25/10/2017
“El silencio es el elemento en el que se forman todas las cosas grandes”, afirmó el ensayista escocés Thomas Carlyle. Y es que, al margen de la inspiración creativa que puede encontrarse en unos minutos de reflexión, la realidad es que diversos estudios han concluido que el silencio es bueno para nuestra salud porque controla el estrés, fortalece nuestro sistema inmune y hasta puede hacernos más fuertes frente al dolor. Pero claro, teniendo en cuenta que vivimos en la era del estrés, la conectividad permanente y el ruido, no parece fácil encontrar unos minutos al día para rendirnos a las bondades del silencio (trabajado). Porque para que estos beneficios sean reales, no vale solo con callar y relajar (o anular) nuestra actividad mental. Tal y como puntualiza María Soria Oliver, directora del área de Ciencias del Comportamiento y coordinadora académica del Grado de Psicología de UNIR, “estar simplemente en silencio no comporta beneficios”, dice. “Tiene que ser un silencio trabajado en el que se busque un estado de conciencia localizado en el 'aquí y ahora', acompasando la respiración y dejando pasar los pensamientos sin detenernos en ellos”. En otras palabras, según Lucía Morales, psicóloga y miembro del equipo de Escuela Europea de Transformación Emocional, se trata de “silenciar nuestra mente. Buscar espacios de silencio y aislamiento nos permite liberarnos del estrés siempre y cuando no utilicemos el silencio para organizar la agenda del día siguiente o darle vueltas a los problemas del trabajo”.