10/10/2025
Hoy, estaría cumpliendo años Adelfa .
Mi abuela.
Mi raíz.
La inspiración en todo lo que hago.
La mujer que me enseñó que el amor no se demuestra gritando, sino quedándose.
Que la verdadera elegancia no es un vestido, ni una marca, ni una casa bonita…
Es la forma en la que miras a los demás sin juicio.
La forma en la que sostienes la vida sin perder la dulzura.
Yo le decía Tutu ; y nunca más nadie me ha mirado como ella me miraba: con esa mezcla imposible de ternura, orgullo y calma. Con esos ojos que no juzgaban, que no pedían, que solo amaban.
Era una mujer amorosa, sabia, demasiado adelantada a su tiempo. Fuerte, resiliente, culta, elegante.
Nunca la escuché quejarse, ni culpar, ni hablar mal de nadie. Cargaba la vida con una sonrisa y no con sacrificio. Adelfa sabía Amar sin hacer ruido.
Me crió desde los 7 años hasta los 16 , con amor, con dulzura. Jamás usó su dolor como herramienta para herir. Y eso, en un país y en una época como la suya, era un acto de grandeza.
Todo lo hacía don Elegancia , con una elegancia que no se inventaba: nacía con ella
Su perfume era Amarige de Givenchy, y hoy… es el preferido de mi hija.
Tutu me llevaba al teatro mínimo 2 veces por semana, a los museos, a los conciertos, a ver lo bello.
Me enseñó que la sensibilidad también es una forma de inteligencia.
Que la cultura no era un lujo: era una manera de sobrevivir con gracia.
Y quizás por eso, cada vez que entro a Adelfa Beautyland, la siento viva.
Porque ese lugar no nació de un curso, ni de una tendencia.
Nació de ella.
De su forma de servir, de su manera atemporal de amar, de su gusto impecable y su entrega silenciosa.
Yo no aprendí la elegancia en una masterclass.
La heredé de una mujer que se perfumaba para ir al mercado.
Que leía poesía mientras el mundo se desmoronaba.
Que hablaba de Dios, y vivía como si lo tuviera en la mirada.
(continúa en los comentarios)