temperatura debe hacerse con un termómetro adecuado para niños, ya sea digital o infrarrojo.
Se recomienda tomar la temperatura axilar en los más pequeños por comodidad y seguridad. Si quieres una lectura más precisa, el termómetro re**al puede ser una opción, aunque evidentemente es más invasivo e incomoda.
Un truco sencillo: mide la temperatura cuando el niño está calmado, preferiblemente después de un momento de descanso. Esto evitará lecturas incorrectas que puedan surgir tras jugar o llorar.
Observa y mide: antes de tomar decisiones, verifica si realmente hay fiebre. Usa un termómetro adecuado y mide la temperatura en un ambiente tranquilo. Si la temperatura supera los 38 °C, es fiebre; si está entre 37 y 38 °C, hablamos de febrícula.
Hidratación ante todo: los niños necesitan estar bien hidratados para combatir la fiebre. Ofrece agua, leche o caldos ligeros, dependiendo de lo que el pequeño prefiera. Si está inquieto y no quiere beber, intenta con pequeñas cantidades cada poco tiempo.
Ropa ligera y ambiente fresco: viste al niño con ropa ligera y cómoda, y ajusta la temperatura de la habitación para que no esté ni demasiado fría ni caliente. Evita cubrirlo en exceso, ya que esto podría elevar aún más su temperatura.
Baños tibios: un baño con agua tibia puede ser muy efectivo para bajar la fiebre y relajar al niño. Importante: evita usar agua fría, ya que podría causar temblores y hacer que el cuerpo retenga calor.
Medicamentos cuando sean necesarios: si el niño parece incómodo o tiene una fiebre alta, considera utilizar antipiréticos para fiebre como el paracetamol o el ibuprofeno. Consulta siempre con tu pediatra para confirmar la dosis correcta según su edad y peso.
Descanso y monitoreo: permite que el niño descanse tanto como sea posible. Mientras tanto, obsérvalo con frecuencia para asegurarte de que su estado no empeore.
Confía en tu instinto: eres quien mejor conoce a tu hijo. Si algo no parece bien, si la fiebre no responde a los cuidados básicos o si ves síntomas preocupantes (como dificultad para respirar, llanto inconsolable o somnolencia extrema), no dudes en buscar ayuda médica.