10/01/2025
LOS ALCOHÓLICOS SON ENCANTADORES
Julio de 1944
En el mismísimo pie de la escala social de la sociedad de AA están los parias, los intocables y los marginados, todos con escasos privilegios y reconocidos por un epíteto denigrante: parientes.
Yo soy un pariente, y sé perfectamente cuál es mi lugar. Y esto no es una queja, pero espero que a nadie le moleste si aventuro la triste confesión de que hay veces, ¡ay! muchas veces, en las que deseo haber sido un alcohólico. Con esto quiero decir que ojalá fuera un miembro de AA, y la razón es que considero que los miembros de AA son las personas más encantadoras del mundo.
Esa es mi opinión. Como periodista, he tenido la suerte de conocer a muchas personas consideradas encantadoras. Cuento entre mis amigos a estrellas (y también a actores no tan destacados) del teatro y el cine; los he visto en mi compañía diaria; conozco a damas y caballeros de ambos partidos políticos; he sido invitado a la Casa Blanca; me he codeado con reyes, ministros y embajadores, y afirmo (después de semejante catálogo, que podría extenderse), que preferiría una noche de conversación con amigos del grupo de AA a cualquier persona o grupo de personas mencionadas previamente.
Me he preguntado por qué me parecen tan encantadoras estas orugas alcohólicas que se convirtieron en alas de mariposa en Alcohólicos Anónimos. Hay más de una razón, pero puedo mencionar algunas.
Los miembros de AA son lo que son, y fueron lo que fueron, porque son gente sensible, imaginativa, con sentido del humor y conciencia de la verdad universal.
Son sensibles, lo que significa que es fácil herirlos. Eso ayudó a que se convirtieran en alcohólicos. Pero cuando alcanzan su recuperación, siguen siendo igual de sensibles, abiertos a la belleza y a la verdad, y llenos de aprecio por las glorias intangibles de esta vida. Eso los convierte en compañeros encantadores.
Son imaginativos. Y eso ayudó a que se convirtieran en alcohólicos. Unos bebían para que su imaginación echara a volar más alto todavía. Otros, desesperados, bebían para eliminar las insoportables visiones que creaba su imaginación. Pero al encontrar el camino de regreso, su imaginación responde a nuevos hechizos y su conversación abunda en colores y luz. Y eso también los convierte en compañeros encantadores.
Los alcohólicos tienen sentido del humor. Incluso cuando están pasados de copas, dicen cosas terriblemente divertidas. A menudo, era el hecho de estar obligados a tomar con seriedad las pequeñas cosas miserables de la vida lo que hacía que buscaran refugio en una botella. Pero al encontrar el camino de regreso, su sentido del humor descubre una libertad bendita y pueden alcanzar un estado de gracia que les permite reírse de sí mismos: la cumbre del conocimiento de sí mismos. Vaya a las reuniones y escuche las risas. ¿De qué se ríen? De recuerdos macabros que harían que otras almas más débiles se estremecieran con un remordimiento inútil. Y eso los convierte en personas maravillosas con quienes compartir un momento o una conversación.
Los miembros de AA saben que existe una verdad universal. En consecuencia, esa verdad también vive en sus corazones. El hecho de que hayan encontrado ese nuevo rumbo en el universo de Dios es, generalmente, la razón por la que lograron su recuperación.
Casi siempre, el motivo por lo que volvieron a tomar los caminos correctos y sencillos de la vida es el haber encontrado a Dios. ¡Ponte de pie con ellos cuando termina la reunión y escúchalos orar el “Padre nuestro”!
Han encontrado un Poder más grande que ellos al que sirven con diligencia. Y eso les confiere un encanto jamás visto en mar y tierra, que hace que uno sepa que el mismo Dios es realmente encantador, porque las personas de AA reflejan Su misericordia y Su perdón.
FULTON OURSLER