05/18/2022
DOLOR LUMBAR
Qué es
La lumbalgia es el dolor localizado en la parte inferior o baja de la espalda, cuyo origen tiene que ver con la estructura músculo-esquelética de la columna vertebral.
"La lumbalgia se define como dolor muscular en la zona lumbar (L1-L5), que conlleva un aumento del tono y de la rigidez muscular", explica a CuídatePlus José Casaña Granell, secretario general del Consejo General de Colegios de Fisioterapeutas de España (Cgcfe) y director del Departamento de Fisioterapia de la Universidad de Valencia.
Según la Fundación Kovacs, se trata de un dolor local acompañado de dolor referido o irradiado que no se produce como consecuencia de fracturas, espondilitis, traumatismos ni causas neoplásicas, neurológicas, infecciosas, vasculares, endocrinas, metabólicas, ginecológicas ni psicosomáticas.
Esta patología afecta tanto a personas jóvenes, como adultas y mayores y aparece tanto en trabajos sedentarios, como en aquellos que implican un gran esfuerzo físico.
Según el National Institute for Occupational Safety and Health (Niosh), se favorece la aparición de este síntoma en las acciones donde se involucran movimientos de flexión o la combinación de flexión con torsión del tronco, así como los trabajos donde las acciones sean repetitivas, en entornos vibratorios y con sobrecargas continuas en posiciones estáticas.
Aproximadamente el 80% de la población ha tenido o tendrá alguna lumbalgia durante su vida y hasta el 70% de los jóvenes antes de cumplir los 16 años han experimentado este dolor de espalda.
Frecuencia de aparición
¿La lumbalgia tiene la misma frecuencia en hombres y mujeres? ¿Hay una franja de edad en la que se padezca más lumbalgia?
Andrés Ariza, portavoz de la Sociedad Española de Reumatología (SER) y reumatólogo del Hospital General de Ciudad Real, responde que, básicamente, la diferencia por sexos y edad va a ser en función de algunas causas. Por ejemplo:
La espondilitis anquilosante tiene mayor frecuencia en el varón joven.
Las infecciones van a ser más frecuentes en mayores de 50 años.
Los cuadros crónicos y degenerativos son más frecuentes entre los 45 y 65 años y, en este caso, sí es algo más frecuente en la mujer (60%).
Causas
Antiguamente se creía que el dolor aparecía porque existía alguna alteración de la estructura de la columna vertebral, como la escoliosis o la hernia discal. Sin embargo, desde la Fundación Kovacs indican que eso es un error.
Al respecto, Ariza señala que dentro de las causas “identificables” de lumbalgia posiblemente esté la hernia de disco en la zona lumbar. Y añade: "Aunque en este caso tenemos que argumentar que se abusa un poco del diagnóstico de 'hernia discal' como causa del dolor que consulta el paciente. Hay estudios con tomografía axial computarizada (TAC) o resonancia magnética nuclear (RMN) que demuestran un 20 o 24% de hernias discales asintomáticas”.
Hace años, un metaanálisis de ocho estudios con RMN en individuos “asintomáticos” demostró: protrusión del disco entre el 29 y 79%; hernia discal entre el 9 y el 76% y enfermedad degenerativa del disco en el 46 y el 91% de los estudiados. "Es decir, la 'discopatía' en las técnicas de imagen es un hallazgo muy frecuente, pero no siempre es la 'causa directa' del dolor que se nos consulta", especifica Ariza.
Según la Fundación Kovacs, el dolor de la lumbalgia aparece por un mecanismo neurológico que implica la activación de los nervios que transmiten el dolor y el desencadenamiento de la contractura muscular y la inflamación. A veces, también puede conllevar la compresión de la raíz nerviosa.
Ese mecanismo puede desencadenarse por una alteración de la estructura de la columna vertebral, como la hernia discal o la degeneración importante de la articulación intervertebral, pero, en la mayoría de los casos no se puede llegar a averiguar la causa inicial que lo desencadena, y se atribuye a dolor por contractura o sobrecarga muscular.
Según la SER, las causas más frecuentes son las de origen mecánico: alteración de la estática vertebral (escoliosis), contracturas musculares (por sobrecarga mecánica o tensional), problemas degenerativos del disco intervertebral o de las articulaciones posteriores vertebrales, fracturas por osteoporosis o traumatismos violentos.
Otras causas menos frecuentes son las enfermedades inflamatorias de las estructuras vertebrales (como la espondilitis anquilosante); las infecciones o los tumores.
¿De qué infecciones se trata? Esencialmente van a ser infecciones piógenas, también pueden ser tuberculosas y, más raramente, fúngicas.
Entre las piógenas:
Estafilococo dorado, que se da en la mitad de estos casos. Es frecuente en adictos a dr**as por vía parenteral.
Estafilococo epidermidis, que suele ser secundario a intervenciones quirúrgicas o punciones vertebrales.
El estreptococo se asocia a la presencia concomitante de endocarditis.
Los bacilos Gram negativos aparecen en el 25 o 30% de los casos, principalmente Escherichia coli. En este caso suele darse el antecedente de infección urinaria.
¿Y qué tipo de tumores o en qué localización?
En la afección tumoral destacan el mieloma múltiple y las metástasis óseas debidas principalmente a cánceres de mama, próstata, pulmón, riñón, tiroides y digestivos, por ese orden.
Síntomas
Las manifestaciones más comunes de la lumbalgia son el dolor local o irradiado, la inflamación y la presencia de contracturas musculares.
Por otra parte, según el grado de afectación y compresión radicular se pueden producir alteraciones de la sensibilidad (anestesia, hipoanestesia, hiperestesia, hormigueo, etc.) y alteraciones del movimiento (paresia, parálisis, entre otras).
Prevención
“Para evitar el dolor de espalda es recomendable hacer ejercicio o, en todo caso, mantenerse físicamente activo, evitar el sedentarismo, adoptar una actitud mental valiente ante el dolor y cumplir las normas de higiene postural destinadas a realizar las actividades cotidianas de forma que la espalda soporte la menor carga posible”, explica a CuídatePlus Mario Gestoso, director médico de la Fundación Kovacs.
Gestoso señala que, en general, pueden incrementar algo el riesgo de padecer dolores de espalda aquellos que someten al cuerpo a vibraciones, los que requieren movimientos de flexoextensión o torsión y los que obligan a mantener posturas de flexión o hiperextensión. Sin embargo, la realización de ejercicios físicos que desarrollen una musculatura compensada puede paliar los efectos adversos.
“Desde la fisioterapia se plantean diversas acciones para evitar posibles recidivas (o recaídas). Entre las medidas, primero se corrigen las posturas o gestos que hayan producido la lesión. En este sentido, al paciente se le educa de las correctas normas de higiene postural y ergonomía, con el objetivo de mejorar sus posturas al sentarse, tumbarse, subir o bajar escaleras o al cargar objetos”, expone Casaña.
Al paciente también se le instruye en autoestiramientos y ejercicios de fortalecimiento para que tengan un mejor control del tono postural y evitar nuevos episodios. “Estos ejercicios tienen como objetivo devolver el tono normal de la musculatura, o bien potenciando y estabilizando la musculatura débil o atrofiada o, por el contrario, relajándola en caso de tenerla hipertónica (contracturada)”, especifica el director del Departamento de Fisioterapia de la Universidad de Valencia.
A continuación, se muestran una serie de ejercicios para los dos tipos de objetivo. “Estos ejercicios deben ser supervisados por el fisioterapeuta, quien los prescribirá teniendo en cuenta las características del paciente y la progresión de los ejercicios”, recuerda Casaña.