29/10/2021
LA ENFERMEDAD ES LA RESPUESTA APROPIADA DEL CEREBRO
A UN TRAUMA EXTERNO Y FORMA PARTE DE UN PROGRAMA
DE SUPERVIVENCIA DE LA ESPECIE!!
"Desde hace miles de años,
la humanidad ha experimentado que en definitiva todas las enfermedades tienen un origen psíquico,
lo cual es ya una verdad científica sólidamente establecida en el patrimonio del saber universal; tan sólo la medicina moderna hace de nosotros, seres animados, un montón de fórmulas químicas." DOCTOR RYKE GEERD HAMER
La medicina alternativa o no traumática se limita con frecuencia a recurrir a soluciones terapéuticas sobre las mismas bases que la medicina moderna: la enfermedad es algo feo, malo, insensato, un peligro. Y la única solución consiste en eliminarla, ya sea de modo suave y violento.
En cambio, los descubrimientos de Hamer abren un mundo totalmente contrario: la enfermedad es la respuesta apropiada del cerebro a un trauma externo, y forma parte de un programa de supervivencia de la especie.
Una vez resuelto el trauma, el cerebro invierte el orden y el individuo pasa a la fase de reparación.
Descubrir el sentido de las enfermedades es lo más apasionante y fructífero que pueda imaginarse... No se trata de creer en Papá Noel, sino de descorrer un velo sobre cómo funciona el ser humano.
Los descubrimientos de Hamer se configuran en cinco leyes fundamentales, que examinaremos a continuación; para descubrir estas leyes él se basó:
- En su experiencia directa de enfermo de cáncer;
- En la observación de más de veinte mil casos de patologías distintas (desde la verruga al SIDA,
desde la psicosis a la leucemia, pasando por la esclerosis en placas y la diabetes) buscando cada vez el denominador común, el trauma causal;
- En el estudio de la evolución de la primera célula destinada a convertirse en un individuo complejo.
Para que una hipótesis se convierta en una ley científica debe ser siempre reproducible, ya que de lo contrario no pasa de hipótesis: el agua hierve siempre a cien grados en presencia de la misma presión atmosférica.
La cinco leyes de la Nueva Medicina, aparte de por el doctor Hamer, han sido verificadas por otros médicos y terapeutas de media Europa, en millares de pacientes, y siempre se han revelado exactas y reproducibles, y por tanto científicas.
EL TRAUMA ES EL DETONANTE »
Toda enfermedad es causada por un trauma emocional que nos coge desprevenidos, a contrapié, un trauma que vivimos en soledad y que no sabemos cómo resolver. La intensidad del trauma, la «connotación» de la emoción sentida cuando se ha producido, determinan el área del cerebro afectada, el órgano físico correspondiente y la gravedad de la enfermedad.
Con el fin de preservar la especie, el hombre ha desarrollado con el paso del tiempo programas biológicos de supervivencia que están grabados en su cerebro, en sus células.
Tomemos, por ejemplo, a un campesino que está vendimiando al sol: su piel se enrojece, pero una vez vuelto a casa, durante la noche, su cerebro da la orden de poner en circulación la melanina: comienza así el bronceado para proteger la piel que no correrá ya el peligro de quemarse por los rayos solares: se trata de un
proceso biológico, programado, automático.
Para los animales vale el mismo tipo de programación: sobrevivir y preservar la especie. Para marcar su territorio e identificar su propiedad, los animales orinan a lo largo del perímetro de la misma y defecan en medio de ella, tapando a continuación sus propios excrementos. Pues el hombre actúa del mismo modo, pero, dado que se dice civilizado, ha inventado el retrete para hacer sus necesidades siempre en el mismo sitio. Sin embargo, la función biológica de orinar y de defecar sigue siendo la misma: tanto es así que la mayor parte de la gente que se va de vacaciones está con frecuencia estreñida los primeros días porque se ha alejado de su propio territorio; basta con regresar y todo vuelve a ser como antes (admitiendo que la casa sea, efectivamente, tomada como «el propio territorio»).
Trata ahora de cerrar los ojos y de imaginar que tienes entre las manos medio limón, con su brillante pulpa, el aroma, la cáscara fresca entre los dedos, y pensad en hincarle el diente, sentir el jugo ácido en vuestra lengua, descendiendo lentamente por la garganta: ¿cuál es vuestra reacción? Aumenta la segregación de saliva: el cerebro está dando las órdenes al cuerpo para preparar al estómago a recibir el limón y a comenzar la digestión, por más que, en realidad, ninguna gota de jugo ha penetrado aún.
Así pues: el cerebro no está en condiciones de distinguir entre lo real y lo simbólico, entre la realidad y la imaginación.
El señor Mario B., de cincuenta años, ha dedicado toda su vida laboral a una pequeña empresa de muebles de oficina. Una buena mañana, al llegar al trabajo, el propietario le llama y le anuncia sin demasiados preámbulos su despido. Mario B. se queda sin respiración, incapaz de la menor reacción, sin poder explicarse a razón del mismo. Luego descubrirá que su puesto ha sido ocupado por el hijo del amo. Es una mala pasada que nunca se hubiera esperado y lo expresa diciendo: «¡No puedo digerir que me despidan así!» Inmediatamente la mente informa al cerebro que transmite la orden a las células del estómago que dan
comienzo a una proliferación celular, un tumor, para digerir el bocado indigesto que ha estado a punto de
causar la muerte del señor Mario.
Estamos programados para sobrevivir y preservar la especie.
El cerebro no establece diferencia entre lo real (la pata de conejo que se ha quedado en el estómago del lobo) y el imaginario (el despido de Mario, vivido como un bocado que se le ha atragantado). La enfermedad es, pues, la solución perfecta del cerebro en términos biológicos de supervivencia.
Mario puede resolver el problema eliminando el trauma emocional, o, de forma más «práctica»,
buscándose sencillamente otro trabajo.
Si Mario no está en condiciones de eliminar el trauma ni de encontrar otro trabajo, el cerebro entrará en
acción sobre el único campo que tiene a su disposición, es decir, el estómago, antes de que Mario consuma
todas sus energías en el intento de... «digerir» el amargo bocado. Intervendrá con el único medio que puede
resolver a toda prisa el problema: ¡un tumor! ¡El tumor en el estómago será entonces, paradójicamente, la
solución biológica para salvar la vida del señor Mario B.!
Pero Mario habría podido vivir el trauma emocional de su despido de modo distinto (cada uno de nosotros
tiene su historia, su educación, su pasado):
* «Estoy rabioso por la injusticia que he sufrido», patología de las vías biliares;
* «Esto no me lo trago», patología del esófago;
* «Es una mala pasada, no puedo dejarla pasar», patología del intestino delgado;
* «Me ha hecho una guarrada», patología del colon;
«Tengo miedo de no tener ya mi propio espacio», patología de los bronquios
«Se me viene todo encima», patología renal.
«No valgo ya para nada», patología ósea.
Cada vez que un individuo, en el curso de su existencia, se ve afectado por un trauma emocional que tiene las siguientes características:
- Es vivido de manera dramática (con todos los matices propios del caso, por lo que una gran emoción tendrá consecuencias más visibles que una pequeña contrariedad: de la bronquitis al cáncer de pulmón, según la intensidad del drama vivido);
- Nos coge desprevenidos, cuando menos se espera;
- La emoción se impone a la razón;
- Es vivido en soledad, rumiando continuamente el problema (aunque todos saben lo que nos ha
sucedido, nadie sabe lo que hemos sentido);
No se encuentra una solución satisfactoria.
Entonces, y sólo entonces, entra en acción el cerebro poniendo en marcha un programa biológico especial
para la supervivencia del individuo.
La intensidad del trauma emocional no tardará en determinar la gravedad de la enfermedad, mientras que e
tipo de emoción sentida al comprobarse el trauma determinará la localización de la patología en el cuerpo.
La enfermedad es, pues, un desequilibrio simultáneo a nivel psíquico, cerebral y orgánico debido a un
trauma emocional.
Sin conflicto no hay enfermedad: darse cuenta de ello es el primer paso hacia la curación.
EL TURBOCOMPRESOR SALVAVIDAS.
Estáis recorriendo en coche una carretera de campo; el viaje transcurre tranquilamente y vais disfrutando de la naturaleza que os rodea, a cada curva un nuevo paisaje, iluminado por un cálido
sol primaveral. En la lejanía entrevéis la forma de un gran trailer que avanza lentamente y no tardaréis mucho en estar
detrás de él. Queréis adelantarlo, pero las curvas se suceden una tras otra, y os veis obligados a avanzar a veinte por hora;
aunque no tenéis prisa, comenzáis a impacientaros, estáis cansados de respirar todo lo que sale de su tubo de escape. Tras
la enésima curva, he aquí una breve recta, el camino está despejado, y por fin ponéis la directa y comenzáis a adelantarlo;
pero de pronto llega otro en dirección contraria; vuestra frente se perla de sudor, la tensión aumenta, no os da tiempo de
frenar. Es cuestión de segundos, algo automático: cambiáis de marcha a una inferior y apretáis el acelerador a fondo, el
turbocompresor de vuestro coche se inserta con un silbido apenas perceptible y acelerando fuerte termináis el
adelantamiento; por los pelos, pero ha salido bien. Os pasáis una mano por la frente, unos cien metros más y el estrés
desaparece. Todo ha sido olvidado, y os ponéis a pensar en el restaurante que os espera en el próximo pueblo...
¡¡¡EL CÁNCER ES EL «TURBOCOMPRESOR» QUE EL CEREBRO INSERTA PARA SALVARNOS LA VIDA!!!
En el origen de todas las enfermedades (anginas, bronquitis, cáncer, depresión, epilepsia, infarto, leucemia, esclerosis en placas, etcétera) hay, en la vida del paciente, un acontecimiento particular vivido como un trauma: separación afectiva, ofensa, despido, guantazo, la muerte de un familiar, un diagnóstico médico fatal... Un evento vivido de modo dramático, inesperado y conflictivo, en soledad y sin posibilidad de una solución satisfactoria.
Lo decisivo es el modo en que este hecho es vivido por cada uno.
Dramático: Se aleja de las preocupaciones cotidianas por su intensidad y gravedad.
Inesperado: Se nos cae encima de repente, brutalmente.
Conflictivo: Hay un conflicto de intereses entre las emociones y la razón.
Vivido en el aislamiento: Aunque todos saben que me ha pasado algo, nadie sabe lo que he sentido.
Sin solución satisfactoria: No siempre es suficiente con hablar del tema.
Sólo cuando el suceso no sea vivido como un trauma emocional, el problema podrá darse por biológicamente resuelto.
Cómo administramos nuestros sentimientos y emociones, va a depender nuestro estado de felicidad en la vida.
Y el Yoga Medicina es un sistema de administración de energía, de nuestro físico, de nuestra mente, y de nuestras emociones y sentires, de nuestra percepción, atención y conciencia.
"Ser feliz por el sólo hecho de existir"
Vibrantia
Nohemi Zuñiga
Terapeuta Holistica