10/10/2025
Muchas personas llegan a mi consulta buscando el amor propio como una meta pero…
“El amor propio no es un destino.
Es un camino de regreso a ti mism@.
No es mirarte al espejo y decir ‘me amo’,
es aprender a hablarte con ternura cuando nadie te escucha.
El amor propio no nace del “yo valgo mucho”,
nace del dolor de haberte abandonado tantas veces.
De darte cuenta de cuántas veces te callaste lo que dolía,
te adaptaste para encajar,
te hiciste pequeñ@ para no perder amor.
No se construye repitiendo afirmaciones frente al espejo,
sino aprendiendo a mirarte sin juicio, incluso cuando no te gusta lo que ves.
El verdadero amor propio no te infla el ego.
Te vuelve humilde.
Te enseña que no necesitas demostrar nada,
porque ya eres suficiente incluso en tu caos.
Cuando no hubo suficiente mirada en la infancia, cuando el amor se ganó complaciendo o siendo “perfect@”, el adulto busca inconscientemente repetir ese patrón:
“Mírenme, estoy bien. Mírenme, me amo. Mírenme, ya no me duele.”
Pero esa exposición constante es un grito silencioso:
“¿Ahora sí me ven? ¿Ahora sí valgo?”
El amor propio no grita.
El amor propio susurra en silencio.
Se nota en la calma con la que te tratas,
en la paz con la que caminas,
en la ausencia de necesidad de demostrar nada.
Amarte no es sentirte suficiente todo el tiempo,
es seguir eligiéndote incluso cuando te rompes.
Ahí, justo ahí…
comienza la verdadera sanación.”
Nadia Rüth .