
06/10/2020
Llévame a la calle, hijo, que aún tengo buenas piernas; a caminar sin rumbo fijo contigo no me sentiré vieja.
Invítame a tu casa, hijo, el domingo en la mañana, a compartir tu buena mesa y sentirme acompañada.
Háblame con cariño, hijo, no me grites ni te alteres; los viejos somos como niños, nos gusta que nos mimen, nos sonrían y nos amen.
Festeja mis ocurrencias, no critiques mis locuras; trataré de ser valiente aunque surjan amarguras.
No me alejes de tu lado, no me hables con engaño; tengo aún mi mente clara, los recuerdos son de antaño.
Ven a verme a casa, hijo, yo no te pediré nada;
solamente tu presencia y contemplar tu cara.
No me dejes triste y sola, no me metas a la cama; los doctores se equivocan, el dolor esta en el alma.
(Dedicado con cariño a nuestros mayores).