08/04/2025
Mi nombre es Juan Francisco y uso implante coclear desde los tres años.
Cuando mis padres recibieron el diagnostico sintieron miedo e incertidumbre, pero gracias al acompañamiento del otólogo y a todos los exámenes necesarios, descubrimos que yo era candidato para el implante. Así comenzó una nueva etapa en mi vida.
El proceso de adaptación ha sido muy positivo. He sido muy disciplinado con las terapias, lo que me ha permitido grandes avances: hoy ya sé leer y escribir.
Gracias al amor y apoyo de mis padres, vivo cada día con alegría y normalidad. A veces, cuando vamos por la calle, algunas personas se detienen a mirarme o me preguntan con curiosidad para qué sirven los “aparaticos” que llevo.
No me da pena usarlos, al contrario: forman parte de mí. Sé que debo cuidarlos y ya he empezado a practicar cómo colocármelos solo. Doy gracias a Dios por el avance de la ciencia, porque gracias a ella, muchas personas con pérdida auditiva tenemos la oportunidad de disfrutar los sonidos del mundo.
Me emociono cuando caminamos por un parque y escucho sonidos nuevos: le pregunto a mis padres de dónde vienen. Cuando reconozco uno, se los cuento con alegría. También disfruto mucho del fútbol.
El sonido de la hinchada me llena de emoción y me dan ganas de bailar. Usar implante no me ha impedido hacer deporte: practico BMX y el año pasado incluso gané una competencia. En mi familia, la música siempre ha estado presente.
Mis padres animan musicalmente en la parroquia, y yo no me he querido quedar atrás. Ya acompaño con la pandereta y, de vez en cuando, me siento frente a la batería para intentar imitar lo que ellos tocan.
Aún estoy aprendiendo, pero sé que con dedicación pronto podré acompañarlos como un verdadero músico. Esta es mi historia: una historia de amor, esfuerzo y sonidos que ahora forman parte de mi vida.