23/05/2025
Mucho ojo!! Presta atención a las señales que te da tu cuerpo. No te automediques 🚫. Consulta!!
CUANDO EL CEREBRO COLAPSÓ ANTES DE TIEMPO: POR QUÉ LOS DERRAMES CEREBRALES ESTÁN AUMENTANDO ENTRE LOS JÓVENES
No tiene 70 años. No tiene una vida sedentaria de décadas ni un historial de hipertensión severa. Tiene 33. Tiene 28. Incluso 22. Y sin previo aviso, sufre un derrame cerebral. Se cae, no responde, pierde el habla, la movilidad o incluso la vida. Lo que durante mucho tiempo se asoció casi exclusivamente a personas mayores ahora está ocurriendo con más frecuencia en adultos jóvenes. Y lo más alarmante es que muchos no lo ven venir. El cerebro colapsa. Y con él, colapsan los planes, las rutinas, los sueños. La ciencia ya encendió la alerta, porque el aumento sostenido de accidentes cerebrovasculares en menores de 45 años no es una coincidencia. Es una señal. Y no se trata solo de una estadística en aumento, sino de una tendencia real, palpable, que ha comenzado a afectar a una generación entera que, en teoría, todavía tenía tiempo.
Un accidente cerebrovascular ocurre cuando el flujo de sangre hacia una parte del cerebro se interrumpe o se rompe, dejando a las neuronas sin oxígeno ni nutrientes. Es una emergencia médica de segundos. Y en los jóvenes, suele aparecer sin antecedentes evidentes. Pero la raíz es más profunda. La vida moderna ha acelerado factores que antes se acumulaban con el paso del tiempo. El estrés crónico, el insomnio, el exceso de pantallas, la presión constante, la ansiedad no tratada. La mala alimentación disfrazada de conveniencia. El sedentarismo camuflado de productividad. El consumo cada vez más normalizado de ci*******os electrónicos, bebidas energéticas, alcohol o dr**as. El uso prolongado de anticonceptivos en mujeres jóvenes combinado con tabaquismo. La hipertensión silenciosa. La diabetes tipo 2 apareciendo antes de los 30. Todo eso crea un terreno fértil para que un evento vascular, que antes se creía improbable en esa etapa de la vida, se vuelva una posibilidad muy real.
Lo más difícil de detectar es que el cuerpo aguanta. Se adapta. Tolera. Hasta que deja de hacerlo. Y cuando eso ocurre, ya no hay marcha atrás. Porque el daño cerebral es inmediato. Porque el tiempo lo es todo. Porque cada minuto que pasa sin atención multiplica la cantidad de neuronas que mueren. Y lo que pudo ser una advertencia, se convierte en una tragedia que deja secuelas físicas, emocionales, sociales… o simplemente, en silencio, termina con una vida que apenas empezaba. Por eso hoy más que nunca hablar de prevención no es una recomendación, es una urgencia. No hay edad mínima para hacerse un chequeo, para medir la presión, para revisar los niveles de glucosa o colesterol, para moverse, para descansar bien, para frenar y escuchar al cuerpo. Porque la juventud ya no garantiza inmunidad. Porque la mente más activa, más brillante, más joven, también puede apagarse de un momento a otro si no cuidamos su base más vital: el flujo constante de sangre que la mantiene viva.
Y porque a veces, lo que parecía solo cansancio, estrés o una jaqueca más, era en realidad la primera grieta de algo mucho más grave. El derrame cerebral ya no es una enfermedad de otros. Es una posibilidad real que camina entre nosotros. Y entenderlo, ahora, puede marcar la diferencia entre una vida interrumpida… y una segunda oportunidad.
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Apegado a la realidad que hoy en día vivimos en el mundo!!!🥹😱