06/09/2016
Una mirada hacia las políticas educativas inclusivas
Dr.C. Santiago A Borges Rodríguez
La inclusión educativa pasa por la liberación de los hombres de la ideología de la exclusión y del proceso de homogeneización de los seres humanos .Toda discriminación entraña sufrimiento para las víctimas. Un seguimiento al pensamiento de los profesionales vinculados a la educación y las prácticas educativas de hoy nos insta a considerar que si no se destierran las políticas integracionista que proclaman la escuela abierta a la diversidad como slogan y se sustituye por una ideología de inclusión, donde lo diferente es lo común, no podrá ser nunca una realidad la escuela inclusiva.
El cambio ideológico no puede ser dejado a la libre espontaneidad, pues esa espontaneidad a lo más que podrá llevarnos es a creernos una falsa igualdad en la escuela abierta para todos.
Más extendida, más antigua, más hecha y capaz de presentarse de mil formas diferentes, que la ideología de la inclusión, es cualquier política, tendencia y teoría de la atención a la diversidad, que tiende a imponerse si no se actúa de manera decidida en contra de ella, aún si se sigue considerando que es una “etapa lógica” del desarrollo de la otra.
Si se sigue confiando en el espontaneísmo del magisterio y sus dirigentes, se seguirá minimizando lo decisorio de alcanzar la inclusión para conseguir la plena transformación de la educación.
La escuela es el primer sitio de socialización, pero a su vez hoy se convierte en el primero de marginación de un grupo minoritario, justamente, porque se aleja de las normas de la mayoría y es donde muchos de los diferentes sufren, porque allí casi siempre se quiere reforzar roles estereotipados con el tiempo de ejercicio magisterial y se reniega de la divergencia.
La formación y la preparación del docente deben asegurar, la transmisión de una serie de conocimientos necesarios para edificar la inclusión en las escuelas. Hay que restituir ambos procesos sobre una base moderna, conforme a las últimas palabras de las ciencias de la educación.
Tal reconstrucción no puede ser "obra de inexpertos", para ella son necesarias algo más que nociones primitivas de pedagogía y psicología, hay que dominar las distintas técnicas y saber cómo aplicarlas y ello debe hacerse a base de una instrucción moderna que garantice una amplia formación. Sería equivocado pensar que basta con saber las consignas y las declaraciones verbales y no actitudinales de las personas.
La inclusión implica una educación, no en el sentido de transmisión de unos conocimientos, sino en su asimilación, con las implicaciones actitudinales, valorativas, de maduración personal, de inclusión social. Se trata de que la escuela (directivos, maestros y padres) orienten la educación de todos hacia la formación de la persona, en el sentido de propiciar o favorecer su crecimiento, su maduración, tanto en su dimensión individual como social.
Para implementar políticas inclusivas en las actuales escuelas se hace necesario que los directivos adquieran nuevos modos de actuación que son consecuencias de una preparación que rebasa los marcos estrechos de los dominios pedagógicos y psicológicos generales y especiales, para insertarse en las aportaciones de un conjunto de disciplinas de amplio espectro vinculadas al proceso educativo que ocurre en la escuela y fuera de ella.
Una mirada hacia las políticas educativas inclusivas
Dr.C. Santiago A Borges Rodríguez
La inclusión educativa pasa por la liberación de los hombres de la ideología de la exclusión y del proceso de homogeneización de los seres humanos .Toda discriminación entraña sufrimiento para las víctimas. Un seguimiento al pensamiento de los profesionales vinculados a la educación y las prácticas educativas de hoy nos insta a considerar que si no se destierran las políticas integracionista que proclaman la escuela abierta a la diversidad como slogan y se sustituye por una ideología de inclusión, donde lo diferente es lo común, no podrá ser nunca una realidad la escuela inclusiva.
El cambio ideológico no puede ser dejado a la libre espontaneidad, pues esa espontaneidad a lo más que podrá llevarnos es a creernos una falsa igualdad en la escuela abierta para todos.
Más extendida, más antigua, más hecha y capaz de presentarse de mil formas diferentes, que la ideología de la inclusión, es cualquier política, tendencia y teoría de la atención a la diversidad, que tiende a imponerse si no se actúa de manera decidida en contra de ella, aún si se sigue considerando que es una “etapa lógica” del desarrollo de la otra.
Si se sigue confiando en el espontaneísmo del magisterio y sus dirigentes, se seguirá minimizando lo decisorio de alcanzar la inclusión para conseguir la plena transformación de la educación.
La escuela es el primer sitio de socialización, pero a su vez hoy se convierte en el primero de marginación de un grupo minoritario, justamente, porque se aleja de las normas de la mayoría y es donde muchos de los diferentes sufren, porque allí casi siempre se quiere reforzar roles estereotipados con el tiempo de ejercicio magisterial y se reniega de la divergencia.
La formación y la preparación del docente deben asegurar, la transmisión de una serie de conocimientos necesarios para edificar la inclusión en las escuelas. Hay que restituir ambos procesos sobre una base moderna, conforme a las últimas palabras de las ciencias de la educación.
Tal reconstrucción no puede ser "obra de inexpertos", para ella son necesarias algo más que nociones primitivas de pedagogía y psicología, hay que dominar las distintas técnicas y saber cómo aplicarlas y ello debe hacerse a base de una instrucción moderna que garantice una amplia formación. Sería equivocado pensar que basta con saber las consignas y las declaraciones verbales y no actitudinales de las personas.
La inclusión implica una educación, no en el sentido de transmisión de unos conocimientos, sino en su asimilación, con las implicaciones actitudinales, valorativas, de maduración personal, de inclusión social. Se trata de que la escuela (directivos, maestros y padres) orienten la educación de todos hacia la formación de la persona, en el sentido de propiciar o favorecer su crecimiento, su maduración, tanto en su dimensión individual como social.
Para implementar políticas inclusivas en las actuales escuelas se hace necesario que los directivos adquieran nuevos modos de actuación que son consecuencias de una preparación que rebasa los marcos estrechos de los dominios pedagógicos y psicológicos generales y especiales, para insertarse en las aportaciones de un conjunto de disciplinas de amplio espectro vinculadas al proceso educativo que ocurre en la escuela y fuera de ella.