25/12/2025
Cómo me cuesta cambiar.
Es una frase que me repito a men**o, casi como un susurro derrotista frente al espejo. Y sé que tú también la has pensado.
Es esa inercia pegajosa. Esa gravedad tremenda que nos mantiene atados a "lo de siempre", a lo conocido, a la zona de confort... que muchas veces de "confort" no tiene nada, pero al menos es predecible.
Nos da terror la incertidumbre. Preferimos un dolor familiar que una alegría desconocida. Nos contamos la historia de que "yo soy así" y que ya es tarde para reescribir el guion. Y así, pasan los días, las semanas, los años, esperando un momento mágico donde la motivación caiga del cielo y todo sea fácil.
Pero vengo a decirte (y a decirme) una verdad incómoda pero profundamente liberadora:
⚡️ El cambio nunca es fácil. Y nadie va a venir a hacerlo por ti.
El cambio duele porque implica un duelo. Implica dejar morir una versión de ti que, aunque ya no te sirve, te ha acompañado hasta aquí. Implica soltar la mano de la víctima que vive en ti y agarrar con fuerza el timón de la responsabilidad.
¿Cuesta? Horrores. ¿Da miedo? Pánico.
Pero te pregunto: ¿Cuánto te está costando no cambiar? ¿Cuál es el precio de seguir en ese trabajo que te apaga, en esa relación que te resta, con esos hábitos que te enferman o con esa mentalidad que te empequeñece?
A veces, el riesgo de quedarse igual es mucho mayor que el riesgo de saltar.
Hoy quiero invitarte a que dejes de esperar a "estar preparado". Nunca lo estarás del todo. El cambio no es un interruptor que se enciende un lunes. El cambio es una decisión que se toma hoy, y que se vuelve a tomar mañana, y pasado.
No tienes que revolucionar tu vida en 24 horas. Solo necesitas un pequeño acto de valentía. Un "no" a tiempo. Un límite puesto con amor. Diez minutos de movimiento. Una conversación honesta.
Sí, cuesta cambiar. Pero te prometo que cuesta mucho más vivir una vida que te queda pequeña.
Toma las riendas. Hazlo con miedo, hazlo temblando, pero hazlo. Eres el único escultor de tu propia historia.