05/03/2025
En un mundo donde muchas hemos aprendido a sobrevivir desconectándonos, nos recuerda algo esencial: el apego se sana con apego, no con su ausencia. Esta verdad resuena profundamente en mi labor, porque acompañar procesos de sanación femenina a través del masaje terapéutico y el masaje abdominal no es solo tocar un cuerpo —es acompañar una historia, un sistema nervioso, una necesidad profunda de sentirse segura, sostenida y viva.
No todos los espacios entre mujeres nutren, y no toda compañía es presencia real. Hoy más que nunca necesitamos discernir qué círculos realmente nos sostienen, cuáles nos edifican desde adentro, y cuáles, aunque parezcan “ideales” por fuera, no nos ofrecen un verdadero sostén. En mi espacio, creo un lugar para que las mujeres regresen al cuerpo desde la ternura, desde la escucha, desde el cuidado.
El masaje, cuando es consciente y amoroso, es una forma de corregulación. Es una invitación al sistema nervioso a descansar, a confiar, a abrirse a la posibilidad de una nueva narrativa. Y en ese contacto respetuoso, también se despierta la oxitocina —esa hormona sabia que regula, reconecta y nos recuerda que somos mamíferas, que necesitamos del otro para sanar.
Sanar no siempre es encerrarse. Muchas veces es volver a abrirnos, poquito a poco, a un contacto seguro. Por eso mi trabajo no es solo físico: es un espacio de retorno. De volver a ti, con ayuda. Gracias por sembrar estas palabras que tanto necesitamos escuchar.
Con amor, Andrea✨