03/09/2022
Trabajar como psicoterapeuta implica trabajar con personas que sufren.
Es inevitable que ver sufrir nos afecte, aunque en nuestro trabajo se mantenga una perspectiva como terapeuta para poder ayudar al otro.
Porque empatizamos con su dolor, y entendemos lo mal que se debe sentir.
He de confesar que más de una vez he tenido un n**o en la garganta.
O se me ha roto el alma al comentarme la otra persona una situación muy dolorosa que ha atravesado o atraviesa.
Los terapeutas hemos de trabajar empatizando con el dolor del otro, afrontándolo, y pensando en la mejor manera en la que podemos orientar a esa persona.
Hay personas que pueden llegar a pensar que los profesionales que trabajan con gente que sufre han de ser impermeables emocionalmente. No estoy de acuerdo con esto.
Incluso tuve una profesora de psicopatología (de una orientación muy diferente a la mía) que enfatizaba la importancia de procurar distanciarse del paciente, verle como un "caso"... no comparto en absoluto esta visión de la terapia. Ni de la medicina.
Tomar la perspectiva necesaria para poder ayudar, no tiene nada que ver con tomar distancia emocional.
Para mí, conectar con las emociones y con el mundo del otro es fundamental en mi trabajo. No se puede diseñar una buena intervención sin esa capacidad.
Evidentemente, no podemos dejarnos arrastrar por las emociones, hemos de navegarlas, como siempre digo: estamos en el mismo mar que la persona que nos consulta y desde nuestra perspectiva, desde nuestro barco, podemos orientarle sobre maneras de salir de una tormenta… pero no podemos hacerlo sin mojarnos un poco también, sin entender lo que se siente al ser zarandeado por las olas.
Esto nos pasa con nosotros mismos: no podemos superar un bajón emocional sin afrontar las emociones dolorosas, sin atravesarlas, sin mojarnos.
A veces la vida duele, es así.
En nuestro viaje, a veces atravesaremos tormentas, y otras un mar en calma en el que veremos hermosos amaneceres.
Pero atravesar tormentas requiere habilidades de navegación:
Para que las corrientes no nos arrastren. Para mantener el rumbo aunque el mar esté embravecido.
"Ningún mar en calma ha hecho experto a un marinero"
&armonía