05/07/2025
Mirá... no sé si hay una fórmula exacta para ser locutor, pero te puedo contar lo que me pasó a mí.
Cuando empecé, pensaba que con tener buena voz, ya estaba todo resuelto. Spoiler: no. La voz es apenas la entrada al boliche. Después tenés que bailar.
Y ahí empieza lo lindo: entrenar el oído, afinar la lectura, aprender a respirar, encontrar tu tono (y no, no hablo del afinador del celu). Aprender a decir sin exagerar, a emocionar sin actuar de más, a ponerle verdad a lo que leés, aunque sea un spot de yogures descremados.
En este laburo, no hay GPS. Hay camino. A veces te va a parecer que hablás solo, que nadie te escucha. A veces vas a grabar una y otra vez hasta que salga como querés. Y otras veces, te va a salir de una, y vas a sonreír solo en la cabina.
Yo arranqué con una compu vieja, un micro prestado y muchas ganas. Hoy tengo clientes, premios, un estudio armado... pero lo más importante: sigo grabando con el mismo amor de aquel pibe que soñaba con que me escuchen por todos lados.
Si estás empezando, te digo algo desde el corazón: no apures los tiempos. Cada "malas noticias, la semana que viene vemos", cada "¿te podés copiar a este otro locutor?", cada casting que no quedó… también forman parte. Y te curten, te enseñan, te arman.
La locución no es solo hablar lindo. Es decir con alma. Y eso… eso lleva su tiempo. Pero cuando llega, te juro, se siente como magia.
Nos escuchamos ✨